Mujeres en Yemen no pueden salir de prisión sin tutor masculino

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Amnistía Internacional (AI) denunció hoy que muchas mujeres que ya han cumplido su pena de prisión en el Yemen siguen recluidas «arbitrariamente» si no cuentan con un tutor masculino que se haga cargo de ellas tras su puesta en libertad, algo que además viola la ley de este país árabe.

«Las autoridades penitenciarias de distintos puntos de Yemen mantienen encarceladas a las mujeres que han cumplido su condena si ningún tutor masculino aprueba su puesta en libertad o si sus familiares se niegan a recibirlas, únicamente las transfieren a albergues para mujeres», denunció Amnistía en un comunicado.

Según la organización esta práctica la llevan a cabo tanto el Gobierno internacionalmente reconocido del Yemen -apoyado por Arabia Saudí- como los rebeldes hutíes -respaldados por Irán-, aunque ya se empleaba antes de que estallara la guerra en 2014 y se intensificara en 2015 con la intervención de una coalición militar liderada por Riad.

De acuerdo con dos abogados yemeníes consultados por Amnistía, esta práctica «carece de base jurídica y simplemente está arraigada en las normas sociales», mientras que otro letrado apuntó que la ley del Yemen prohíbe la privación de libertad una vez cumplida la condena, independientemente del género de una persona.

Asimismo, la organización también habló con un antiguo empleado de la prisión central de Saná, la capital controlada por los insurgentes, que afirmó que es imposible que una mujer salga en libertad sin un tutor masculino.

Explicó que una mujer pasó cinco años entre rejas tras haber cumplido su condena, mientras que otra permaneció retenida durante dos meses hasta que su hijo, que residía en el extranjero, la fue a buscar.

Muchas de estas mujeres, además, reciben condenas de cárcel tras ser acusadas de «adulterio», uno de los cargos junto al «libertinaje» que utilizan las autoridades ultraconservadoras del Gobierno y hutíes.

Es el caso de Radiya, una mujer que fue violada en 2021 por un vecino que irrumpió en su casa mientras su familia estaba fuera. Su familia política la denunció, por lo que pasó un año en la cárcel tras ser acusada de adulterio.

“Me encarcelaron por ser víctima de violación», dijo a Amnistía Radiya, quien al no contar con un tutor masculino, porque toda su familia la repudió, fue derivada a un albergue para mujeres en la provincia de Taiz, en el suroeste del Yemen.

Estos albergues alojan a un número reducido de mujeres transferidas de las cárceles, con el objetivo de seguir un programa de rehabilitación para que puedan reintegrarse, una tarea difícil porque la sociedad yemení rechaza también a las mujeres que han pasado por el calabozo.

«Abrir nuevos albergues no ataja la situación de otras mujeres que permanecen arbitrariamente en prisión después de cumplir su condena, las cuales tienen derecho a ser puestas en libertad, no a ser transferidas a un albergue», sentenció Amnistía.


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