La cárcel de Palmasola actualmente alberga a 7.000 privados de libertad, convirtiéndose, de lejos, en la más poblada de los nueve departamentos
La primera visita general de cárcel en el recinto de Palmasola, en jornadas de descongestionamiento judicial, ya dio frutos.
Tras la inauguración, a cargo de autoridades judiciales, entre ellas el magistrado por Santa Cruz, Olvis Eguez; el presidente del Tribunal Departamental de Justicia, Freddy Larrea; fiscal departamental Róger Mariaca; vocales, jueces y autoridades penitenciarias, salieron historias de reclusos que ya lograron su libertad y que estaban clamando justicia.
“El objetivo fundamental de las visitas carcelarias es disminuir la mora procesal, de manera general, el descongestionamiento y garantizar a la víctima que recibirá una justicia sin dilaciones. Al final las víctimas, después de tanto peregrinar, se cansan y cuando no reciben el fallo consideran que no se les hizo justicia, no se les atendió, no hubo respuesta”, aseguró el magistrado del Tribunal Supre mo de Justicia por Santa Cruz, Olvis Eguez.
Al inicio de la visita general, se conoció de manera oficial que la población de la cárcel de Palmasola, de 5.000 reclusos, aumentó a 7.000, convirtiéndose de lejos en la más poblada de Bolivia.
Los jueces de tribunales y de ejecución penal fueron los primeros en recibir audiencias con los internos, para verificar sus causas.
Mira al cielo y agradece
La jueza primero de Ejecución Penal, María Alejandra López, después de recibir y conocer toda la historia judicial de la reclusa Mariela Quinteros Tejerina, le libró el mandamiento de libertad.
La interna ingresó al penal des de 2012, por delito de robo. En el interior del recinto carcelario incurrió en el suministro de drogas, y recibió una segunda condena de cuatro años de cárcel. Por el delito de robo ya recibió la libertad, pero quedaba pendiente el de suministro de cocaína. Ella ya había cumplido la condena, y esperaba la acción de la justicia.
Cuando la jueza Alejandra López le entregó el manda miento de libertad, Quinteros que estaba sentada, miró al cielo en agradecimiento por su libertad.
En ese instante, emocionada, Quinteros contó a EL DEBER que cuando llegó a la cárcel se deprimió mucho. “Me negaron a mis hijos menores y aquí conocí las drogas, pero llegué a superarlas gracias a Dios”. Entre lágrimas dijo que en la cárcel vio crecer a sus hijos, “soy madre soltera, y como sea juntaba plata para criarlos”, se sinceró.
Ahora se gana la vida adentro de otro modo, aseguró que lavando ropa para las internas, que llegan y prefieren recibir ayuda de las otras.
“Sirvo a la gente que a veces no puede lavar y lavo ropa de las personas drogodependientes. Ya dejé de consumir, estoy encargada del quinto pabellón casi 90 personas. Me levanto a las cuatro de la mañana, ayudo a las de limpieza. En esta vida, cuando uno se lo propone, puede. De lo vivido, daré mi testimonio afuera, volveré a servir a mis hijos, que me necesitan, gracias señora juez, no pensaba recibir mi libertad”, dijo, mientras era felicitada por otras internas.
Carlos José Becerra, otro recluso procesado por lesiones graves, se sometió a un procedimiento abre viado de tres años y está en puertas de su libertad. Lo hizo ante el tribunal de los jueces Carlos Roca y Raúl Lizarazu.
Se ganaba la vida como ambulante, cuando en marzo de 2020 se vio involucrado en una pelea y lo acusaron por lesiones graves.
La justicia le reconoció que solo incurrió en lesiones leves y fue favorecido con abreviado y saldrá libre. El presidente del Tribunal Departamental de Justicia, Freddy Larrea, sostuvo que el hacinamiento es uno de los principales problemas en el recinto carcelario. Asimismo, dijo que los reclusos sufren y soportan adversidades, entre ellas, muchas veces son abandonados, incluso por sus abogados.
Estas jornadas carcelarias, que se desarrollarán durante seis días, tienen previsto superar las dos mil resoluciones emitidas el pasado año. Se busca emitir resoluciones de libertad, procedimientos abreviados, así como otros de beneficio, en busca de una justicia eficaz.
