La pérdida de una mascota puede suponer un golpe emocional tan duro como el de perder a un familiar cercano o una persona muy querida.
Aunque en ocasiones quienes no viven en compañía de animales tienen dificultades para empatizar en situaciones de muerte de animales, para las personas que han convivido durante años con mascotas es algo con lo que conviene no banalizar. En un hogar estándar, un perro o un gato pueden vivir fácilmente más de diez años. Es una etapa muy larga en la que se establece un vínculo entre humanos y animales difícil de explicar para quien no lo ha vivido en primera persona: es una relación con una comunicación diferente, pero con una cercanía que lleva a muchas personas a sentirse más vinculadas a sus animales que a otras personas de su entorno. Para superar la pérdida de una mascota, las etapas y consejos no son excesivamente diferentes a los pasos que suelen seguirse para sobreponerse al duelo de la muerte de una persona cercana. Se experimentará el dolor a través de las ya conocidas etapas del duelo: el shock, la negación, la desesperanza y la aceptación. Estas fases se sucederán, en la inmensa mayoría de los casos, en idéntico orden al habitual. De igual forma que sucede cuando la muerte afecta a una persona del entorno familiar o social más cercano, a la hora de afrontar la pérdida de una mascota no hay un manual de instrucciones. No hay unos plazos marcados, ni unos consejos enlatados, pues la forma de vivir y superar el duelo siempre es personal y subjetiva. No hay una manera correcta y una incorrecta de gestionar las emociones: simplemente, las que funcionan a cada persona para sobreponerse al dolor. Las formas para superar el duelo que implica la muerte de un animal de compañía implican activamente a las personas afectadas: puede ser bueno hablar abiertamente de ello, llorar abiertamente y, por supuesto, nunca buscar culpables. Al final, los buenos recuerdos y esa nostalgia alegre son el poso que queda de una larga convivencia de fidelidad y cariño recíproco.
¿Cómo contar a los niños la pérdida de una mascota?
La relación entre las personas y los animales pueden llegar a unirse por un vínculo muy cercano y lleno de amor, pero ese nexo es todavía más fuerte y especial en el caso de los niños. Aunque los animales no puedan hablar y los niños no sepan entender y expresar sus emociones, la relación que une a ambos puede hacer especialmente traumática la muerte de una mascota para los más pequeños de la casa. Al igual que cuando fallece una persona de la familia, hay que prestar especial atención a los niños. Nunca debemos mentirles, ya que utilizar expresiones recurrentes como «se ha ido a vivir al campo» harán que se cree una historia alrededor de una falsedad que, cuando el niño madure y comprenda, provoque un dolor innecesario. Es preferible utilizar el tacto, con la verdad por delante, y ayudar así a que los niños, durante su proceso madurativo, empiecen a interiorizar qué es la muerte, ya sea en un animal o en una persona. Dar la noticia será un momento complejo y doloroso, pero a la postre un trance necesario para que los niños consigan superar la pérdida de una mascota. Antes de traer un nuevo animal a casa, antes de inventar historias que nos eviten la incomodidad de hablar de la muerte con los más pequeños, debemos afrontar la situación y pensar que, a largo plazo, será lo mejor para ellos. Para así, juntos, poder honrar la memoria del peludo amigo ausente y crear un vínculo a partir de los
No guardar emociones
Se recomienda sentir y expresar las emociones porqué cumplen una función: sin ellas, se pierde la capacidad de supervivencia, incluso reprimirlas puede causar enfermedades. Algunas emociones no solo producen malestar, también pueden activar el sistema nervioso autónomo y el endocrino.
Las emociones que se viven en esa etapa son la alegría, tristeza, miedo, ira, preocupación y reflexión. La primera está asociada al corazón; la tristeza a los pulmones, cuando ésta es duradera afecta en el pecho con sensación de pesadez, cansancio y depresión.
Las emociones causan efectos físicos en el organismo, el miedo por ejemplo está relacionado con los riñones que a nivel psicosomático, paraliza y bloquea la energía renal, ansiedad, insomnio, sudor espontáneo y sequedad bucal.
La profesional asegura que la ira afecta directamente al hígado, hace subir la bilis y sus síntomas comunes son sabor amargo en la boca, ojos enrojecidos o amarillentos, cara y cuello sonrojados y dolores de cabeza; y por último la preocupación o reflexión que altera al bazo y páncreas, se manifiesta con una presión en el pecho y hombros, y la falta de respiración cuando la preocupación es constante.
La psicología es una carrera transversal ligada a las experiencia de la vida analiza el comportamiento del individuo en el contexto de salud mental. Se relaciona con múltiples campos disciplinarios como la medicina, psicología, comunicación y educación para la salud.