La sequía azota a familias y animales y deja testimonios que reflejan su impotencia

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“Ya no tenemos nada que comer y tampoco llega el agua. Creo que vamos a tener que irnos de aquí”, señalaba Francisco Mamani en los Yungas de La Paz. Similar incertidumbre viven miles de familias afectadas por los embates de la sequía

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 En Boyuibe hay vías en las que se ve a animales que no pudieron subsistir a la sequía

Se inicia diciembre y Bolivia está seca. La sequía comenzó a sentirse con fuerza desde octubre, mes en el que normalmente comienzan las lluvias; sin embargo, este año el panorama es totalmente distinto y preocupa a las familias que lo han perdido todo y que tratan de descifrar cuál será su futuro.

Son más de 100.000 familias del altiplano, valles y chaco que sufren los embates de la sequía. UNITEL recorrió varios municipios para escuchar los testimonios de quienes han sido golpeados por la sequía.

COMARAPA

Parada en medio de la inmensa represa de este municipio, la concejal Lizet Saravia, señaló que en años pasados el nivel del agua llegaba fácilmente a los 53 metros de altura.

“El agua pasaba el tronco que podemos ver en este momento”, relata la concejal, mientras apuntaba el árbol que solitario aparece en medio de la represa, en un terreno que está tan seco que se la han formado grietas.

Esa escasez de agua afecta a los productores de alimentos, quienes señalan que no tienen con qué regar de sus cultivos.

“Hay tierra pero no hay agua para producir, no he sembrado porque no hay agua para regar”, manifestó Luis García, productora de Comarapa.

El río San Isidro en la comunidad Las Juntas de Santa Cruz, también tiene un panorama desolador. Un montón de piedras con diminutos charcos de agua es lo que se puede ver en lo que debía ser su cauce.

“Estamos sufriendo tanto seres humanos como animales”, señala Deterlino Tapia.

Ante este panorama, Yhony Vocal, alcalde de Comarapa, manifestó que las tres provincias que conforman los valles cruceños están siendo duramente azotadas por la sequía poniendo en riesgo la producción de alimentos y de ganado.

BOYUIBE

“Nosotros no tenemos ayuda, nosotros queremos que nos ayuden por lo menos con el forraje y el pasto”, eso lo que pedía un hombre en Boyuibe, mientras se encontraba parado a pocos metros de una vaca, que era más huesos que carne y que estaba postrada sin vida a un costado de la carretera en Boyuibe.

Este municipio ubicado en el provincia Cordillera de Santa Cruz tiene como principal actividad económica la agricultura, que la combina con la ganadería.

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“Esto va a afectar al país porque de aquí sale carne para las mesas de los bolivianos”, señaló Juan Villagómez, productor de este municipio.

YUNGAS

En los Yungas de La Paz, la sequía combinada con los incendios arrasó con bosques, cafetales, cocales, arboles frutales y muchas viviendas. Como la humareda de esta tragedia, así se esfumaron los sueños de muchas familias en busca de un futuro mejor.

“Ya no tenemos nada que comer y tampoco llega el agua. ¿Qué vamos a hacer?, creo que vamos a tener que irnos de aquí”, señalaba Francisco Mamani, un hombre que miraba a sus plantaciones convertidas en cenizas, mientras trataba de descifrar cuál sería el futuro de su familia.

OMEREQUE Y PASORAPA

A los atajados secos se suman los animales flacos, ese es el escenario que ha dejado la sequía en La Mesada, un municipio de vocación ganadera que tiene lista su declaratoria de desastre.

“La gente está empezando a desesperarse, no hay agua para que consuman y tampoco para la vegetación”, explicó Uberlino Macías.

En Pasorapa, los 7.000 habitantes dependen del ganado. Antes de la sequía en este municipio existían 35.000 cabezas; sin embargo, con el desastre climatológico que viven, estiman que con suerte quedaran con menos de la tercera parte.

“Si sobran 10.000 será suerte o mucha resistencia de ganado. Los suchas van a estar revoloteando”, señaló Teodorica Tapia.

La sequía se extiende en Cochabamba. Embalses como La Angostura y Misicuni tienen poca agua, mientras que lagunas como Coña Coña están a punto de secarse por completo. En el valle alto ya se ha reportado que más de 700 llamas sucumbieron al hambre y la sed.

“Con eso vivimos en este lugar, con eso nuestra familia hemos hecho estudiar”, señala un comunario del lugar.

Con el termómetro marcando más de 40 grados en los llanos del oriente y superando los 25 grados en el altiplano, la sequía seguirá cobrando víctimas en diferentes zonas.


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