El paro cívico significó una relación de perder-perder, indica. Perdió el mismo paro que, a escala nacional, generó posturas polarizadas a favor y en contra, y en Santa Cruz implicó el agotamiento de la población durante los últimos días que restaron su apoyo a la medida.
Una comparación de datos de encuestas realizadas desde julio da cuenta de cómo la gente fue cambiando de opinión. En julio, antes del primer paro en contra de la postergación del censo, el 31% de la gente estaba en desacuerdo con un paro y en agosto después de la primera medida de 48 horas esta cifra subió a 37%.
Para octubre, durante las negociaciones entre el Gobierno y los líderes de Santa Cruz y antes del inicio del paro indefinido, el 22% de la población estaba en desacuerdo.
A partir del inicio de la protesta en contra del Gobierno, el rechazo fue escalando, primero a 42%, luego a 46% y en la última encuesta del 25 de noviembre un 42% dijo que estaba en desacuerdo con la medida.
En Santa Cruz, la cifra de quienes estuvieron a favor de la extrema medida fue descendiendo de 79% a 71%.
Los líderes del denominado comité interinstitucional de Santa Cruz determinaron el fin de la medida, el sábado 26 de noviembre, después de que la Cámara de Diputados aprobó la ley del censo y que ahora pasó al Senado para su revisión.
Según la encuesta, el Gobierno central también salió perdiendo del conflicto, pese a los discursos triunfalistas de algunos de sus miembros.
La aprobación del Presidente disminuyó del 47% al 35%, y su favorabilidad del 51% al 36% entre julio a noviembre.
El liderazgo de Luis Fernando Camacho, gobernador de Santa Cruz, también salió desportillado. Su favorabilidad en Santa Cruz disminuyó de 63% a 36%.
La población sancionó a los actores por no lograr un acuerdo para superar el conflicto. Las personas pueden asumir los discursos polarizantes de los actores del oficialismo y de la oposición, pero rechazan las posiciones intransigentes de los líderes, porque impiden resolver la polarización social y política, concluye la encuestadora.