FIL La Paz 2022: la industria editorial boliviana se renueva aun de la falta de apoyo estatal

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La industria editorial boliviana ocupa los últimos lugares en el contexto de América Latina debido a la ausencia de políticas públicas que dinamicen el sector, aseguró Fernando Barrientos, director de Ferias de la Cámara Departamental de Libro de La Paz que se apresta a inaugurar la 26 Feria Internacional del Libro.

En entrevista con Cabildeo Digital, dijo que en comparación con el resto de países de la región “la industria editorial boliviana arrastra un rezago histórico, es pequeña, y uno de los factores para esta situación es la falta de apoyo estatal y de políticas de libro”.

La industria editorial en el país está en manos de pequeñas y medianas empresas que coexisten con iniciativas del sector público, especialmente la editorial estatal creada en 2017, e iniciativas de autores que introducen sus propias obras bajo la modalidad de auto publicación.

Según el informe El Espacio del Libro Iberoamericano 2018, elaborado por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) el gasto per cápita en material de lectura en Bolivia es uno de los más bajos de la región. Mientras en Argentina cada persona destina unos 11,38 dólares promedio en libros cada año, en Bolivia esta cifra es de 1,3 dólares.

La letra muerta de la ley del libro y la lectura

A más de nueve años de su promulgación, en abril de 2013, la Ley del Libro y la Lectura es virtualmente letra muerta, porque en criterio de Fernando Barrientos no se termina de aplicar y no se promueven políticas públicas para garantizar su implementación.

Detalló que “Hay muchas cosas que no se hicieron.  El Consejo Nacional de Fomento a la Lectura no está en funcionamiento, el Fondo de Fomento a la Lectura no tiene presupuesto, falta una política de compras estatales, que el Estado compre libros a editoriales bolivianas mediante licitaciones, nos falta un Sistema Nacional de Bibliotecas y otras acciones menores pero muy necesarias para que la industria editorial sea saludable y tenga un rol –en alianza con el Estado– en el sistema educativo, para que el alumnado lea textos y libros producidos por escritores bolivianos y publicados por editoriales bolivianas.  Se han descuidado los textos de apoyo, que son complementarios en la formación educativa, hay piedra libre y cada profesor decide que se debe leer, pero debiera haber una alianza para definir los contenidos”.

Cuando se promulgó la Ley 366 del Libro y la Lectura “Oscar Alfaro”, el entonces Ministerio de Culturas reportó que de 332 municipios solo 166 contaban con bibliotecas municipales, la mitad de ellas en el departamento de La Paz. La vigencia de la ley no ha cambiado esa situación y las alcaldías no han cumplido con el mandato de construir bibliotecas o, al menos, habilitar espacios para que niños, niñas, adolescentes y sus familias dispongan de libros y puedan reunirse a leer.  La paradoja es que, al promulgar la ley, Evo Morales, dijo que la norma pretendía promover el hábito de la lectura, pero admitió que «Yo tengo ese problema. No me gusta leer».

Barrientos, dijo que los alcances de la ley se han reducido a la liberación del impuesto al valor agregado (IVA) a la venta de libros nacionales y extranjeros y del impuesto a las transacciones, del 3 por ciento.

El Estado debe articular con editores, libreros y lectores

Las entidades a cargo de la implementación de la Ley del Libro y la Lectura deben asumir su responsabilidad, dijo Fernando Barrientos y, para hacerlo, sugirió una alianza estatal con editores, libreros y lectores.

“La Cámara del Libro tiene experiencia para hacer eso, nos hemos acercado al Estado porque creemos que solo trabajando juntos podemos resolver varios temas, por ejemplo, garantizar el acceso democrático al libro, con contenidos que tengan que ver con nuestra realidad”.

Dijo que existen negociaciones en curso para activar el Comité de Fomento a la Lectura, el Sistema Público de Bibliotecas Públicas, entre otras que están señaladas en la ley, y aseguró que esas medidas no generarán un desequilibrio en el presupuesto general, pero además “es hora de entender que fomentar el acceso al libro no debe ser considerado un gasto sino una inversión con un gran efecto multiplicador en el desarrollo del país”.

