Dondinho, su padre, lo condujo hasta Sao Paulo, donde lo esperaba el cazatalentos Waldemar de Brito y quien lo llevaría hasta la ciudad portuaria de Santos, sede del club albinegro, donde era esperado por los directivos.
Durante el viaje De Brito ofreció tres consejos, que su pupilo después reconocería que fueron decisivos. El primero era una invitación a conservar a toda costa su estilo y jugar en Santos de la misma forma osada como lo hacía en las polvorientas calles de Baurú.
El segundo comprometía a Pelé a no dejarse impresionar con la trayectoria de sus compañeros.
Y el tercero, y quizá el más importante y radical: mantenerse al margen de los comentarios de la prensa deportiva.
«Usted no va a leer periódicos ni a escuchar programas de radio, especialmente antes de los partidos», le dijo el descubridor de jugadores, según relató en su libro ‘Pelé, la Autobiografía’.
«A lo largo de mi carrera, y aún después, jamás di mucha bola para la prensa. Es claro que cuando era informado de que había un bonito artículo sobre mí, buscaba leerlo. Eso era bueno. Pero, como regla general, procuré no incomodarme con lo que la prensa decía sobre mí», añadió.
Luego, con el paso de las semanas, De Brito fue ampliando el código de comportamiento que debía seguir a rajatabla Edson Arantes do Nascimento.
Solo que pronto Pelé descubrió que las nuevas cuatro reglas tenían mucho que ver con la influencia a distancia de su madre, Celeste: «Nada de fumar, nada de beber, nada de mujeres y nada de andar en malas compañías».
«Como se ve, Waldemar se había tomado muy en serio la promesa de cuidarme que hizo a doña Celeste», concluyó el joven ‘rey’.