Consternada se encuentra toda Australia tras darse a conocer la historia de Katherine Knight. Esto parece una película de terror, cuando después de haber asesinado a su amante al darle 37 puñaladas; lo cocinó para dárselo de comer a sus propios hijos.
El veterano detective Robert Wells, fue el policía que se convirtió en héroe y evitó por lo menos que los hijos de Katherine comieran la cabeza que su mamá había cortado de su pareja, y la preparaba en la cocina para degustarla.
Justo en el momento cuando la cabeza de John Price se cocinaba en una de las ollas de Katherine, el detective Wells descubrió la aterradora escena que la describió como un caso que “nunca se va a ir” de su mente; por lo que desde aquel año 2000, sigue teniendo “malos sueños y pesadillas”; contó para el medio británico The Sun.
El homicidio conmocionó a Australia y fue el primer caso en la capital Canberra en que se condenó a una mujer a cadena perpetua sin libertad condicional por un asesinato. Han pasado 22 años desde el crimen y para el detective Robert Wells; todavía el caso lo mantiene obsesionado por lo que vio.
El homicidio conmocionó a Australia
Cabe mencionar que Katherine empleó sus técnicas en el matadero donde trabajaba. Wells junto con el equipo de policías que llegaron al domicilio de la asesina, descubrieron una escena al estilo de una película de terror: la cabeza de Price todavía guisándose dentro de una “gran olla” tras “trabajarlo” como la mujer lo hacía con las reses en el matadero donde trabajaba.
Finalmente, Katherine empleó las técnicas que hacía en el matadero y tras apuñalar a su pareja, lo desolló para después decapitarlo y dejar colgando su carne en un gancho especial que empleaba en su lugar de trabajo; para posteriormente cocinar las distintas partes del cuerpo del cadáver.