La polaca vence a la checa Karolina Muchova para ganar Roland Garros por tercera vez
PARÍS.- Iga Swiatek de repente parecía perdida en la final del Abierto de Francia. Sus golpes eran imprecisos. Su confianza se había desvanecido. Y su gran ventaja inicial había desaparecido.
Volteaba una y otra vez a la tribuna, en busca de los consejos de su entrenador y su psicólogo.
Todo parecía salirle mal hasta que se encontró el sábado a dos juegos de la derrota ante la checa Karolina Muchova. Fue entonces, cuando más lo necesitaba, que Swiatek recuperó su forma. Se convirtió nuevamente en la jugadora que ha sido la número uno del tenis femenino durante más de un año. La campeona defensora de Roland Garros. Agresiva. Contundente.
Swiatek se sobrepuso a una crisis de confianza en el segundo set y a una desventaja en el tercero para derrotar 6-2, 5-7, 6-4 a Muchova y levantar su tercer título de Roland Garros y su cuarto Grand Slam.
“En verdad me encanta estar aquí”, dijo la campeona. “En esencia, es mi lugar favorito de la gira”.
Cómoda desde el principio, número uno del mundo, tomó ventaja de 3-0 luego de apenas 10 minutos en la cancha Philippe Chatrier — ganando 12 de los primeros 15 puntos, y luego se colocó también 3-0 en el segundo, antes de que Muchova le pusiera drama al partido.
Con Swiatek un tanto desconcertada e incapaz de encontrar el golpe preciso. A los jugadores se les permite comunicarse con sus entrenadores, pero cualquier cosa que le haya dicho Tomasz Wiktorowski o su psicóloga deportiva Daria Abramowicz no parecía reflejarse en resultados inmediatos.
“Sé lo mucho que importan los equipos en nuestro deporte. A pesar de que es un deporte individual, no estaría aquí sin mi equipo”, declaró la polaca. “Así que, muchas gracias, en verdad. Disculpen si soy un dolor en el…” y ahí terminó la frase.
Muchova ganó cinco de seis juegos para igualar el partido a un set por bando y mantuvo el momento en el decisivo, tomando ventaja de un rompimiento en dos ocasiones.
Fue en ese momento que la polaca retomó su característico nivel, deslizándose por la arcilla roja con una excelsa defensa y encontrando el momento perfecto para ir por el punto. Ganó los últimos tres juegos del partido.
Cuando terminó, con una doble falta de Muchova, la polaca dejó caer la raqueta, cayó de rodillas y se cubrió el rostro para ocultar las lágrimas.
Swiatek, de 22 años, sumó su segundo título consecutivo de Roland Garros, y además del campeonato que conquistó en París en 2020 y su triunfo en el U.S. Open de septiembre pasado. Eso la convierte en la jugadora más joven con cuatro títulos de Grand Slam desde que Serena Williams tenía 20 años y llegó a esa cifra en el Abierto de Estados Unidos de 2002.
Swiatek es apenas la tercera jugadora en la era profesional en comenzar su carrera con marca de 4-0 en finales de Grand Slam, uniéndose a Monica Seles y Naomi Osaka.
“Estuve tan cerca, pero tan lejos”, dijo Muchova, número 43 del mundo que disputaba su primera final de Grand Slam.
“Esto es lo que pasa cuando te enfrentas a una de las mejores: Iga”, añadió la checa. “Así que quiero felicitarte nuevamente en voz alta, a tí y a tu equipo”.
El partido estuvo repleto de tramos en los que ambas jugadoras se alternaban el dominio.
Cada que una de las jugadoras parecía tomar el control, la otra elevaba su nivel lo suficiente para poder ver el final del partido en el horizonte, sólo para que el partido tomara una dirección completamente distinta al siguiente instante.
El dominante inicio de Swiatek no significó mucho.
Al igual que las ventajas de 2-0 y 4-3 que tomó Muchova en el tercer set.
Un punto en particular captó la esencia de la renuencia de Muchova de darse por vencida.
Sirviendo para el set en deuce y arriba 6-5, la checa subió a la red y se desplazó a su derecha para una volea. Swiatek devolvió en la dirección opuesta, pero Muchova de alguna manera se deslizó y devolvió de revés mientras perdía el equilibrio. Ella cayó, al igual que su raqueta.
La pelota, sin embargo, picó para darle el punto, y un momento después, cuando la devolución de revés de la polaca se fue larga, Muchova levantó el puño derecho y dejó escapar un grito.
De repente, el partido estaba empatado y el desenlace en el aire.