Miles de peruanos tomaron hoy las calles de diversas ciudades, incluida Lima, para exigir la renuncia de la presidenta Dina Boluarte y clamar por unas prontas elecciones que le pongan fin a la crisis política que acumula cerca de 60 muertos en dos meses.
“Dina, asesina, el pueblo te repudia”, fue el cántico más repetido por los manifestantes, que también expresaban su rechazo al Congreso, responsable de que las elecciones no se puedan hacer este año, como quería incluso el Gobierno.
Marcha en Perú
La movilización, una de las más concurridas de las varias hechas desde que Boluarte asumió el 7 de diciembre en reemplazo del presidente destituido por el Congreso, Pedro Castillo, fue convocada esta vez por la Confederación General de Trabajadores del Perú, pero contó con participación de múltiples organizaciones populares que están en pie de lucha contra el Ejecutivo y el Legislativo.
En Lima, convertida en los últimos días en el epicentro de las mayores protestas, la multitudinaria marcha comenzó en la céntrica plaza Dos de Mayo y avanzó con dirección a otros puntos históricos, en medio de un resguardo compuesto por más de 12.000 miembros de las Fuerzas Armadas.
Esta vez, las Fuerzas Armadas, con la Policía en primera línea, tomaron temprano control de sitios estratégicos en un área más amplia de la habitual y prohibieron incluso el tránsito de personas que nada tenían que ver con la protesta. Pese a la extrema tensión, hasta caer la noche no se habían presentado incidentes graves, aunque sí algunos choques en torno a la avenida Abancay, en la que está el Congreso.
Cerca de ese punto, hace dos semanas, la Policía le dio muerte a un manifestante de 55 años, la única víctima mortal hasta ahora en Lima. Las autoridades trataron de presentar la muerte como producto de piedras causadas por otros manifestantes, pero videos permitieron observar un disparo a quemarropa de la policía con un lanzador de bombas lacrimógenas.
Sí había enfrentamientos mayores en cambio, con por lo menos 13 heridos -tres de aparente gravedad-, en la sureña ciudad de Juliaca, cercana a la frontera con Bolivia, donde además se conmemora hoy un mes de la muerte de 17 personas baleadas por policías durante una toma del aeropuerto.
“La sangre derramada jamás será olvidada”, coreaban los manifestantes que intentaron tomar de nuevo el aeropuerto de Juliaca, grito que se extendía por diversos puntos del país, en especial en el sur, donde se han registrado la mayoría de las muertes.
En el departamento sureño de Apurímac, del que es natural Boluarte, pero donde hay un fuerte rechazo a su figura, se reportaron ataques a sedes públicas. Las movilizaciones se sucedían además en ciudades de sierra, costa y selva. Según la Defensoría del Pueblo, 47 civiles han muerto desde el 7 de diciembre en los choques con las Fuerzas Armadas, varias de ellos a bala o con otros proyectiles, a pesar de que Boluarte asegura que dio orden de no disparar. También murió un policía incinerado en su patrullero, mientras que otras 11 personas fallecieron en hechos colaterales.
En Lima, era protagónica hoy, como en las últimas semanas, la presencia de personas llegadas de diversos puntos del Perú, en especial campesinos, para sumarse a las protestas desde la propia capital. “Llegué desde diciembre y no me iré hasta que se largue la usurpadora Dina”, le dijo a Télam Paula, una campesina del departamento de Puno, quien señaló que se mantiene con envíos de dinero que le hacen sus tres hijos, ya adultos.
Miles de peruanos tomaron hoy las calles de diversas ciudades, incluida Lima, para exigir la renuncia de la presidenta Dina Boluarte y clamar por unas prontas elecciones que le pongan fin a la crisis política que acumula cerca de 60 muertos en dos meses.
“Dina, asesina, el pueblo te repudia”, fue el cántico más repetido por los manifestantes, que también expresaban su rechazo al Congreso, responsable de que las elecciones no se puedan hacer este año, como quería incluso el Gobierno.