Bolivia no es un país de lectores, admitió Barrientos, “los números nos juegan en contra, justamente ahí está el tema relacionado a la educación, me parece que es fundamental la creación del hábito lector, es fundamental en la escuela, es donde los maestros deberían apoyar el fomento a la lectura, eso es algo complejo de hacer pero esa es una política que nos falta, habría más lectores si tuviéramos una educación orientada a fomentar la lectura, pero veo que eso todavía no pasa, quiero creer que si nos organizamos, que viendo la importancia del libro como instrumento educativo, podemos mejorar nuestro índice de desarrollo humano, porque hay una relación entre cuanto se lee y como estamos en materia de desarrollo”.

Según Barrientos, aunque la industria editorial es pequeña, “no más de 15 o 20 editoriales inscritas en las cámaras del libro de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz,  somos el único país en la industria editorial en español que no está bajo la presión de los dos jugadores más importantes de la región, que son Penguin Random House, con sede internacional, y el gigante español Grupo Planeta, eso tiene más pros que contras, porque entre estas 15 o 20 editoriales cubrimos la demanda del libro nacional, si estarían esos dos grandes  la competencia sería más dura”.

Aseguró que, aun de muchas dificultades y de la piratería, la industria editorial “vive un buen momento, hay nuevas editoriales pequeñas que promueven nuevos escritores, nuevas propuestas y nuevos géneros, una producción de calidad, una oferta cada vez más diversa de libros, y una participación creativa y proactiva en diversos espacios, como las ferias del libro, que permiten la promoción de la lectura, la valorización de la literatura y del conocimiento y el acceso al libro”.

Destacó que uno de esos espacios será la 26 Feria Internacional del Libro de La Paz 2022 que tendrá lugar entre el 3 y el 14 de agosto en el campo ferial de Seguencoma bajo el lema “Fiesta de la literatura, fiesta de la cultura” y contará con más de 160 expositores y cerca de 400 actividades.

La industria editorial boliviana ocupa los últimos lugares en el contexto de América Latina debido a la ausencia de políticas públicas que dinamicen el sector, aseguró Fernando Barrientos, director de Ferias de la Cámara Departamental de Libro de La Paz que se apresta a inaugurar la 26 Feria Internacional del Libro.

En entrevista con Cabildeo Digital, dijo que en comparación con el resto de países de la región “la industria editorial boliviana arrastra un rezago histórico, es pequeña, y uno de los factores para esta situación es la falta de apoyo estatal y de políticas de libro”.

La industria editorial en el país está en manos de pequeñas y medianas empresas que coexisten con iniciativas del sector público, especialmente la editorial estatal creada en 2017, e iniciativas de autores que introducen sus propias obras bajo la modalidad de auto publicación.

Según el informe El Espacio del Libro Iberoamericano 2018, elaborado por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) el gasto per cápita en material de lectura en Bolivia es uno de los más bajos de la región. Mientras en Argentina cada persona destina unos 11,38 dólares promedio en libros cada año, en Bolivia esta cifra es de 1,3 dólares.

La letra muerta de la ley del libro y la lectura

A más de nueve años de su promulgación, en abril de 2013, la Ley del Libro y la Lectura es virtualmente letra muerta, porque en criterio de Fernando Barrientos no se termina de aplicar y no se promueven políticas públicas para garantizar su implementación.

Detalló que “Hay muchas cosas que no se hicieron.  El Consejo Nacional de Fomento a la Lectura no está en funcionamiento, el Fondo de Fomento a la Lectura no tiene presupuesto, falta una política de compras estatales, que el Estado compre libros a editoriales bolivianas mediante licitaciones, nos falta un Sistema Nacional de Bibliotecas y otras acciones menores pero muy necesarias para que la industria editorial sea saludable y tenga un rol –en alianza con el Estado– en el sistema educativo, para que el alumnado lea textos y libros producidos por escritores bolivianos y publicados por editoriales bolivianas.  Se han descuidado los textos de apoyo, que son complementarios en la formación educativa, hay piedra libre y cada profesor decide que se debe leer, pero debiera haber una alianza para definir los contenidos”.

