El Gobierno desvirtúa las versiones sobre contaminación minera en el río Pilcomayo, pese a los antecedentes investigativos y técnicos que confirman la presencia de metales pesados en peces y agua del afluente

Pese a que antecedentes históricos del río Pilcomayo reflejan la existencia de contaminación minera en este afluente, además de un reciente estudio encomendado por la Gobernación de Tarija, que detectó la presencia de plomo, el Gobierno nacional insiste en que todo está dentro de los parámetros permitidos y pone en duda la veracidad de estudios anteriores.

De la contaminación en el río Pilcomayo se habla desde el siglo pasado, desde el auge de la minería en el país, así lo reconocen los mismos dirigentes indígenas del Chaco, quienes recuerdan que desde la década del 60 empezaron a oír con mayor frecuencia el término “contaminación minera”.

En efecto, las cabeceras del río Pilcomayo nacen en los andes bolivianos, en el departamento de Potosí, región caracterizada por su riqueza minera. Actualmente, ya en la segunda década del siglo XXI, la actividad minera continúa, pero la forma tradicional y precaria de hacerlo no ha cambiado, así lo denunciaron autoridades de la Gobernación en julio de 2022, cuando colapsó un dique de colas y terminó enviando toneladas de desechos mineros a este afluente.

Son diversos estudios e investigaciones que confirman la presencia de metales pesados –nocivos para la salud- en el río Pilcomayo. Entre estos se encuentra una investigación de Acceso Investigativo, que rememora, que desde 1999 ya se advirtió en Villa Montes la presencia de metales por encima de los parámetros establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Asimismo, hace eco de una serie de reportes dados entre 2015 al 2021 en los que se vuelve a reconfirmar la presencia de metales por encima de los parámetros permitidos. También menciona las auditorías realizadas por la Contraloría General del Estado de Bolivia, así como la de Argentina, que coinciden en los resultados: hay una deficiente labor de los gobiernos para evitar la degradación de este afluente internacional que puede traer daños irreversibles.

El País también ha tenido acceso al estudio realizado en la gestión 2009 por la Fundación Los Amigos del Pilcomayo (LAMPI), denominado “Calidad Ambiental de la Cuenca Alta y Media del Río Pilcomayo y Afluentes”, que ya confirmaba la presencia de metales pesados en el agua, sólidos en suspensión y en peces.

Hechos recientes

En los primeros días del mes de agosto de la presente gestión, la Gobernación de Tarija hacía público los resultados de un estudio a la carne de pescado que fue realizado por el Instituto Nacional de Salud Ocupacional (INSO), el cual daba cuenta de la presencia de metales pesados en muestras extraídas de cinco puntos del río Pilcomayo en su paso por Villa Montes, en zonas como Rancho Viejo, Central El Pibe, Puente Capitán Ustares, Peña Colorada y Puente Ferroviario. Recomendaba no consumir el sábalo.

Estudio En 2009 un estudio realizado por Los Amigos del Pilcomayo ya confirmaba la presencia de metales pesados en peces, agua y lodos

A inicios del mes de septiembre, el viceministro de Medio Ambiente, Magin Herrera, aseguraba que un estudio realizado por el Gobierno nacional no halló anomalías en cuanto a la presencia de metales pesados en la carne de pescado, y que la calidad del agua del Pilcomayo era tipo “B”, apta para el consumo humano. En esa oportunidad desacreditó el estudio del Gobierno departamental.

Baja el caudal en el Pilcomayo

En el transcurso de la presente semana, ha sido la Dirección Ejecutiva de la Comisión Trinacional del río Pilcomayo (WEB www.pilcomayo.net) la que ha reportado que el nivel de agua en el río Pilcomayo se acerca a su mínimo histórico, un mes y medio antes que lo ocurrido en 2022. Hecho atribuido a las bajas precipitaciones pluviales en la última temporada de lluvias, sumado las altas temperaturas que se registran en el Chaco.

En consecuencia, la Organización de Capitanías Weenhayek y Tapiete (Orcaweta) había reportado un incremento en enfermedades estomacales, situación que era atribuida a la mala calidad del agua del río Pilcomayo. Advertía que producto de las altas temperaturas y la escasez de agua en territorio indígena, varias familias se han visto orilladas a consumir el recurso hídrico de este afluente.