Casi 11 millones en el país se han visto afectados por el terremoto; en Turquía, cadáveres yacen en la intemperie.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) urgió al gobierno sirio a facilitar la entrega de ayuda humanitaria en zonas bajo control rebelde en el noroeste del país, devastadas por el terremoto del lunes.
“Dejen de lado la política y permitan que realicemos nuestra tarea humanitaria”, dijo El-Mostafa Benlamlih, el máximo responsable de la ONU en el país.
Casi 11 millones de sirios se han visto afectados por el terremoto que sacudió el país, que ya tenía 15 millones de personas necesitadas de ayuda humanitaria por la guerra.
Benlamlih detalló que la ONU estima que 10.9 millones de sirios en las provincias de Hama, Latakia, Idlib, Alepo y Tartus se han visto afectados por los terremotos.
“No podemos permitirnos el lujo de esperar y negociar”, insistió.
“Necesitamos el apoyo de todas las partes interesadas para facilitar el acceso”, agregó.
SIGUEN LOS RESCATES
Con la esperanza de encontrar sobrevivientes, los rescatistas trabajaron durante toda la noche en Turquía y Siria en busca de señales de vida entre los restos de los miles de edificios que colapsaron.
La cifra de fallecidos superó las 11 mil personas, lo que lo convierte en el más letal en más de una década.
En medio de pedidos para que el gobierno turco envíe más ayuda a la zona del desastre, el presidente del país, Recep Tayyip Erdoğan, recorrió la “ciudad de tiendas de campaña” de Kahramanmaras donde viven quienes se vieron obligados a dejar sus casas. Tras reconocer deficiencias en la respuesta inmediata a la tragedia, prometió que nadie “se quedará en la calle”.
Rescatistas llegados desde más de dos docenas de países se unieron a las decenas de miles de efectivos locales, pero la magnitud de la destrucción causada por el devastador sismo de magnitud 7.8 y sus potentes réplicas es tan inmensa y extendida, llegando incluso a zonas aisladas por la guerra en Siria, que muchos siguen esperando a recibir ayuda.
En la ciudad turca de Malatya, los cadáveres yacen unos junto a otros sobre el piso, cubiertos con mantas, mientras los rescatistas esperaban a que los vehículos funerarios los recojan, según el exreportero Ozel Pikal, que dijo que vio cómo sacaban ocho cuerpos de las ruinas de un edificio.
Pikal, que participa en las tareas de rescate, cree que algunas de las víctimas podrían haber muerto congeladas, ya que los termómetros llegaron a alcanzar una temperatura negativa de 6 grados centígrados.
“Hoy no es un día agradable, porque ya no queda ninguna esperanza en Malatya”, contó Pikal a The Associated Press por teléfono.