Renombrar el Golfo de México y reclamar el Canal de Panamá tensan la diplomacia global. ¿Qué significa esto para la estabilidad internacional y la soberanía de las naciones?
La cooperación internacional ha sido la piedra angular del desarrollo global desde 1945, cuando la Carta de San Francisco estableció un marco para la colaboración económica y social entre las naciones. A lo largo de las décadas, este principio ha guiado a los países hacia acuerdos estratégicos que buscan el bienestar común, garantizando la autodeterminación y el respeto mutuo. Sin embargo, recientes declaraciones del presidente Donald Trump han puesto en riesgo este equilibrio, desatando tensiones con México y Panamá.
El Golfo de México: un intento de apropiación simbólica
Uno de los anuncios más controversiales de Trump ha sido su intención de renombrar el Golfo de México como el “Golfo de América”, argumentando que Estados Unidos es el país que más invierte en la región. Esta medida ha sido percibida como un intento de apropiación simbólica de un territorio marítimo compartido entre México, Cuba y Estados Unidos.
El Golfo de México abarca aproximadamente 1.6 millones de kilómetros cuadrados y tiene una costa casi equitativa entre México y Estados Unidos, con alrededor de 2,700 kilómetros en cada país. Para que este cambio de nombre tenga reconocimiento internacional, necesitaría el consenso de México y Cuba, algo que difícilmente ocurrirá.
La decisión de Trump ha sido calificada como un gesto de supremacía innecesaria que no solo ignora la geopolítica de la región, sino que también podría afectar las relaciones bilaterales con sus vecinos. México, en particular, ha reiterado su rechazo absoluto a cualquier intento de modificar la denominación de un espacio que históricamente ha sido compartido y cuya relevancia va más allá de las fronteras políticas.
Otro punto de fricción ha surgido con el Canal de Panamá. Trump ha insinuado que Estados Unidos debería retomar el control del canal, argumentando que Panamá impone tarifas excesivas a los barcos con pabellón estadounidense y que China está aumentando su influencia en la región.
Desde que Panamá recuperó la soberanía total del canal en 1999, la Autoridad del Canal de Panamá ha administrado de manera eficiente esta vía estratégica, que es fundamental para el comercio internacional. Sin embargo, las declaraciones de Trump han generado indignación en el gobierno panameño. El presidente José Raúl Mulino ha respondido de manera contundente, afirmando que “cada metro del canal y su zona adyacente es propiedad de Panamá y lo seguirá siendo”.
El argumento de Trump sobre un posible “riesgo para la seguridad de Estados Unidos” debido a la presencia de empresas con sede en Hong Kong en la administración de los puertos del canal es una excusa que recuerda viejas estrategias de intervención. Históricamente, la influencia de Washington en la región ha estado marcada por intervenciones militares, y el fantasma de la invasión estadounidense de 1989 sigue presente en la memoria colectiva panameña.
Impacto en la cooperación internacional
Estos intentos de Trump de redefinir fronteras simbólicas y físicas no solo afectan a México y Panamá, sino que ponen en entredicho la estabilidad de la cooperación internacional. La diplomacia se basa en el respeto a los tratados y acuerdos históricos, y cualquier acción unilateral que busque desestabilizar esta estructura puede generar conflictos a largo plazo.
México y Panamá han sido socios estratégicos de Estados Unidos en múltiples áreas, desde el comercio hasta la seguridad. Romper estos lazos con medidas autoritarias no solo debilita la confianza mutua, sino que también podría tener repercusiones económicas y políticas significativas para la región.
La cooperación internacional no es un capricho, sino una necesidad para el desarrollo sostenible. En un mundo interconectado, donde las economías dependen unas de otras, actuar de manera unilateral y sin consenso solo genera incertidumbre y tensión.
Las declaraciones de Trump no deben tomarse a la ligera. Si bien en el pasado sus amenazas han sido en gran parte retórica política, la posibilidad de que estas ideas se conviertan en acciones concretas obliga a los países afectados a reforzar su soberanía y defender el derecho internacional.