President Website/WANA (West Asia News Agency) via REUTERS – El presidente ruso Vladimir Putin y el presidente iraní Ebrahim Raisi se reúnen antes de una cumbre de líderes de los estados garantes del proceso de Astana, diseñado para encontrar un acuerdo de paz en el conflicto sirio, en Teherán, Irán, el 19 de julio de 2022
Las negociaciones entre Irán y Rusia en materia energética encauzan su recta final. Así lo anunció el viceministro de Petróleo persa, Mohsen Khojasteh-Mehr, que ejerce además como director general de la Compañía Nacional de Petróleo de Irán (NIOC, por sus siglas en inglés). Las condiciones del acuerdo permitirían constituir a las partes un frente común para la exportación de gas natural licuado en un contexto global marcado por la escasez de suministros y los precios desorbitados. Uno y otro saldrían ganando: Moscú podría canalizar las sanciones occidentales a través de Teherán, de cerrarse el acuerdo nuclear, y este se convertiría en un hub regional de gas.
En julio, la visita del presidente ruso Vladímir Putin a la capital iraní, donde se reunió en formato Astaná con sus homólogos turco y persa, Recep Tayyip Erdogan y Ebrahim Raisí, no solo sirvió para discutir la situación en Siria, sino también para profundizar la asociación energética con el régimen de los ayatolás. La gigante Gazprom y la Compañía Nacional de Petróleo iraní firmaron un Memorando de Entendimiento (MoU) que sellaba una inversión rusa de 40.000 millones de dólares.
El acuerdo esbozado en Teherán contiene cuatro líneas clave que, de llevarse a cabo, permitiría a Rusia armar un segundo cártel de exportadores de energía similar a la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP+), donde su influencia se antoja determinante para la toma de decisiones en el seno del grupo, a pesar de ser un miembro asociado. El Kremlin ganaría peso en la escena internacional y allanaría el camino para mitigar el alud de sanciones impuesto por Occidente tras su invasión de Ucrania.
En virtud del borrador, consultado por el portal OilPrice, Rusia se compromete con Irán a asistir a su petrolera en el desarrollo de las instalaciones de sus campos de gas en la isla de Kish y en North Pars, ubicado en aguas del Golfo Pérsico, con un montante de 10.000 millones de dólares. Además, Rusia accede a colaborar en la mejora del yacimiento gasístico de South Pars, descubierto en la frontera marítima entre Irán y Qatar. En este emplazamiento trabajó desde 2016 un consorcio internacional liderado por la francesa Total que, una vez roto el acuerdo nuclear de 2015, abandonó el proyecto por temor a las sanciones.
Gazprom también aseguró su participación en las labores de construcción de gasoductos y otras instalaciones gasísticas. Sin embargo, el punto más importante del borrador deja por escrito que Rusia se compromete a presionar a otros actores regionales potentes en el mercado energético con el objetivo de integrarlos en esta alianza estratégica, de acuerdo con OilPrice, que se podría materializar en un cártel para la exportación de gas.
Algunos analistas no creen que esta sociedad pueda alcanzar cotas tan altas. El consultor Bijan Khajehpour apunta en Al-Monitor que el acuerdo se traducirá probablemente en la profundización de la alianza energética y comercial entre las partes, pero matiza que Rusia no cuenta con los fondos ni con la experiencia suficiente como para compensar la ausencia de inversiones occidentales en el sector.
Irán tendría la capacidad de importar 20.000 millones de metros cúbicos anuales de gas ruso, según las primeras estimaciones. Una parte de esta adquisición estaría preparada para ser comercializada, aprovechando que el país se ubica en un emplazamiento difícilmente mejorable para exportar hacia países como Turquía o Irak, vecinos regionales que atraviesan un escenario delicado. Aunque la mayoría debería ir destinado al consumo interno, ya que Irán registró en invierno un déficit de gas superior a los 250 millones de metros cúbicos al día.
El plan se ha interpretado como una estrategia del Kremlin para eludir las sanciones occidentales. Solo hay un problema, y es que Irán también está sometido a estas restricciones desde hace años. Todo dependerá de la reedición del acuerdo nuclear de 2015, conocido como el Plan de Acción de Integral Conjunto (PAIC). Las partes son optimistas de cara a reactivar los términos del pacto, que traerían consigo un levantamiento parcial de las sanciones a la economía persa, pero todavía faltan por resolver algunas cuestiones.
Para los inversores internacionales, la vuelta al PAIC significaría reanudar las relaciones comerciales paralizadas en 2018, cuando Trump retiró unilateralmente a Estados Unidos del acuerdo nuclear. En un contexto de escasez, la irrupción en el mercado de gas iraní podría aliviar la situación. Sin embargo, Khajehpour recuerda que Irán no cuenta con infraestructura ni capacidad para conducir suministros hacia Europa a pesar de tener las segundas mayores reservas de gas del mundo, precisamente por detrás de Rusia.