En augurio de buena fortuna y acompañado de Evo, el presidente Luis Arce recibió en Tiwanaku el nuevo año 5530

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«Este Año Nuevo significa más armonía, más unidad entre todos y cada uno de nosotros. Este Año Nuevo va a ser el año en que otra vez vamos a volver a bailar, vamos a poder celebrar y vamos a poco a poco a despedir las malas cosas que han estado viniendo desde algún tiempo atrás», afirmó el Presidente del Estado.

En las ruinas de Tiwanaku, el presidente Luis Arce recibió la madrugada este martes el nuevo año andino amazónico 5530 con los primeros rayos del sol y en augurio de buena fortuna.

En la famosa Puerta del Sol, el mandatario participó en la ceremonia con amautas, o sacerdotes andinos, y jefes de ayllus de comunidades altiplánicas levantando las manos en dirección a la estrella. Le acompañó el expresidente Evo Morales.

Arce dijo del antiguo templo ceremonial que es un lugar lleno de fuerza, de kamasa, y que se debe pedir permiso  a la Pachamama para recibir el año nuevo con esperanza, con buenos presagiosas para la buena cosecha y la siembra y, por lo tanto, para la producción de la tierra

«Este Año Nuevo significa más armonía, más unidad entre todos y cada uno de nosotros. Este Año Nuevo va a ser el año en que otra vez vamos a volver a bailar, vamos a poder celebrar y vamos a poco a poco a despedir las malas cosas que han estado viniendo desde algún tiempo atrás. Son, pues, los deseos que tenemos para el pueblo boliviano, para  nuestras hermanas y hermanos bolivianos. Todos queremos lo mejor y todos vamos a trabajar para lo mejor», señaló el jefe de Estado en la oportunidad.

Considerado un importante centro espiritual anterior a los incas, Arce, y David Choquehuanca, estuvieron en el mismo lugar el 6 de noviembre de 2019, dos días antes de su posesión en la primera magistratura del país, “para que la salud y la fuerza” los acompañe para gobernar Bolivia.

Ubicado a 20 kilómetros del lago Titicaca y a 71 de la ciudad de La Paz, Tiwanaku es un enorme conjunto de ruinas que se extiende sobre un área de 420 hectáreas.

La festividad del solsticio en las ruinas arqueológicas –la más alta de América, a 3.840 metros sobre el nivel del mar– se inició en la madrugada con música autóctona, folclor rock y una ofrenda a la Pachamama, la Madre Tierra.

Luego de los primeros rayos del sol, las autoridades compartieron un desayuno andino, api (hervido de granos de  maíz) con buñuelos, y luego se inició la entrada folclórica autóctona con la participación comunitaria de ayllus vecinos y estudiantes de secundaria del altiplano.


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