Tratar la esclerosis múltiple en los primeros seis meses reduce el riesgo de discapacidad

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Comenzar el tratamiento para la esclerosis múltiple menos de seis meses después del inicio de los primeros síntomas reduce el riesgo de discapacidad conforme la enfermedad avanza.

Así lo demuestra un estudio liderado por el Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR) y el Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña (Cemcat), ambos de España, publicado este jueves en la revista Neurology.

La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunitario de los pacientes ataca a la mielina, una sustancia que aísla y protege los nervios.

Los síntomas más comunes se relacionan con problemas de movilidad o de equilibrio, aunque la enfermedad incluye otros como fatiga, hormigueo en las extremidades, dificultades en la visión o alteraciones neurológicas.

La progresión de la enfermedad puede ser muy diversa en función de cada paciente, pero hasta ahora se conoce muy poco sobre estas diferencias.

La nueva investigación publicada este jueves consistió en el seguimiento de 580 personas de entre 16 y 50 años que habían tenido un primer episodio de síntomas relacionados con la esclerosis múltiple y habían sido atendidas en el Cemcat entre 1994 y 2021.

Todas ellas tomaban algún fármaco para controlar el proceso inflamatorio característico de la enfermedad, pero lo habían comenzado a recibir en momentos diferentes: 194 habían iniciado el tratamiento menos de seis meses después del primer episodio, 192 pacientes entre 6 y 16 meses después y 194, más de 16 meses después.

Los investigadores hicieron seguimiento de la discapacidad de los pacientes y de imágenes de resonancia magnética durante una media de 11 años.

Observaron que las personas que habían recibido el tratamiento en los primeros seis meses después de la aparición de los primeros síntomas tenían la mitad de riesgo de tener discapacidad avanzada respecto a las que lo habían comenzado más de 16 meses después.

Así, los tratados en el primer medio año tenían más movilidad y fuerza en las extremidades, menos alteraciones del sueño, menos fatiga y ansiedad, y mejor función cognitiva.

Además, en las personas con terapia precoz la enfermedad se mantenía estable durante más tiempo respecto a las que lo habían recibido 16 meses después.

También tenían un 60 % menos de riesgo de evolucionar hacia esclerosis múltiple secundaria progresiva, que es cuando los síntomas empeoran de forma constante y no sólo cuando hay brotes.

En concreto, un 7% de los pacientes que recibieron la terapia antes de seis meses hicieron esta progresión a peor, mientras que esta cifra se triplicó hasta el 23% en el grupo de pacientes que iniciaron tratamiento más de 16 meses después de los primeros síntomas.


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