“La iglesia es humana y al mismo tiempo es pecadora”, reflexionó el arzobispo de Santa Cruz en la celebración de la misa dominical
Durante la celebración de la misa dominical, monseñor René Leigue, arzobispo de Santa Cruz, reflexionó sobre la importancia de la fe y también sobre el papel de la Iglesia católica.
“Cuantos no quisieran que la Iglesia se hunda. Hay personas, que, en momentos de dificultades de la iglesia, no quieren ser parte de la iglesia, también nos interpelan. La iglesia es humana y al mismo tiempo es pecadora”, reflexionó el religioso durante la homilía.
Monseñor Leigue comparó al mundo y a la Iglesia católica con la barca en la que se encontraban los discípulos de Jesús y que estuvo a punto de hundirse. Pero aparece Jesús caminando sobre las aguas y salva a sus discípulos, no sin antes cuestionarlos por la poca fe que tenían.
“Sabemos que la barca es el mundo, la barca también es la Iglesia. ¿Cuántas veces la iglesia está en dificultades, está en problemas?, ¿Cuántas veces quiere hundirse?, o al menos el mal quiere que se hunda, porque para algunos, la Iglesia es molesta; la Iglesia no debería manifestarse como tal; la iglesia no debería meterse en algo que no le corresponde. Cuántos no quisieran que la Iglesia se hunda, pero ahí está el Señor para salvarnos. Al igual que Pedro, nosotros tenemos que decir: ‘Señor, sálvanos’. Y ahí está el Señor para salvarnos, para darnos una mano, porque nosotros, solos, no podemos seguir adelante”, expresó.
Hizo referencia a la parábola del hijo pródigo, que quiso salir de la casa de su padre para irse solo por el mundo para experimentar de la vida. “Podemos ir solos por nuestra cuenta, podemos caminar, hacer cosas, pero no siempre se llega a buen término. Entonces, es ahí, que debemos acudir a Dios, y gritar: ‘Señor, sálvame’”.
“La iglesia sabemos que está formada de personas, que somos nosotros, personas santas y al mismo tiempo pecadoras. A veces, cuando hay momentos muy complicados en la iglesia, algunas personas, han dudado; cuando hay momentos de turbulencia en la Iglesia, hay personas que dudan, toman la decisión de hacerse a un lado y dicen: ‘No quiero pertenecer a esta iglesia’, ‘para qué continuar aquí’. Incluso, algunas personas se alegran cuando hay estos problemas”, dijo monseñor Leigue.
Más adelante, señaló: “Hay gente que se opone a la iglesia, dice que la iglesia es oposición y no quiere escuchar lo que dice la iglesia. Nosotros sabemos de lo que dice y hace la iglesia no es por cuenta propia de nosotros, es un mandato del Señor, es Dios quien nos dice qué tenemos que hacer y de qué manera tenemos que hacerlo, Él nos guía”.
En su mensaje, monseñor Leigue pidió tener confianza en el Señor, especialmente en los momentos difíciles y cuando la Iglesia pasa por momentos de problema. “En momentos cuando hay problemas en la iglesia, también deberíamos sentir ese dolor que Pablo ha sentido. Él dice: ‘Siento dolor, siento tristeza en mi corazón’, nosotros también en esos momentos difíciles de la iglesia, sentimos lo mismo. Pero ahí está la confianza en el Señor, Pablo también se lamenta, muchos podrían estar cerca del Señor, pero no lo están, muchos podrían estar firmes en la fe, pero no siempre son así, eso es la iglesia; humanos como somos, hay momentos que estamos tan decididos como Pedro, a caminar a irnos solos, a hacer las cosas por nuestra cuenta; sin embargo, nos damos cuenta que no podemos caminar solos, necesitamos de la presencia de Dios”.
El arzobispo convocó a los feligreses imitar a Jesús, que en todo tiempo dialogaba con Dios a través de la oración. “La oración no debe ser sólo de un momento, sino siempre, la oración no sólo de un ratito, sino que realmente encontremos ese gusto de ese diálogo, de ese encuentro con el Señor. Jesús pasaba, horas y horas en diálogo con su Padre, ¿qué le decía? ¿qué dialogaba? No lo sabemos, pero de lo que sí estamos seguros es que él no hacia las cosas así por así, sino que, con ese diálogo en la oración con el Padre, él hacía lo que le correspondía hacer.
“Cuántas veces queremos encontrar a Dios en esos momentos difíciles que estamos pasando, pero, de verdad, no lo encontraremos ahí, porque no es el lugar de Él. El lugar de Dios no son esos momentos tan complicados, el lugar de Dios es un momento de brisa, de silencio, de paz y de tranquilidad. Ahí realmente vamos a encontrar a Dios. Entonces, busquemos un espacio, un momento de tranquilidad de paz para ese diálogo con el Señor”, expresó.