Un avión de la Segunda Guerra Mundial, modelo B-25 Mitchell, sobrevive en una rotonda del sur de la ciudad de Cochabamba y ahora que se proyecta emplazar un distribuidor vehicular en el lugar se asegura que la aeronave se mantendrá en la intersección de la avenida 6 de Agosto y Fuerza Aérea.
La reliquia, fabricada hace más de 70 años, es uno de los íconos de la zona sur y representa el valor de la aviación boliviana, según vecinos y un historiador.
La rotonda del avión es en realidad la plazuela Walter Arze Rojas en memoria del que fue el primer comandante general de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) y parte del Batallón “Tres pasos al frente”, que conformaron los cadetes del Colegio Militar que combatieron en la guerra.
¿Cómo el avión monoplano bimotor se convirtió en un símbolo del valor de los pilotos? Según el investigador e historiador Xavier Loza, es importante conocer el contexto histórico de la aviación boliviana.
En septiembre de 1932, durante la Guerra del Chaco, se incorporó un avión Ford 5AT y naves alemanas Junkers JU52 que le permitieron a Bolivia realizar un abastecimiento estratégico de las Fuerzas Armadas en el campo de operaciones y así fue como surgió el servicio de transporte aéreo exclusivo de carga.
Después de la guerra empezó otra etapa para la aviación. En 1937 comenzó el envío de carne del Beni a La Paz, luego a Cochabamba y las minas.
Loza explicó que la aviación de carga comenzó con el Lloyd Aéreo Boliviano (LAB) y después surgieron otras empresas como la Casa Suárez del Beni, el Frigorífico Ballivián, el Frigorífico Cooperativo Los Andes y los Frigoríficos Nacionales de Suárez Hermanos Suc. Ltda, quienes trasportaban carne del Beni.
“Bolivia era un país que pretendía insertarse en la economía con importantes inversiones industriales en textiles, azúcar y algodón”, indicó.
A partir de 1944 llegaron al país más de 300 aviones cargueros para diferentes operadores aéreos y actualmente se conservarían unos 30.
El Gobierno de entonces invirtió en la aviación a través de la Cooperación Boliviana de Fomento y adquirió otras tres naves Curtiss C-46, matriculadas como CB-40, CB-41 y CB-42, que reforzaron las operaciones que hacía el LAB.
El transporte militar empezó con aviones alemanes Junkers JU-86 que tenía el LAB, pero por asuntos de la Segunda Guerra Mundial fueron vetados y la empresa los entregó al Ejército Boliviano. Con estos medios se iniciaron las acciones cívicas para atender algunas poblaciones, especialmente del oriente y el Chaco. Luego el Ejército compró otros de Estados Unidos (EEUU). En 1957 se fundó oficialmente la FAB con su comandante, Walter Arze Rojas.
En 1973 llegaron seis aviones tipo B-25 Mitchell. Inicialmente se usaron en la Fuerza Aérea de EEUU y luego pasaron a Venezuela, posteriormente a la FAB en Bolivia. Ese mismo año llegaron otros seis aviones de combate F-86 de Venezuela. Algunos B-25 transportaron carne y otros productos.
La aviación civil también contó con cinco aviones de este tipo. En la actualidad, uno se exhibe en una plaza de Pampa, en Texas-EEUU y otro aún opera en Oklahoma. A ellos se suma el avión con matrícula es FAB- 542 que sobrevive en Cochabamba, en la rotonda de la 6 de Agosto desde los 80. Fue instalado por el entonces alcalde Humberto Coronel Rivas. El resto se perdió.
“Este monumento en Cochabamba representa el desarrollo nacional y la contribución de la aviación al país , no es cualquier nave”, enfatizó Loza.
El general Fernando Sanjinés, cuando tenía el grado de capitán, piloteó dos aviones B-25 desde Venezuela hasta Bolivia. Contó que estas naves cazabombarderos se quedaron en el Grupo de Apoyo Aéreo de la Fuerza Aérea en Cochabamba. “El avión era increíble, para todo piloto siempre es un honor volar este tipo de naves que son históricas”, narró.
La dirigente de la OTB Jaihuayco, Rosmmery Juaniquina, indicó que en 2022 la FAB intentó retirar la nave para llevarla al museo de la aviación en El Alto, pero los vecinos y la Alcaldía se opusieron. Ahora alistan una ley para que sea declarado patrimonio de Cochabamba.