En el foro internacional de Hidrocarburos, Fertilizantes, Energías Renovables y Alternativas, el presidente de YPFB, Armin Dorgathen, presentó cifras que reflejan una caída constante en la producción de gas desde 2016, cuando alcanzó un pico de 60 MMmcd. Este año cerrará con 32,7 MMmcd, y la tendencia negativa continuará hasta 2025, cuando se prevé un mínimo de 30 MMmcd. Sin embargo, la producción comenzará a recuperarse paulatinamente desde 2026, llegando a 40,2 MMmcd en 2029.
Para 2032, se estima un incremento a 54,2 MMmcd, gracias a proyectos exploratorios exitosos y la ejecución del Plan de Reactivación del Upstream (PRU). Dorgathen explicó que este plan busca revertir la declinación productiva con inversiones en áreas tradicionales y no convencionales. “Entre 2024 y 2025 tendremos resultados de exploración, pero la puesta en marcha de nuevos proyectos tomará de tres a cuatro años”, afirmó.
Entre los proyectos destacados, Dorgathen mencionó el potencial de 7 trillones de pies cúbicos (TCF) en el campo Mayaya y otros prospectos con reservas estimadas en 1 TCF. También resaltó la perforación de pozos como Iñau-X3D y Yapucaiti-X1, que exploran formaciones clave como Huamampampa, Icla y Santa Rosa.
El ministro de Hidrocarburos y Energías, Alejandro Gallardo, subrayó la necesidad de aprobar reformas a la Ley 767, actualmente en la Asamblea Legislativa, para incentivar la inversión en exploración y garantizar la sostenibilidad del sector. Según Gallardo, estas modificaciones permitirán aumentar la producción en pozos existentes y desarrollar nuevos reservorios.
Análisis crítico
Raúl Velásquez, investigador de la Fundación Jubileo, explicó que la declinación de los principales megacampos —San Alberto, Sábalo y Margarita-Huacaya— es resultado de la falta de exploración durante la última década. Bolivia no priorizó reponer reservas mientras explotaba intensivamente sus campos más grandes entre 2004 y 2014.
Velásquez señaló que la Ley de Hidrocarburos de 2005 y el Decreto de Nacionalización priorizaron maximizar ingresos estatales a corto plazo, desincentivando la inversión privada y dejando al sector con un marco fiscal poco atractivo. “El sector requiere un equilibrio fiscal y un mercado robusto para mitigar riesgos y garantizar retornos. Sin nuevos descubrimientos, Bolivia podría necesitar importar gas para su consumo interno a partir de 2029”, advirtió.
Mientras YPFB trabaja en recuperar los niveles de producción y revertir la crisis, el sector hidrocarburífero boliviano enfrenta el desafío de implementar políticas sostenibles que combinen la atracción de inversiones, un marco fiscal competitivo y una planificación estratégica a largo plazo.