Expertos: Urge acelerar industrialización de litio y producir al menos los cátodos

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EXPRESIDENTE DE LA CORPORACIÓN MINERA DE BOLIVIA (COMIBOL) CONSIDERA UN ERROR EXPORTAR MATERIA PRIMA CON EL CARBONATO

La elaboración de baterías es más compleja porque se requiere importar insumos, como grafito y otros, y Bolivia debería enfocarse en la producción de carbonato de litio, cátodos y otros insumos intermedios.

Sólo en 2023, Bolivia comenzará a producir a nivel industrial carbonato de litio y aunque hay mercado potencial, analistas sugieren acelerar el proceso de transformación y alcanzar al menos la fabricación de cátodos y no sólo exportar materia prima.

Este es el producto base para la elaboración de baterías de litio y el año pasado se produjeron 990 toneladas y se obtuvieron 75 millones de bolivianos en ventas. Hasta abril se extrajeron 350 toneladas y las ventas sumaron 150 millones de bolivianos por los altos precios, informó hace una semana el viceministro del área, Álvaro Arnez.

En 2023, hasta el primer semestre se espera que comience a operar la Planta Industrial de Carbonato de Litio en Llipi, Potosí, con una capacidad de producción por año de 15.000 toneladas.

El exministro de Minería Dionisio Garzón opinó que si bien Bolivia puede encontrar mercado, lo que ya no podrá hacer es imponer condiciones y precio.

Señaló que ese producto ya se exporta bastante en el mundo y se lo extrae no solo de salares, sino de roca dura y hay varios países que están en el mercado, como Chile, China, Australia, Estados Unidos (EEUU) y Argentina. “Hemos perdido bastante tiempo y no vamos a poder entrar al mercado con ventaja a nivel industrial, esos países tienen mercados”, precisó.

Añadió que cualquier país que quiera vender carbonato de litio, baterías o cátodos debe asegurar acuerdos de largo plazo, porque los fabricantes de autos eléctricos buscan contratos de 20 años mínimo, que les asegure el suministro y Bolivia está atrasada.

En función del costo de producción dependerá la inserción al mercado, porque si los precios son más altos respecto a otros países, no habrá posibilidades.

Además, sostuvo que al país le conviene más acelerar la producción de cátodos, porque para las baterías, que es algo más complejo, se tendrá que importar otros componentes, como grafito, cobre y fibra de vidrio, ya que solo se cuenta con el litio. “Debemos apurarnos en fabricar cátodos y los productos intermedios, y entrar al mercado lo antes posible y que eso nos dé tiempo hasta que se pueda armar la fábrica de baterías”, recalcó.

Para ello, considera que Bolivia debería elegir de una vez la o las empresas con la que se trabajará en la nueva técnica de Extracción Directa de Litio (EDL) y asegurar mercados y contratos de largo plazo, firmar cartas de intención para la compra de carbonato, productos intermedios y cátodos, y finalmente baterías.

El expresidente de la Comibol Héctor Cordova opinó que el mercado de carbonato de litio está siempre abierto, pero el de baterías crece cada día.

“Mucha gente considera que deberíamos acceder a este mercado de carbonato para obtener divisas en abundancia y lo más rápidamente posible, repitiendo el error de siempre: vender materias primas”, remarcó.

Según Córdova, el avanzar hacía la elaboración de al menos cátodos puede ser una de las decisiones que se tome si el objetivo de las baterías queda muy largo o muy caro o imposible de cumplir por los costos, el retraso industrial del país o la poca disponibilidad de insumos.

El experto en minería Carlos Sandy opinó que el país está atrasado en producir carbonato y baterías de litio a nivel industrial. “Yo espero que se deseche este proyecto de las baterías porque el costo de trasladar las mismas a las fábricas de autos que están en Europa y Asia es muy alto y eso conlleva riesgos”, dijo.

Manifestó que Bolivia no sólo debería pensar en baterías de litio, sino de magnesio o de potasio, que sirven para vehículos de menor gama. “Hay que concentrarse en la explotación del carbonato de litio con la tecnología que nos pueda abaratar costos, porque no estamos pudiendo separar magnesio de litio y eso nos está generando problemas porque es un costo alto”, dijo.

Otro especialista que prefirió no ser nombrado recordó que la planta industrial de carbonato de litio ya lleva dos años de retraso y cuestionó sobre qué sustento técnico se anuncia operaciones para 2023. “Por ejemplo, recién están adjudicando la planta de tratamiento de agua que alimentará a la de carbonato de litio, esta última tiene un plazo de unos 300 días, que es muy optimista”, observó.

Añadió que existe un mercado potencial para la producción de litio de Bolivia, pero en el mundo hay bastante oferta y los que lleguen primero serán los que tendrán el beneficio. “Según el cronograma inicial, el 2021 Yacimientos de Litio Bolivianos ya debería estar produciendo 15 mil toneladas de carbonato de litio y 38 mil a 40 mil toneladas de hidróxido de litio. ¿Dónde estamos ahora?”, cuestionó.

El rumbo de la industrialización depende del plan estratégico

El expresidente de la Comibol Héctor Cordova opinó que para reencaminar el proceso industrial del litio boliviano se debe elaborar un plan estratégico.

Esto, para identificar la dimensión de la producción de baterías, la demanda de insumos, cuáles de éstos y en qué proporción se podrían aportar localmente.

También para determinar la demanda de personal calificado, los aspectos logísticos, el mercado, la tecnología a usar y quién debería proporcionarla; los insumos que pueden ser provistos localmente.

Este plan es importante para organizar las puestas en marcha de las plantas de producción, su localización, la demanda de energía, de materia prima, de talento humano, de agua, de infraestructura; los costos de todo el plan, las fuentes de financiamiento, las características de relacionamiento con el proyecto estatal, el cronograma de funcionamiento de todo el proyecto.

Con este análisis dijo que se puede tomar la decisión de ir adelante o detenerse.

Recordó que la Planta de Carbonato de Litio debía tener la capacidad de producir 30.000 toneladas por año, pero esto fue reducido a la mitad.

Además, la factoría tenía que haber comenzado sus operaciones hace dos años, pero la pandemia de covid y los cambios políticos en la gestión del proyecto postergaron su puesta en marcha para el 2023.


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