América Latina y el Caribe (ALC) tienen más de 662 millones de habitantes, de los cuales 161 millones no cuentan con acceso a una fuente de agua segura, cuya situación podría agravarse en los siguientes años si los gobiernos y las empresas de saneamiento básico de los países de la región no hacen las inversiones que se requieren.
De acuerdo con un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), entidad dependiente de la Organización de Naciones Unidas (ONU), de esas 161 millones de personas, 1 de cada 4 no tiene acceso a agua potable y 431 millones (7 de cada 10) a saneamiento gestionado de manera segura.
Las personas sin acceso a estos servicios básicos pertenecen al segmento más bajo de la distribución de ingresos nacionales. De esta manera, menciona el documento, las poblaciones más vulnerables deben hacer un esfuerzo económico proporcionalmente mayor, de hasta 2,5 veces más que la gente con mejores ingresos, para asumir su costo.
Asimismo, esta desigualdad económica se le suman desigualdades geográficas y sociales, siendo las poblaciones periurbanas, rurales, indígenas y afrodescendientes las que presentan más carencias.
Por último, la calidad y estructura de la vivienda influye igualmente en el acceso a estos servicios.
La desigualdad en el acceso al agua, acentuada por el impacto de la covid-19 y la guerra en Ucrania, ha incrementado la vulnerabilidad de la población en la región, impactando física, social y económicamente a millones de personas. Por un lado, las personas con menor acceso a agua potable y saneamiento al inicio de la pandemia se encontraban en una situación de mayor riesgo de contraer el virus. Por otro lado, debido a la reducción de ingresos asociada a la pérdida de empleo por la pandemia, así como el aumento de los precios de los combustibles fósiles en el contexto bélico actual, se ha agravado la situación de los hogares para afrontar pagos de estos servicios.
Calidad del agua
El problema no es sólo la falta de agua, sino la contaminación de la que pueda estar disponible, por la ausencia o deficiencias de los sistemas de saneamiento.
Según el informe “Medición del progreso: los ecosistemas relacionados con el agua y los ODS”, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), millones de personas en ALC beben agua contaminada con heces, lo que las expone al cólera, la disentería, la fiebre tifoidea y la poliomielitis. Por no hablar de la contaminación por productos farmacéuticos, químicos, pesticidas y microplásticos.
Esta contaminación también amenaza a la naturaleza. Los ecosistemas de agua dulce que brindan servicios invaluables a la humanidad, incluida la ayuda para combatir el calentamiento global y sus impactos, se encuentran “entre los más amenazados del mundo”, según el informe.
A esto se agrega que menos del 50% de las aguas residuales son tratadas de forma adecuada. En un momento en el que en ciertos países de la región se viven olas de calor extremas y sequías de una magnitud cada vez mayor, así como inundaciones devastadoras.
Baja inversión de los gobiernos
Las inversiones públicas anuales de América Latina y el Caribe en infraestructura de agua potable y saneamiento decrecieron un 43% entre 2010 y 2019, según datos de CEPAL/BID/CAF.
Otro estudio de la OPS señala que la principal barrera para atender las metas de universalización de acceso, incluso cuando hay disponibilidad de recursos, es que muchos países son ineficientes en la ejecución de estos, lo cual contribuye con el retraso en el cumplimiento de las metas. Este estudio señala que la diferencia entre presupuesto y ejecución de los gastos se origina por baja capacidad institucional, falta de capacidad de gestión de proyectos y otros.