Anunciaron que la ayuda en la región de Tigray, en el norte de Etiopía, se restablecerá en julio, y en el resto del país en algún momento después de esa fecha
«No tengo palabras para describir nuestro sufrimiento», se quejó Tesfa.
Mientras Estados Unidos y la ONU exigen que el gobierno de Etiopía ceda el control del vasto sistema de entrega de ayuda con el que se apoya a una sexta parte de la población del país, han dado el paso drástico de suspender su asistencia alimentaria a la segunda nación más poblada de África hasta que puedan estar seguros de que no se la robarán funcionarios y combatientes etíopes.
Tesfa, que vive en las instalaciones de una escuela con otros cientos de desplazados por la guerra en Tigray, rió cuando le preguntaron cuántas veces come al día. «La pregunta es una broma», respondió. «Con frecuencia nos vamos a dormir sin comer».
En entrevistas con The Associated Press, la primera en reportar el robo masivo de ayuda alimentaria, funcionarios que trabajan para agencias humanitarias de Estados Unidos y la ONU, organismos de ayuda humanitaria y diplomáticos ofrecieron nuevos hallazgos del desvío de esta ayuda en todo el país hacia unidades militares y mercados. Estos incluyeron acusaciones de que algunos altos funcionarios etíopes estaban implicados ampliamente.
El descubrimiento en marzo del robo de ayuda alimentaria suficiente para dar de comer a 134,000 personas durante un mes en un solo poblado de Tigray es sólo un ejemplo de la magnitud del robo que Estados Unidos, el principal donante humanitario de Etiopía, intenta captar. Los alimentos destinados a familias necesitadas se encontraron a la venta en mercados o apilados en molinos de harina comerciales, aún etiquetados con la bandera de Estados Unidos.
Las implicaciones para Washington son globales. Demostrar que puede detectar y detener el robo de ayuda humanitaria pagada por los contribuyentes estadounidenses es vital en una época en que el gobierno del presidente Joe Biden está esmerándose en mantener el apoyo del público a la ayuda que se envía a Ucrania, un país en el que abunda la corrupción.
En una reunión privada la semana pasada en Etiopía, funcionarios estadounidenses de ayuda humanitaria le dijeron a sus socios internacionales que este podría ser el desvío más grande de este tipo de ayuda del que se tenga registro en cualquier país. En una entrevista con la AP, un alto funcionario de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) dijo que podría ser que nunca se llegue a conocer la cantidad exacta de la ayuda robada.
Suministros médicos donados también fueron robados, según un diplomático occidental y un funcionario de la ONU que, al igual que otros, hablaron a condición de que guardar el anonimato porque no están autorizados a hacer declaraciones públicas.
USAID ha dado 1.8 mil millones de dólares en asistencia humanitaria al gobierno etíope desde 2022, por lo que las demoras en la entrega de ayuda alimentaria causan dolor generalizado. Millones de personas pasaron hambre durante la guerra mientras combatientes saqueaban, quemaban y retenían suministros de alimentos, e investigadores de la ONU han advertido de posibles crímenes de guerra relacionados con la hambruna.
Ahora el hambre está siendo vinculada con la corrupción
En hallazgos preliminares difundidos este mes por las autoridades regionales de Tigray se indica que se identificó el robo de más de 7,000 toneladas de trigo donado —15 millones de libras— en su región, las cuales fueron arrebatadas por autoridades federales, regionales y otros. Los descubrimientos no especifican el periodo. Otras regiones aún no reportan cantidades.
El gobierno etíope califica de «propaganda» nociva la insinuación de que es el principal responsable de la desaparición de la ayuda humanitaria en Tigray y otras regiones, pero ha accedido a una investigación conjunta con Estados Unidos, mientras que el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU realiza su propia investigación.
La forma en que funcionarios humanitarios occidentales «se distancian de las acusaciones al vincular el supuesto problema exclusivamente a instituciones y procedimientos gubernamentales es absolutamente inaceptable y contraria a la realidad en el terreno», dijo el portavoz gubernamental Legesse Tulu a reporteros este mes. Él y otros voceros del gobierno no respondieron de momento a mensajes que les envió la AP.
Trabajadores humanitarios dicen que, desde hace tiempo, las agencias humanitarias han tolerado cierto grado de corrupción entre funcionarios gubernamentales. El suministro de ayuda humanitaria a Etiopía ha estado sumamente politizado desde hace décadas, también durante la devastadora hambruna de la década de 1980, cuando el entonces régimen comunista bloqueó el envío de ayuda humanitaria a zonas controladas por grupos rebeldes.
El alto funcionario de USAID le dijo a la AP que el robo más reciente de ayuda alimentaria proveniente de Estados Unidos y la ONU incluyó la manipulación de listas de beneficiarios que el gobierno etíope ha insistido en controlar, el saqueo por parte del gobierno etíope y las fuerzas de Tigray y de la vecina Eritrea, así como el desvío de cantidades masivas de donativos de trigo a molinos de harina comerciales en por lo menos 63 sitios.
