Lima reveló una lista de implicados en abusos a niños, niñas y novicios, en una red, según él, encubierta por los jerarcas jesuitas.
Fue parte de la Iglesia católica, pero hoy es el principal denunciante de los presuntos abusos sexuales que cometieron durante años algunos jesuitas españoles en Bolivia. “Los niños vivían un infierno”, asegura el exreligioso Pedro Lima.
Cuando estaba completando sus estudios para ser sacerdote, este boliviano fue expulsado de la Iglesia, según él, por sus denuncias en el seno de la Compañía de Jesús. En 2011 se instaló en Paraguay donde trabaja como herrero.
Días atrás, Lima, de 54 años, regresó a Bolivia convertido en el principal denunciante, ahora ante la justicia, del escándalo de pederastia que apunta al clero de este país de 12 millones de habitantes, la mayoría católica (58%).
En el centro de estas denuncias está el sacerdote español Alfonso Pedrajas “Pica”, quien en su diario personal confesó haber dañado a “mucha gente”, llegando a mencionar hasta 85 víctimas.
Sus revelaciones salieron a la luz hace un mes gracias a un familiar, quien entregó las memorias de Pica al periódico español El País.
Pedrajas trabajó por casi cuatro décadas en Bolivia. En 2009 falleció a los 66 años en un hospital de Cochabamba, donde se desempeñó como profesor en el colegio Juan XXIII.
Cortado al rape, de hablar recio, Lima le contó a la AFP que encaró a este sacerdote, ante los rumores de que era “un abusador”.
“Pedro, al pobre mientras le das pan y techo el tema sexual no le interesa”, le contestó Pedrajas.
“Vida doble”
Lima reveló una lista de implicados en abusos a niños, niñas y novicios, en una red, según él, encubierta por los jerarcas jesuitas y que se extendió a un hogar de huérfanos en Cochabamba.
“Los niños vivían un infierno, porque estos sacerdotes abusadores de día eran unos santos, de noche eran unos demonios”, sostiene.
Llevaban una “vida doble”, enfatiza Lima. El Pica “abusador” aparecía al fin de las jornadas de formación en “eventos extraordinarios como campamentos y retiros” espirituales.
Ante el escándalo generalizado, la Compañía de Jesús, la orden a la que pertenece el papa Francisco, pidió perdón a comienzos de mayo y aseguró que había suspendido a un número indeterminado de religiosos por el encubrimiento de Pedrajas.
Y mientras la fiscalía avanza en la investigación de al menos nueve denuncias, el presidente Luis Arce solicitó al Vaticano acceso a los expedientes relacionados con Bolivia dentro del vasto escándalo de pederestia que hace años golpea a la institución católica alrededor del mundo.
Pica, Luis Tó, Antonio Gausset (Tuco), Francisco Pifarré (Pifa), Francesc Peris (Chesco) Jorge Vila y Carlos Villamil (Vicu)… El exreligioso boliviano repasa los nombres de los presuntos abusadores, la mayoría ya fallecidos.
“No ha sido un sacerdote, ha sido una estructura de sacerdotes que entre ellos (…) se apoyaban para que (esto) siga sucediendo”. Los superiores escuchaban “las denuncias de las víctimas”, las increpaban y las expulsaban del colegio, según Lima.
Incómodo, asegura que no solo fue testigo, sino también víctima de abuso en un “estado no necesariamente de sobriedad”.
Según Lima, los agresores “les lavaban el cerebro” a “niños vulnerables” entre 7 y 13 años. Les hacían creer que ellos eran “los malos y que no valían nada”. “Cuando (les) bajaban la autoestima, abusaban de su poder”, comenta.
La Conferencia Episcopal Boliviana declinó comentar las denuncias de Lima.
“Reparación integral”
Contrario a lo que podría pensarse, en los centros jesuitas el “tema de la pedofilia” se trataba con recurrencia.
Lima comenta el caso de Tó, sentenciado en 1992 en España a dos años de prisión por abusar de una niña de ocho años. De acuerdo con El País, el religioso nunca fue a la cárcel gracias a que no tenía antecedentes penales y su condena no superaba los 24 meses.
La Iglesia lo envió a Bolivia, donde fue profesor de “ética sexual”, evoca Lima.
Los exalumnos del colegio donde Pica ejerció como profesor también han denunciado el encubrimiento de los jerarcas jesuitas.
De su lado, Lima todavía se confiesa creyente en Dios y ahora espera una “reparación integral” de la Compañía de Jesús.
Hay “personas rotas, totalmente, a las cuales la agresión les destruyó la vida, personas que han terminado en psiquiátrico. El daño es muy grande”, dice.