La presidenta peruana, Dina Boluarte, propuso una tregua y luego ha culpado a los manifestantes de haber lanzado las balas que los mataron a ellos mismos. Los ciudadanos del sur andino denuncian abiertamente el racismo institucional.
«Vamos pueblo, carajo, el pueblo no se rinde, carajo», ha gritado la multitud en respuesta a los gases lacrimógenos y perdigones disparados por la Policía para impedir su avance por las calles de Lima. El centro de la capital ha sido tomado este martes por manifestantes que exigen la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, adelanto de elecciones para este año, una Asamblea Constituyente y el cierre del desacreditado Congreso que controla la derecha.
El centro de Lima en ebullición
Como en otras ocasiones, la movilización ha comenzado pacíficamente, hasta que la Policía ha atacado para cortarles el paso y dispersarlos. Los manifestantes han respondido lanzando piedras, palos y lo que tuvieran a la mano. La plaza San Martín, tradicional punto de encuentro de manifestaciones sociales y políticas, ha sido el escenario central de la represión policial, que arremetió para desalojar a quienes protestaban. Algunos manifestantes se han protegido con escudos caseros de madera en la primera línea, intentando detener el avance de la Policía.
Los gases lacrimógenos han cubierto el lugar de humo y lo han vuelto irrespirable. La Policía disparaba perdigones sin cesar. Era un enfrentamiento desigual y la Policía logró retirarlos de la plaza San Martín. La represión ha continuado en otras calles del centro y continuaba al cierre de esta nota. Hasta ese momento no había un reporte de heridos y detenidos.
«Dina, asesina, mataste a nuestros hijos», ha gritado la multitud mientras arreciaba la represión. «La sangre derramada, jamás será olvidada«, era otra consigna que ha retumbado por toda la manifestación. «Somos campesinas, no terroristas», ha coreado un grupo de mujeres vestidas con coloridas y anchas faldas andinas. Poco más allá, un grupo de jóvenes las ha seguido: «Somos estudiantes, no terroristas«. Ha sido una respuesta al Gobierno, a la derecha y a los medios, que los acusan de terroristas.
«Amigo, estudia, no seas Policía», se coreaba frente a los efectivos policiales. «Métele un balazo», se ha escuchado gritar a un policía. «Asesinos, asesinos» ha respondido la gente, entre gases y ruidos de los disparos de perdigones. La exigencia de renuncia de la presidenta no han cesado en ningún momento. Con este, ha sido el sexto día de protestas consecutivas en Lima. Una vez más, la respuesta del Gobierno ha sido la represión.
Este martes, el epicentro de las protestas ha estado en Lima pero también ha habido movilizaciones en ciudades del interior. El sur andino, donde son diarias desde que se reanudaron el 4 de enero tras una tregua navideña, sigue casi paralizado. El aeropuerto de Cuzco ha suspendido su actividad y el flujo de turistas se ha reducido casi a cero desde el inicio de las protestas.
En la carretera Panamericana Sur, a 290 kilómetros de Lima, ha habido duros choques entre policías y manifestantes que bloqueaban la vía. El Gobierno ha reconocido que se desbloquea una vía y después vuelve a ser bloqueada. Desde hace semanas se mantienen bloqueos en distintas vías: hay más de 70 piquetes en diez regiones del país. En ciertas regiones ya hay problemas de abastecimiento de alimentos y combustible.
Una tregua insólita
Horas antes de que comenzara la movilización en Lima y se desatara la represión, Boluarte pidió una tregua a quienes protestan. Lo hizo en declaraciones a la prensa extranjera. Pero ella misma dinamitó un acercamiento llamándolos «violentistas» y «radicales«, y los acusó, sin evidencias, de estar financiados por «el narcotráfico, la minería ilegal y el contrabando, para generar caos, zozobra y anarquía para que aprovechen esas economías ilegales para hacer sus actividades ilícitas sin control».
El bulo de las balas bolivianas
Ante las evidencias que comprometen a su Gobierno con una brutal represión, la presidenta ha ofrecido una explicación que vuelve a revelar la facilidad con la que el Gobierno lanza acusaciones sin sustento. Ha acusado a los manifestantes de haber sido ellos los que han provocado las muertes disparando «balas que han importado desde Bolivia«.
No hay una sola prueba de la existencia de esas supuestas balas bolivianas. Boluarte ha asegurado a medios extranjeros que tiene videos que prueban su grave acusación y que los entregaría, pero eso no ocurrió. «Hay que determinar de dónde son las balas. Si son de la Policía o del lado de los violentos y radicales«, ha insistido la presidenta peruana. Lo cierto es que los muertos y heridos por disparos son todos manifestantes, no hay un solo policía muerto o herido por esas supuestas «balas bolivianas» que el Gobierno asegura han disparado los pobladores que protestan en el sur andino.
Ninguna fotografía o video muestra a manifestantes armados con fusiles o pistolas. Los resultados conocidos de las autopsias de las víctimas confirman que los proyectiles que les mataron corresponden al tipo de armas que usan las fuerzas de seguridad. Coincidiendo con la ultraderecha, Boluarte ha acusado al expresidente Pedro Castillo de promover desde la prisión «protestas violentas«. Otra vez, no mostró una sola evidencia.
Los Andes en pie de lucha
Las movilizaciones antigubernamentales tienen una fuerte presencia andina. La altiplánica región de Puno es epicentro de las mayores protestas y la represión más dura. Ahí han muerto más de veinte personas. Boluarte ha reconocido que la región está paralizada desde hace semanas y que la protesta es casi total en la zona.
Ha soltado una frase lamentable pero reveladora, que refuerza esa sensación de exclusión del Perú oficial contra el mundo andino. «Puno no es Perú«, ha espetado. Afirmaciones como esta alimentan la indignación popular en regiones andinas que se han levantado contra el poder oficial, ahora en manos de la ultraderecha que gobierna con Boluarte, y contra la histórica discriminación en su contra.
Valentina Churqui, campesina, ha llegado a Lima desde Puno para sumarse a las protestas. «Estoy aquí porque policías han matado a mis hijos, a mis nietos, por eso los puneños estamos aquí luchando. Hay muertos que han desparecido, hay más muertos de los que dicen», le ha señalado a Página 12 con notoria emoción. Ha asegurado que no depondrán las protestas hasta que renuncie Boluarte: «Ella dice que somos campesinos ignorantes, no somos ignorantes, ella es ignorante, no entiende por lo que nosotros luchamos. Qué vamos a dialogar si ella no nos valora. Queremos respeto, reconocimiento a nuestro trabajo. Si nos van a matar, que nos maten a todos, no tenemos miedo».