El Petas, el Oti, el Fantasma y el Gitano, fueron algunas víctimas de violentos asesinatos cometidos por venganza. En 2018 la Defensoría del Pueblo ya advirtió una falla en la seguridad para los internos.
El 8 de diciembre de 1999, Javier Agreda Lizarazú, alias “El Gitano”, fue hallado muerto al interior de su celda con 17 puñaladas en el cuerpo. El temido asesino había sido ajusticiado por un grupo de reos extranjeros. Pero éste era sólo uno de los primeros casos públicos que revelaban falencias en la seguridad al interior del recinto que siete años antes había sido inaugurado como una cárcel modelo de máxima seguridad.
Según el informe de la Defensoría del Pueblo “Volcar la mirada a las cárceles”, hasta 2018 el centro penitenciario registró al menos 22 asesinatos de internos que, por ser considerados los líderes más peligrosos, habían sido trasladados desde otros centros penitenciarios del país. Desde ese año hasta la fecha, son al menos seis las muertes denunciadas de forma pública, haciendo un total de 34. Entre las causas, la Defensoría advierte varias falencias. “Se presume que estaban inmersos en disputas o simplemente atravesaban una situación de vulnerabilidad porque estaban lejos de sus guardaespaldas. Pero ante todo, por la falta de seguridad penitenciaria, lo que fue aprovechado por sus rivales para la comisión de estos hechos”.
En junio de ese año, Víctor Hugo Escobar Orellana, alias “Oti”, fue victimado con 20 puñaladas en una riña entre internos -muchos con el rostro cubierto- que rebasó al personal. El “Oti” fue trasladado a Chonchocoro porque tenía el control del penal de Palmasola, donde lideraba una red de extorsión desde una casa que construyó al interior del recinto y pensaba lograr lo mismo en su nuevo destino. Como era de esperarse, su muerte cobró más víctimas. Uno de los principales sospechosos del crimen era el reo Hardy Gómez Vaca, quien tres meses después fue asesinado brutalmente; acuchillado y golpeado con objetos contundentes y con otros de fabricación artesanal.
“Es innegable la existencia de internos que llegan a ser considerados de alto riesgo en particular para la seguridad, razón por la cual deben ser alojados en condiciones de máxima seguridad. Si bien la infraestructura es parte de la seguridad penitenciaria, el papel del personal de seguridad interna y externa es un aspecto fundamental para garantizar el mantenimiento del orden y la paz en los recintos penitenciarios; y con mayor atención en los de Alta Seguridad por el nivel de peligrosidad que los caracteriza”, señala el informe.
En ese entendido, agrega que las muertes violentas son como cadenas de crímenes anunciados sobre los que se debería poner más atención. Como ejemplo cita el asesinato de Danilo Vargas, “El Fantasma”, el líder pandillero más peligroso hasta ese momento. En 2008, Vargas fue ajusticiado con tres disparos. Su asesino fue César Lluzco, del que nunca se esclareció cómo tenía un arma dentro del recinto. Un año después, en 2009, Lluzco fue apuñalado y encontrado en su celda.
Otro ejemplo es el de “El Guarayo”. Tras su asesinato el reo Franz Gionzales, alias “Vinchita”, denunció que fue amenazado con ser el proximo y fue trasladado al penal de San Pedro de donde fugó. Tras su recaptura fue devuelto a Chonchocoro, donde en 2012 fue asesinado con arma blanca.
Pero además está el caso del “Petas”, ahorcado en su celda y que tenía antecedentes de asesinar a cuatro policías; o el de Mauricio Suárez “Chichiriru”, peligroso criminal entrevistado hasta en canales alemanes por dirigir el robo de autos en Santa Cruz.
En este último caso, si bien fue el reo fue encontrado colgado en su celda, la autopsia develó que tenía varios golpes en el cuerpo.
El lunes dos privados de libertad fueron encontrados colgados en las instalaciones de un taller de hojalatería de la cárcel de máxima seguridad. El 13 de febrero, según el informe policial, el reo Nelson Luque fue asesinado cuando presuntamente pretendía abusar sexualmente de su compañero de celda. Según el reporte policial, fue por ese hecho que el otro reo lo golpeó causándole la muerte.