Cuando se promulgó la Ley 366 del Libro y la Lectura “Oscar Alfaro”, el entonces Ministerio de Culturas reportó que de 332 municipios solo 166 contaban con bibliotecas municipales, la mitad de ellas en el departamento de La Paz. La vigencia de la ley no ha cambiado esa situación y las alcaldías no han cumplido con el mandato de construir bibliotecas o, al menos, habilitar espacios para que niños, niñas, adolescentes y sus familias dispongan de libros y puedan reunirse a leer.  La paradoja es que, al promulgar la ley, Evo Morales, dijo que la norma pretendía promover el hábito de la lectura, pero admitió que «Yo tengo ese problema. No me gusta leer».

Barrientos, dijo que los alcances de la ley se han reducido a la liberación del impuesto al valor agregado (IVA) a la venta de libros nacionales y extranjeros y del impuesto a las transacciones, del 3 por ciento.

El Estado debe articular con editores, libreros y lectores

Las entidades a cargo de la implementación de la Ley del Libro y la Lectura deben asumir su responsabilidad, dijo Fernando Barrientos y, para hacerlo, sugirió una alianza estatal con editores, libreros y lectores.

“La Cámara del Libro tiene experiencia para hacer eso, nos hemos acercado al Estado porque creemos que solo trabajando juntos podemos resolver varios temas, por ejemplo, garantizar el acceso democrático al libro, con contenidos que tengan que ver con nuestra realidad”.

Dijo que existen negociaciones en curso para activar el Comité de Fomento a la Lectura, el Sistema Público de Bibliotecas Públicas, entre otras que están señaladas en la ley, y aseguró que esas medidas no generarán un desequilibrio en el presupuesto general, pero además “es hora de entender que fomentar el acceso al libro no debe ser considerado un gasto sino una inversión con un gran efecto multiplicador en el desarrollo del país”.

Bolivia no es un país de lectores, admitió Barrientos, “los números nos juegan en contra, justamente ahí está el tema relacionado a la educación, me parece que es fundamental la creación del hábito lector, es fundamental en la escuela, es donde los maestros deberían apoyar el fomento a la lectura, eso es algo complejo de hacer pero esa es una política que nos falta, habría más lectores si tuviéramos una educación orientada a fomentar la lectura, pero veo que eso todavía no pasa, quiero creer que si nos organizamos, que viendo la importancia del libro como instrumento educativo, podemos mejorar nuestro índice de desarrollo humano, porque hay una relación entre cuanto se lee y como estamos en materia de desarrollo”.

Según Barrientos, aunque la industria editorial es pequeña, “no más de 15 o 20 editoriales inscritas en las cámaras del libro de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz,  somos el único país en la industria editorial en español que no está bajo la presión de los dos jugadores más importantes de la región, que son Penguin Random House, con sede internacional, y el gigante español Grupo Planeta, eso tiene más pros que contras, porque entre estas 15 o 20 editoriales cubrimos la demanda del libro nacional, si estarían esos dos grandes  la competencia sería más dura”.

Aseguró que, aun de muchas dificultades y de la piratería, la industria editorial “vive un buen momento, hay nuevas editoriales pequeñas que promueven nuevos escritores, nuevas propuestas y nuevos géneros, una producción de calidad, una oferta cada vez más diversa de libros, y una participación creativa y proactiva en diversos espacios, como las ferias del libro, que permiten la promoción de la lectura, la valorización de la literatura y del conocimiento y el acceso al libro”.

Destacó que uno de esos espacios será la 26 Feria Internacional del Libro de La Paz 2022 que tendrá lugar entre el 3 y el 14 de agosto en el campo ferial de Seguencoma bajo el lema “Fiesta de la literatura, fiesta de la cultura” y contará con más de 160 expositores y cerca de 400 actividades.


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