Miles de personas continúan desaparecidas en Libia, tras el devastador ciclón Daniel, que ha causado hasta el momento unos 4.000 fallecidos, de los que un diez por ciento eran migrantes que residían en el país magrebí, uno de los principales puntos de partida hacia Europa por el Mediterráneo Central.
Egipcios, sudaneses, palestinos y bangladesíes son las nacionalidades confirmadas de los al menos 429 inmigrantes que perdieron la vida en la catástrofe que ha dejado decenas de miles de damnificados, confirmó a EFE la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
«Muchos trabajadores migrantes residían en algunas de las zonas de Derna más afectadas por las inundaciones y, como tal, es probable que el número mencionado siga aumentando», predijo la organización de Naciones Unidas que interviene con apoyo en alojamiento, salud primaria y apoyo psicosocial tanto para las familias libias desplazadas como para los migrantes, estos en su mayoría sin red familiar en el país.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Libia tiene registrados 49.000 refugiados y solicitantes de asilo, mientras la OIM reconoce que un número significativo de personas desplazadas de Sudán y Siria que vive en las zonas afectadas no consta en los listados oficiales.
Egipto confirmó 391 ciudadanos desaparecidos, la mayoría en la ciudad de Derna, zona cero de las inundaciones, y hasta el pasado día 19 de septiembre la recuperación de 87 cuerpos. La Institución libia para la Comisión Nacional de Derechos Humanos (NCHRL, por sus siglas en inglés) documentó 124 sudaneses fallecidos, incluyendo mujeres y niños.
Por su parte, el Ministerio palestino de Exteriores confirmó 23 víctimas por la tormenta, además de decenas de familias desaparecidas.
Libia, país receptor y de tránsito
Libia era hasta el primer trimestre del año el principal punto de partida hacia Europa por la ruta marítima del Mediterráneo Central, desplazado actualmente por Túnez, y según organizaciones internacionales acoge unas 680.000 personas de 41 nacionalidades, residentes estacionales o permanentes, también como trabajadores extranjeros.
Desde 2016, la Unión Europa comenzó a dar apoyo a los guardacostas libios para contener las salidas por mar, además de asistir en los puntos de desembarco y en los centros de internamiento con atención primaria y primeros auxilios psicológicos.
El aumento de la presión migratoria por esta ruta llevó a la UE en noviembre del año pasado a presentar un plan de acción y, con el ascenso de Túnez como principal punto de partida, se firmó con este un acuerdo estratégico el pasado mes de julio que la comunidad europea pretende replicar con terceros países.
Lo cierto es que organizaciones internacionales han denunciado reiteradamente abusos y violaciones de derechos humanos contra la población migrante en Libia, especialmente en los centros de internamiento, y han solicitado a la UE revisar los acuerdos de cooperación con las autoridades.