Una serpiente de unos 60 centímetros de largo fue encontrada la pasada semana en el sector noroeste del templo de Kalasasaya, el centro ceremonial más grande del complejo arqueológico Tiwanaku y según el amauta o guía espiritual del lugar César Callisaya, “la aparición de katari (serpiente), al ser uno de los fundamentales guardianes subterráneos, significa un buen presagio para todos en el inicio del otoño en la región de los Andes”.
“Se puede entender que Taypikala (piedra central al referirse a Tiwanaku) se está fortaleciendo con todos sus monumentales templos y grandiosas esculturas de piedra, lo cual debe comprenderse como un buen presagio y prosperidad”, afirmó el guía espiritual con más de 35 años de experiencia de trabajo junto con arqueólogos bolivianos y extranjeros.
El pasado 21 de marzo se realizaron los rituales ceremoniales acostumbrados en Tiwanaku y en varias apachetas o cerros ceremoniales andinos, con una ofrenda (wajt’a en aymara) para la llegada del equinoccio de otoño en el hemisferio sur.
La cosmovisión andina establece que otoño, es la época que se hace descansar la tierra de los sembradíos, es el tiempo de mirar las estrellas, de reflexionar, de una introspección propia para después preparar otra vez la tierra y volver a sembrar, y así completar el ciclo agrícola milenario.
La cultura Tiwanaku fue una civilización (su periodo aldeano surgió el 1500 antes de nuestra era), que desarrolló el arte la ciencia, expandiéndose hasta las costas del Pacífico, el sur del Perú, norte de Argentina y posiblemente a las tierras bajas. Durante dos milenios logró importantes avances científicos con una arquitectura que resulta de exactos estudios astronómicos y templos monumentales edificados con el manejo de diverso material lítico.
21 años del retorno
“La serpiente nos está mandando qamasa (fuerza y energía en aymara)”, dijo Callisaya. El avistamiento del reptil coincide también con la semana conmemorativa por los 21 años del traslado del monolito Pachamama o Bennett al museo lítico de Tiwanaku, la escultura de arenisca más grande de los tiwanakotas.
“El ídolo gigante” con siete metros de altura, un peso aproximado de 20 toneladas y una superficie de 36 metros cuadrados con iconografía tallada, permaneció por 69 años al aire libre en la ciudad de La Paz donde estuvo expuesta al hollín de miles de automóviles.
A ello se sumó el excremento de palomas que le ocasionaban un mayor daño químico en la parte superior de su cabeza, además de haberse evidenciado que le impactaron 23 proyectiles de armas de fuego de diferentes calibres, y que incluso le desprendieron parte de su rostro.
Después de siete años de planificación el 2001 se iniciaron los trabajos de diagnóstico, evaluación, limpieza y conservación del monolito Bennett, posteriormente la pieza fue sometida a un proceso de desalinización y limpieza, y antes de su traslado a Tiwanakuatravesó por un tratamiento de biomineralizaciónen diferentes lugares de su cuerpo para su conservación y consolidación. La monumental escultura llegó a Tiwanaku el 16 de marzo de 2002 y fue colocada en el Museo Lítico el 22 de marzo de 2002.
Aparece en la iconografía
El arqueólogo boliviano David Trigo informó que el estudiante de la Carrera de Arqueología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) Henry Conde, fue quien avistó la serpiente el pasado 23 de marzo en el templo de Kalasasaya y que procedió solo a fotografiarla.
“Es la serpiente que más aparece en la iconografía de Tiwanaku, también existen mezclas quiméricas entre serpientes del altiplano y otras de los valles de Cochabamba, esta clase de animales fueron representados en los kerus (vasos ceremoniales)”, aseveró Trigo.
El arqueólogo indicó que entre sus investigaciones pudo evidenciar que la serpiente se transforma, se antropoformiza (adquiere formas humanas) en una clase de decapitador que es observable en la ofrenda de Pariti (conjunto de cerámicas tiwanakotas ofrendadas en la isla Pariti del lago Titicaca) con un cuerpo humano, cabeza de serpiente, una cola de cascabel y que está decapitando a una persona.