Marcha en Perú
La movilización, una de las más concurridas de las varias hechas desde que Boluarte asumió el 7 de diciembre en reemplazo del presidente destituido por el Congreso, Pedro Castillo, fue convocada esta vez por la Confederación General de Trabajadores del Perú, pero contó con participación de múltiples organizaciones populares que están en pie de lucha contra el Ejecutivo y el Legislativo.
En Lima, convertida en los últimos días en el epicentro de las mayores protestas, la multitudinaria marcha comenzó en la céntrica plaza Dos de Mayo y avanzó con dirección a otros puntos históricos, en medio de un resguardo compuesto por más de 12.000 miembros de las Fuerzas Armadas.
Esta vez, las Fuerzas Armadas, con la Policía en primera línea, tomaron temprano control de sitios estratégicos en un área más amplia de la habitual y prohibieron incluso el tránsito de personas que nada tenían que ver con la protesta.
Marcha contra el Gobierno en Lima. (AP/Martín Mejía)
Pese a la extrema tensión, hasta caer la noche no se habían presentado incidentes graves, aunque sí algunos choques en torno a la avenida Abancay, en la que está el Congreso. Cerca de ese punto, hace dos semanas, la Policía le dio muerte a un manifestante de 55 años, la única víctima mortal hasta ahora en Lima. Las autoridades trataron de presentar la muerte como producto de piedras causadas por otros manifestantes, pero videos permitieron observar un disparo a quemarropa de la policía con un lanzador de bombas lacrimógenas.
Sí había enfrentamientos mayores en cambio, con por lo menos 13 heridos -tres de aparente gravedad-, en la sureña ciudad de Juliaca, cercana a la frontera con Bolivia, donde además se conmemora hoy un mes de la muerte de 17 personas baleadas por policías durante una toma del aeropuerto.
“La sangre derramada jamás será olvidada”, coreaban los manifestantes que intentaron tomar de nuevo el aeropuerto de Juliaca, grito que se extendía por diversos puntos del país, en especial en el sur, donde se han registrado la mayoría de las muertes.
En el departamento sureño de Apurímac, del que es natural Boluarte, pero donde hay un fuerte rechazo a su figura, se reportaron ataques a sedes públicas. Las movilizaciones se sucedían además en ciudades de sierra, costa y selva.
Según la Defensoría del Pueblo, 47 civiles han muerto desde el 7 de diciembre en los choques con las Fuerzas Armadas, varias de ellos a bala o con otros proyectiles, a pesar de que Boluarte asegura que dio orden de no disparar. También murió un policía incinerado en su patrullero, mientras que otras 11 personas fallecieron en hechos colaterales.
En Lima, era protagónica hoy, como en las últimas semanas, la presencia de personas llegadas de diversos puntos del Perú, en especial campesinos, para sumarse a las protestas desde la propia capital.
“Llegué desde diciembre y no me iré hasta que se largue la usurpadora Dina”, le dijo a Télam Paula, una campesina del departamento de Puno, quien señaló que se mantiene con envíos de dinero que le hacen sus tres hijos, ya adultos.
Un número no precisado de personas llegadas de fuera de Lima pernoctan en casas de familias, en hospedajes de bajo costo o incluso en los parques, mientras se alimentan con arroz con trozos de pollo y otros potajes que consiguen mediante el aporte común.
No renunciará
Boluarte, quien fue elegida vicepresidenta en la fórmula de Castillo a nombre del partido marxista leninista Perú Libre, pero que desde que asumió el poder se ha apoyado más en las fuerzas de derecha que controlan el Congreso, ha dicho reiteradamente que no renunciará.
Según ella, quienes piden su dimisión son “una minoría de extremistas”, a pesar de que las encuestas señalan que bordea 17 % de aprobación y 74 % de desaprobación.
El Gobierno y sus aliados dicen que los incidentes son promovidos por “terroristas” financiados por el narcotráfico, la minería ilegal e incluso por bolivianos seguidores del expresidente Evo Morales, pero no aportaron ninguna prueba al respecto.