Jóvenes bolivianas estudian la anemia en los astronautas y ganan una beca en el Centro Espacial Europeo

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Todas cursan la carrera de Ingeniería Bioquímica y Bioprocesos en la Universidad Católica Boliviana (UCB) en La Paz; las jóvenes junto con su tutora ganaron una beca para estudiar la anemia espacial o en los astronautas.

Dividen su tiempo entre sus clases y el laboratorio. No pasan los 20 años de edad y se preparan para manejar en diciembre una máquina en el Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espaciales (ESTEC), que está en la ciudad de Noordwijk en Países Bajos. Se trata de cuatro jóvenes de la Universidad Católica Boliviana (UCB), quienes junto con su tutora ganaron una beca para estudiar la anemia espacial o en los astronautas.

“Esta beca representa un desafío. Es también un proceso de aprendizaje para las jóvenes”, dice a Brújula Digital la tutora del proyecto, Georgina Chávez, coordinadora de Investigación y docente de la carrera de Ingeniería Biomédica de la UCB.

Este equipo ganó la convocatoria HYPERGES, auspiciada por la Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre de la Secretaría de las Naciones Unidas (UNOOSA).

El proyecto seleccionado lleva el título: “Entendiendo la anemia espacial: Efecto de la hiper gravedad en la fragilidad osmótica de eritrocitos”. El equipo está conformado por Daira Quenta, Natalia Agramont, Belén Flores y Marcia Carrasco. Todas cursan la carrera de Ingeniería Bioquímica y Bioprocesos de la UCB.

El equipo viajará en diciembre a la ciudad de Noordwijk en Países Bajos, donde se quedará dos semanas y visitará al Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espaciales (ESTEC) para usar la centrífuga de largo diámetro (LDC).

“Es una máquina que solo existe en dos lugares en el mundo, una está en la NASA y la otra precisamente en el ESTEC que es el equivalente europeo a la NASA. Ésa es la centrífuga que usaremos, es de ocho metros”, explica la docente y destaca que la posibilidad de utilizar este equipo es una de las cualidades más importantes de la beca.

“La anemia espacial”

Según las protagonistas, este trabajo de investigación intenta determinar el efecto de la hipergravedad en las membranas celulares de los glóbulos rojos y cómo influye en el paso de fluidos dentro de la célula. Es decir que con este estudio se pretende dar algunas respuestas al fenómeno de la anemia en astronautas en misiones espaciales, aunque los resultados también ayudarán a la comprensión de la anemia hemolítica en general. “Vamos a estudiar la fragilidad osmótica”, resalta Chávez.

La fragilidad osmótica se refiere a la susceptibilidad de los eritrocitos a la hemólisis cuando se exponen crecientemente a una solución salina hipotónica. El agua penetra en el interior del eritrocito que se hincha, hasta que la capacidad de la membrana celular se sobrepasa y estalla, según el portal www.cun.es.

“Entonces lo que hacemos es exponer los glóbulos rojos, por eso tomamos sangre a soluciones de cloruro de sodio que son hipotónicas, pero en idioma más fácil (podemos decir): los estamos poniendo a concentraciones tan bajas que el agua va empezar a ingresar a los glóbulos rojos, los glóbulos rojos se van a hinchar y se van a romper, cuando se rompen hay anemia”, explica la tutora del proyecto.

El objetivo de la propuesta es demostrar cuál era la causa de la anemia espacial y por qué los astronautas sufren de este mal. “En el espacio todos sufren de microgravedad, están flotando. Nosotros vemos el lado contrario: la hipergravedad”, explica.

“Si la microgravedad es cuando estás flotando y ocurre porque no hay gravedad, la hipergravedad es como sentirse pegado, como (estar con) un imán, (es decir) aumenta la gravedad”, dice la tutora y añade que este fenómeno es muy poco estudiado.

