El último balance brindado este sábado indica que el número de fallecidos sube a 25.901 personas, de las cuales 22.327 estaban en Turquía y 3.574 en Siria.
El Programa Mundial de Alimentos pidió u$s77 millones para aportar raciones de comida a al menos 590.000 personas desplazadas a causa del terremoto en Turquía y 284.000 en Siria, consignó la agencia de noticias AFP. En tanto, la oficina de Derechos Humanos de la ONU urgió el viernes a todas las partes en la zona afectada, donde operan militantes kurdos y rebeldes sirios, a permitir el acceso humanitario.
El Partido de los Trabajadores del Kurdistán, considerado grupo terrorista por Ankara y sus aliados occidentales, anunció que suspendía su lucha armada para contribuir a los trabajos de recuperación. Por su parte, el gobierno de Siria anunció que autorizará el suministro de ayuda internacional a las zonas controladas por los rebeldes en el noroeste del país, castigado por el sismo.
Hasta ahora, solo dos convoyes humanitarios habían cruzado esta semana desde Turquía a esta área rebelde donde viven cuatro millones de personas.
La ONU pidió un alto el fuego inmediato en el país y la apertura de más puntos de paso para la ayuda humanitaria, que por ahora solo puede transitar por el puesto fronterizo de Bab al Hawa. En tanto, el Consejo de Seguridad de la ONU debe reunirse para discutir la situación en Siria, posiblemente a principios de la próxima semana.
La diplomacia turca afirmó que está trabajando para abrir otros dos puntos de paso «con las regiones bajo el control del gobierno» sirio «por razones humanitarias». Por otro lado, miles de personas duermen en tiendas de campaña o en sus coches y se reúnen junto a hogueras para calentarse en medio de unas temperaturas glaciales, por miedo a volver a sus casas o porque sus viviendas ya no existen.
El trabajo de los equipos de rescate sacando personas vivas de los escombros continúa, entre ellos varios niños y una mujer embarazada de seis meses que fueron salvados el viernes, según la información oficial.
Los últimos registros del sábado contabilizan 25.901 muertos, 22.327 en Turquía y 3.574 en Siria.
Después de cinco días del sismo, el más mortífero desde 1939 en la región, la conmoción inicial deja paso en Turquía a la rabia y el enfado por la respuesta del gobierno y la baja calidad de las construcciones. Las autoridades cifran en 12.141 los edificios destruidos o gravemente dañados.
Ante las críticas por la gestión del gobierno, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan pidió disculpas. «Hubo tantos edificios dañados que desafortunadamente no pudimos acelerar nuestras intervenciones como hubiéramos querido», afirmó el mandatario durante una visita a Adiyaman.
Entre las múltiples tragedias del movimiento telúrico, una implica a un grupo de 24 niños chipriotas de entre 11 y 14 años que estaban en Turquía para un torneo de voleibol cuando el terremoto engulló su hotel.
Los medios turcos aseguran que 19 personas del grupo, que incluía además a 15 adultos, se confirmaron muertas. Diez de los cuerpos ya fueron repatriados a sus casas en el norte de Chipre.