“Esta transformación visual (iconográfica) es gradual porque se encuentran otras escenas en las que va adquiriendo las extremidades humanas. Otro aspecto es que la serpiente también tiene una asociación importante con el culto al agua”, dijo.
Se refirió a los “Katari kerus” que fueron descritos por los cronistas como vasos con formas de felino y serpientes y que tuvieron su origen en Tiwanaku, entre los relatos coloniales se destacan los brindis con los kerus (vasos ceremoniales con representación zoomorfa), los extirpadores de idolatrías en la Época de la Colonia describen la metamorfosis de los hechiceros, y en la crónica de Cieza de León en el periodo Inca, habla de un episodio cuando fue capturado Atahuallpa y se transformó en serpiente para huir.
Es una “culebra”
El especialista de la Red de Investigadores en Herpetología-Bolivia, Bruno Miranda, al observar las fotografías del reptil, enfatizó que se trata de una serpiente de la especie Tachymenis peruviana (familia Dipsadidae) de amplia distribución en toda la región de los Andes, desde el centro del Perú, pasando por Bolivia, norte de Chile y Argentina.
Explicó que se la conoce como como asiru o katari, o también como “culebra andina”, “culebra peruana” o “falsa yarará” según la región. Estas presentan un color plomizo, café o beige con manchas negras en el dorso. Cuando nacen tienen unos 15 centímetros y llegan a medir unos 60 centímetros cuando adultos. Es posible encontrarla entre matorrales, pajonales, cultivos, bajo rocas o cerca a cuerpos de agua.
Estas serpientes llegan a presentar una mayor actividad durante la época de lluvia (desde diciembre hasta marzo), saliendo al sol para calentarse. “Es parte de la cadena trófica de los ecosistemas andinos ya que atrapa y se alimenta sobre todo de anfibios y lagartijas, pero también de ratones; este último dato nos indica que puede ser un gran aliado en el control de plagas de cultivos”, añadió.
También es alimento de otros animales conocidos como el zorro andino, águilas, aguiluchos entre otros carnívoros. Al ser capturada por un depredador, libera por su cloaca una sustancia maloliente como mecanismo de defensa, causando asco y repulsión.
Miranda detalló que es una “culebra” bastante tímida y escurridiza por lo que huye ante cualquier encuentro con el hombre. Lamentó que las personas las matan al verlas por algunas creencias populares como que atrae la mala suerte o que indica malos presagios, o simplemente las matan por miedo a ellas, por otro lado, aquellas que llegan a matarlas las mantienen en alcohol como remedio contra golpes; “toda esta situación está llevando al exterminio de sus poblaciones”, agregó.
El experto remarcó que las asiru o katari son culebras que presentan colmillos hacia la parte posterior de su mandíbula, es decir son serpientes opistoglifas. Esto significa que son muy diferentes a las que se conocen comúnmente como “víboras”, como por ejemplo las yopes o cascabeles, quienes presentan colmillos retráctiles hacia la parte anterior de la mandíbula y quienes ocasionan casos de ofidismo (mordedura con veneno) importantes en la región oriental del país. (Cronista21)
Recomendaciones
1) No alertarse y dejarla recorrer su camino, sin matarla.
2) No agarrarla o manipularla, pues esto es lo que provoca los accidentes ofídicos y acrecienta el miedo y aversión de las personas a esta serpiente.
3) Si se considera necesario trasladársela, hacerlo con un especialista y/o con las autoridades pertinentes, llevándola lejos de la comunidad y sin lastimarla.
4) Dejar las prácticas de matanza debido a creencias populares o miedo, porque es una serpiente inofensiva, además recalcar que no existe comprobación científica de su uso contra golpes.
5) En caso de una mordida, la cual ocurre generalmente por una manipulación indebida, ir a un centro médico para realizar el tratamiento que indique el médico.