Cuando los astronautas van al espacio, están expuestos a la hipergravedad y el efecto es potente pese a que ocurre por un lapso pequeño. “En la tierra estamos a una gravedad, ellos están expuestos a siete gravedades. Entonces nuestra teoría es que, si están expuestos a siete gravedades, los glóbulos rojos, la pared de los glóbulos rojos se hará más frágil, por lo tanto, se hará más fácil que los fluidos del cuerpo entren al glóbulo y estos se revienten, por eso habrá anemia”, sostiene.

Investigación

Para desarrollar esta prueba de fragilidad osmótica, el equipo utiliza diferentes concentraciones de cloruro de sodio y después las pone en una centrífuga pequeña que manejan en su laboratorio. Y para lograr las otras siete gravedades, se usará la máquina que está en Noordwijk y que mide ocho metros de longitud.

Para desarrollar este proyecto y hacer las pruebas, las estudiantes comenzaron a tomar muestras de sangre a 36 hombres de 30 a 40 años. Se seleccionó ese grupo porque la mayoría de los astronautas son hombres y tienen ese rango de edad para viajar al espacio. Este proceso fue aprobado por el Comité de Ética de la universidad. En Noordwijk, el equipo seguirá un proceso y de acuerdo con los protocolos que exige ese país.

Brújula Digital visitó el laboratorio de la UCB, en Obrajes de la ciudad de La Paz. Ahí encontró a las jóvenes y a su tutora, quienes meses previos al viaje, trabajan arduamente y desarrollan la investigación del proyecto. Son detallistas en cada paso y anotan todos los procedimientos. Cada cierto tiempo deben presentar los avances de su propuesta a los expertos de ESTEC, quienes hacen una verificación de todo.

“Venimos al laboratorio, preparamos las muestras, extraemos la sangre, hacemos la curva y las variaciones de PH”, describe Natalia Agramont, una de las becarias. Agrega que es un trabajo muy exigente, pero ella y sus compañeras están dispuestas a poner todo su esfuerzo para conseguir buenos resultados.

Su compañera, Marcia Carrasco, cuenta que la principal expectativa de ella y de sus compañeras es la posibilidad de manejar la centrífuga en el Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espaciales. “Es por eso que hacemos prácticas constantes”, dice y anima a los más jóvenes a buscar oportunidades para hacer investigación científica.

El desafío

El proyecto fue seleccionado luego de un arduo proceso que comenzó el año pasado. La propuesta fue escrita y enviada en noviembre. “Nos han dicho en enero que nos faltaban cosas, hemos tenido que mejorar las observaciones que nos hicieron. En abril ya nos han confirmado y desde mayo hemos tenido reuniones mensuales”, cuenta la tutora Chávez.

Explica que las exposiciones de los informes de avance ante los especialistas son inglés y presentadas por las estudiantes. Asegura que a través de este seguimiento se puede mostrar “la optimización” del estudio para tener todo listo a la hora de utilizar la centrífuga en Noordwijk y encontrar los resultados.

Esta propuesta nació de un trabajo semestral que hicieron las estudiantes. “Ellas demostraron una gran capacidad desde el principio”, dice la docente. Una de las jóvenes, Belén Flores, asegura que Chávez fue clave para postular y ganar la beca. “Hicimos primero el proyecto de ósmosis en la sangre, queríamos ver las concentraciones, pero después la doctora vio que tenía potencial y nos habló de esta postulación. Ella fue la impulsora”, expresa.

Desde que las jóvenes se enteraron de la beca, realizan un doble esfuerzo entre sus clases y el proyecto de investigación. Dedican horas y horas al trabajo en el laboratorio, hacen pruebas, revisan la teoría y cumplen con las reuniones semanales. Además, para optimizar la propuesta, desarrollan el estudio los sábados.

“La mayoría de los recesos los pasamos en el laboratorio, también venimos los sábados. Sabemos que todo valdrá la pena”, cuenta Flores. Coinciden con ella, sus otras tres compañeras y su tutora, quienes consideran que su principal recompensa es dejar huella en los demás, es decir motivar a sus compañeros a apostar por la investigación científica en Bolivia.


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