Los científicos descubrieron el objeto utilizando el Hubble mientras observaban la galaxia enana RCP 28, situada a 7.500 millones de años luz. El telescopio espacial vio el agujero negro como una banda brillante de luz.
Tenía una longitud de más de 200.000 años luz. Eso es aproximadamente el doble de la anchura de la Vía Láctea. Los científicos especulan que la franja de luz está formada por gas comprimido en el que se forman nuevas estrellas. El agujero negro tiene 20 veces la masa del Sol. Viaja a 4.500 Mach (5,6 millones de km/h) alejándose de su galaxia de origen.
Según los científicos, los agujeros negros supermasivos activos expulsan chorros de materia a gran velocidad. Estos chorros son visibles para nosotros como rayas de luz y se denominan chorros astrofísicos. Sin embargo, los chorros se debilitan a medida que se alejan de la fuente, mientras que la cola del agujero negro detectada por el telescopio Hubble sólo se hace más fuerte. Además, la estela sigue siendo lineal, aunque los chorros tienden a abrirse en abanico.
Los científicos afirman que, si se confirman sus hipótesis, disponen de la primera prueba clara de que los agujeros negros supermasivos pueden abandonar las galaxias. La causa puede ser la interacción gravitatoria de tres cuerpos de igual masa, que da lugar a la formación de una binaria y a la eyección de un tercer cuerpo.