En Bolivia esta situación se ha mantenido e incluso extendido después de controlada la pandemia debido, en gran medida, a la fragilidad de la economía, políticas económicas erradas y una menor capacidad de creación de empleo.
El estudio denominado “La situación social de Bolivia” de la Fundación Milenio revela que la pandemia en el país generó mayor informalización del empleo, caída de los ingresos de las familias, debacle de la calidad educativa y el colapso del sistema de salud.
El libro fue presentado el jueves en la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP) por Henry Oporto, director ejecutivo de Milenio, y contó con los comentarios de los especialistas Fernanda Wanderley y Javier Gómez.
Esta situación se ha mantenido e incluso extendido después de controlada la pandemia debido, en gran medida, a la fragilidad de la economía, políticas económicas erradas y una menor capacidad de creación de empleo.
El informe de Milenio señala que las secuelas de la pandemia aún permanecen, causando un evidente deterioro de las condiciones de vida de la población debido a que la actividad económica y productiva está frenada, lo que genera una recuperación económica débil, con bajo crecimiento.
“Bolivia ha dado muestras de debilidades y falencias crónicas en materia de protección social y tanto más por cuanto el aumento incesante de la informalidad determina que un elevado porcentaje de la población esté indefensa frente a la inseguridad económica, la precariedad de los empleos y los riesgos de salud, de vejez y otros”, afirma el documento.
Durante la presentación del libro, Oporto señaló que “el estudio muestra un panorama social preocupante, que contradice el relato político oficial de que existen muchos logros socioeconómicos”.
Oporto agregó que “los datos y evidencias que aporta dejan en claro que la mejora de algunos indicadores, en los años anteriores a la pandemia, no han sido genuinos ni sostenibles porque no se asentaron en el fortalecimiento de las capacidades humanas de las personas, es decir en una mejor educación y formación laboral, mayor protección sanitaria y puestos de trabajo más seguros, formales y mejor remunerados”.
Fernanda Wanderley, doctora en sociología de Columbia, dijo en sus comentarios que algunos de los problemas coyunturales de la economía boliviana ocasionados por la pandemia en realidad son “estructurales” y deben ser tratados de esa manera. Hizo énfasis, por ejemplo, en los magros resultados de la educación en Bolivia y los muy precarios y deficientes servicios de salud pública.
Por su parte, Javier Gómez, que es economista y especialista en temas de empleo, señaló que el término “informalidad” debe ser más adecuadamente definido, ya que engloba conceptos disímiles, y también críticó el nivel de la educación en el país. “Los chicos y chicas que van a clases, en muchas oportunidades en realidad aprenden muy poco”, expresó.
Informe
El informe calcula la caída de los ingresos laborales, durante el primer trimestre de este año, en 12% respecto del nivel de ingresos previos a la pandemia, además de un incremento de la brecha salarial de género.
Las señales de deterioro de los indicadores sociales son evidentes. Un impacto de más largo plazo es la pérdida de capital humano, derivada de las consecuencias sanitarias, pero también de la precarización del mercado laboral y del rezago y pérdida de aprendizajes de los estudiantes, que no se han podido recuperar en los últimos dos años.
El estudio fue realizado por los especialistas José Gabriel Espinoza, Ernesto Yáñez, Guillermo Aponte y Patricia Philco-Lima, bajo la coordinación de Henry Oporto. Su producción tuvo el apoyo y la participación de la Red Procosi.
También hicieron uso de la palabra en el evento el director de Procosi, Víctor Terán, el co-autor Ernesto Yánez y el presidente de la APLP, Raúl Peñaranda.