El presidente Recep Tayyip Erdogan y el candidato opositor Kemal Kiliçdaroglu obtuvieron menos de la mitad de los votos
La agencia oficial dio a Erdogan como favorito unas horas antes. Para asegurarse la victoria en la primera vuelta, los candidatos necesitan al menos el 50% de los votos más uno. Las cifras aún pueden evolucionar, pero abren la vía a una segunda vuelta el 28 de mayo.
Una segunda vuelta sería inédito en ese país de 85 millones de habitantes, que celebra este año los cien años de la fundación de su república.
La oposición ya gritó victoria. «Estamos a la cabeza», tuiteó Kiliçdaroglu, líder del Partido Republicano del Pueblo (CHP).
Destacadas figuras de la oposición afirmaron que el gobierno estaba ralentizando a propósito el recuento en distritos donde Kilicdaroglu gozaba de un fuerte apoyo.
«Están impugnando el recuento que sale de las urnas, en el que llevamos una ventaja masiva», declaró a la prensa el alcalde opositor de Estambul, Ekrem Imamoglu.
Según el edil, el recuento interno de la oposición muestra que Kiliçdaroglu obtuvo el 49% de los votos y Erdogan sólo el 45%.
Ninguno de los dos recuentos evita sin embargo la posibilidad de una segunda vuelta en dos semanas.
Participación masiva
Algo más de 64 millones de personas, que también eligieron a su parlamento, fueron llamados a votar. Aún no se reveló el índice de participación de este domingo, pero el país suele tener una participación superior al 80%.
En 2018, en las últimas elecciones presidenciales, Erdogan ganó en primera vuelta con más del 52,5% de los votos. Una segunda vuelta implicaría un revés para él.
El buen humor y el ambiente festivo abundó entre los votantes a lo largo de la jornada, que coincidía con el Día de la Madre en Turquía.
Con una camisa azul y expresión cansada, Erdogan votó en Üsküdar, un barrio conservador de Estambul, donde deseó «un futuro próspero al país y a la democracia turca».
El actual mandatario no quiso dar ningún pronóstico, pero señaló el «entusiasmo de los electores», en particular en las zonas más afectadas por el terremoto del 6 de febrero, que dejó al menos 50.000 muertos.
El candidato opositor, Kiliçdaroglu, votó poco antes en Ankara. «Hemos echado de menos la democracia», declaró con una sonrisa.
«Ya verán, la primavera volverá a este país si Dios quiere y durará por siempre», añadió, en referencia a uno de sus eslóganes.
Crisis económica
Además recibió el apoyo del partido prokurdo HDP, la tercera fuerza política del país.
Erdogan prometió respetar el resultado en las urnas, que es monitoreado por cientos de miles de observadores electorales de ambos bandos, en los que siempre ha basado su legitimidad.
En esta ocasión, el presidente llegó a la votación en un país golpeado por una crisis económica, con una moneda devaluada a la mitad en dos años y una inflación que superó 85% en otoño, además del dramático terremoto en febrero, que lo puso en tela de juicio.
Su rival apuesta por el apaciguamiento y promete restaurar el estado de derecho y respetar las instituciones, afectadas en los últimos diez años por la deriva autocrática de Erdogan.
Según las encuestas, sus discursos breves y tranquilos, en contraste con los de Erdogan, conquistaron a la mayoría de los 5,2 millones de jóvenes turcos que vota por primera vez.
Para el politólogo Ahmet Insel, exiliado en París, «la derrota de Erdogan demostraría que podemos salir de una autocracia consolidada a través de las urnas».
Turquía, país miembro de la OTAN, goza de una posición privilegiada entre Europa y Oriente Medio y es un actor diplomático importante.