Los denominados cholets pasaron de ser casas de abobe a palacios aymaras. Esos edificios están emplazados en varios barrios de El Alto, con figuras de grandes dimensiones que impresionan a propios y extraños.

El estilo de esta nueva tendencia de la también denominada arquitectura andina comenzó en 2002, de la mano del arquitecto alteño Freddy Mamani, quien ese año diseñó su primer proyecto en la avenida Juan Pablo II, cerca de la Universidad Pública de El Alto (UPEA) y lo concluyó en 2005.

El primer cholet es una casa de cuatro plantas que pertenece a la familia Mamani, con un estilo minimalista de color verde que tiene detalles con flores y otros elementos naturales y toques andinos, “plasmando lo que es Tiwanaku”.

Lo que caracteriza a los cholets es la combinación de colores y las formas geométricas. En estas infraestructuras predominan los colores llamativos, como el naranja, el rojo y el verde. Los dueños de estas edificaciones son, en su mayoría, comerciantes, mineros y transportistas, quienes trabajan arduamente para impulsar estas construcciones que tienen un costo desde $us 200.000 hasta $us 500.000, e incluso más, según el relato de Mamani a LA RAZÓN

Once años después, esta tendencia se fue magnificando con la implementación de figuras gigantes en alto relieve que se sumaron a los atractivos turísticos que tiene la ciudad de El Alto. “Esta arquitectura tiende a crecer más y estoy seguro de que en poco tiempo, El Alto se convertirá en un Tiwanaku moderno o un Dubái andino o las Vega andino”, comentó Mamani.

Acotó que los propietarios invierten sus recursos en estas construcciones con miras a recuperar su dinero con el alquiler de los ambientes, que en su mayoría son salones de eventos sociales.

No se trata de un nuevo local de fiestas, sino de una tienda de repuestos.