Un exfuncionario de Tigray dijo que funcionarios estatales suelen inflar las cifras de beneficiarios para quedarse con el grano excedente, una práctica que dos funcionarios que trabajan con organismos internacionales en Etiopía aseguran es generalizada en todo el país.
Numerosos funcionarios acusaron al PMA de simplemente dejar caer las raciones en medio de los poblados, donde fuerzas armadas de Eritrea robaron buena parte de la ayuda alimentaria.
Hay indicios también de que personas, a quienes el funcionario de USAID sólo describió como «actores del mercado», estaban obligando a familias necesitadas a ceder la ayuda alimentaria que recibían, algo que el PMA también sospecha.
En Etiopía, que tiene antecedentes de hambrunas mortales, «cero» de las 6 millones de personas en Tigray recibieron ayuda alimentaria en mayo tras la suspensión de los donativos de Estados Unidos y la ONU, según un comunicado de la ONU al que la AP tuvo acceso. Es un suceso sin precedentes, señaló.
Veinte millones de personas en toda Etiopía dependen de dicha ayuda, además de más de 800,000 refugiados de Somalia y otras zonas, por lo que grupos humanitarios independientes advierten que incluso si se alcanza una resolución rápida de la disputa muchas personas podrían morir de hambre.
En los primeros comentarios públicos extensos de la agencia alimentaria de la ONU, el director regional de la PMA para África oriental, Michael Dunford, reconoció posibles «deficiencias» en su monitoreo de la distribución de ayuda humanitaria.
«Aceptamos que podríamos haberlo hecho mejor», declaró a la AP esta semana. Pero hasta ahora, señaló Dunford, «en gran medida ha sido el gobierno etíope el que ha gestionado» el proceso.
En cuanto a USAID, el alto funcionario de la agencia citó diversos motivos por los que los funcionarios estadounidenses no se dieron cuenta de la magnitud del robo durante tanto tiempo. La guerra impidió el acceso por tierra a la región de Tigray durante 20 meses. En otras partes del país, las restricciones por el COVID-19 y los problemas de seguridad limitaron la supervisión de USAID, aseveró el funcionario.
Algunos legisladores republicanos y demócratas dijeron que la inusual suspensión nacional de la entrega de ayuda humanitaria demuestra que USAID está tomando el robo de ayuda proveniente de Estados Unidos con la seriedad debida. Al preguntársele al senador demócrata Chris Coons si le preocupa la supervisión efectuada por USAID, respondió: «Me preocupan los mecanismos con los que las fuerzas armadas y el gobierno etíopes podrían haber desviado sistemáticamente alimentos destinados a etíopes hambrientos».
El senador Jim Risch, el republicano de mayor rango en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, dijo: «Se requiere respuesta… a preguntas difíciles, y nuestro socio debe demostrar cierta disposición para cooperar».
«Debe haber un cambio fundamental en la forma en que proveemos asistencia alimentaria en Etiopía si es que vamos a reanudar la ayuda alimentaria de USAID allí», dijo Risch, y exigió rendición de cuentas y transparencia. «El primer principio de la ayuda humanitaria es no causar ningún daño. Según entiendo, se ha causado daño. Debemos asegurarle al contribuyente estadounidense que esto no siga ocurriendo».
Funcionarios estadounidenses y de la ONU dijeron que están trabajando para limitar —o poner fin— al papel de funcionarios del gobierno etíope en el sistema de ayuda humanitaria.
«Estamos retirando todo el control sobre los bienes», señaló Dunford. «Toda la cadena de suministro, desde que recibimos los alimentos en el país hasta que llegan a manos de los beneficiarios». Los planes incluyen distribución por parte de terceros, monitoreo en tiempo real por parte de terceros y registro biométrico de los beneficiarios, agregó.
El gobierno estadounidense quiere que el gobierno etíope se retire de la compilación de listas de beneficiarios y del transporte, el almacenaje y la distribución de la ayuda humanitaria, según un comunicado informativo que redactaron donantes y al que la AP tuvo acceso.
El alto funcionario de USAID dijo que el gobierno etíope se ha comprometido a cooperar con las reformas, pero «aún no hemos visto que se implementen las reformas específicas que nos permitirían reanudar la ayuda».
Una vez más, los civiles están sufriendo
La temporada de cosecha terminó en Etiopía y se avecina la época de escasez. La agencia humanitaria de las Naciones Unidas ha expresado en privado temores de una «hambruna masiva» en partes remotas de Tigray, según una evaluación que realizó en abril a la que AP tuvo acceso. Otra evaluación en mayo citó reportes de 20 personas que murieron de hambre en Samre, a corta distancia en coche de la capital de Tigray, Mekele.
El hospital principal de Tigray reportó un incremento del 28 % en la cifra de niños que ingresaron por desnutrición entre marzo y abril. En el hospital en el poblado de Axum, el aumento fue del 96 %.
«Es un buen día si logramos comer una comida», dijo Berhane Haile, otro de los miles de desplazados por la guerra que está pasando hambre.