Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la diabetes es una enfermedad que actualmente afecta a aproximadamente 425 millones de personas en el mundo. En este escenario, el Jefe del Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital del Sureste de Madrid en Arganda del Rey, el Dr. Alfredo Alonso Poza ha corroborado: «Este aumento alarmante puede atribuirse en gran parte al problema de la obesidad. La acumulación excesiva de grasa, ya sea en la región abdominal o en otras partes del cuerpo, provoca la presencia de células inflamatorias, como los macrófagos, alrededor de los adipocitos».
El especialista ha continuado explicando que este proceso está relacionado con la liberación de citoquinas. Cuando los niveles de ácidos grasos en la sangre aumentan, lleva a desarrollar cierta resistencia a la insulina. Esta resistencia puede tener posibles efectos en órganos como el hígado, reduciendo la producción de glucógeno y contribuyendo al aumento de los niveles de glucosa en la sangre.
«Para contrarrestar este estado inflamatorio y resistente a la insulina en las personas con diabetes, se han utilizado medicamentos como la metformina, los inhibidores de SGLT-2 y los agonistas del receptor de GLP-1. Estos fármacos han sido diseñados para interferir con el transporte de glucosa, ayudando así a controlar los niveles de glucosa en sangre y rompiendo el círculo perjudicial que ha agravado la hiperglucemia en los pacientes diabéticos», ha añadido el doctor.
Por ello, debemos recurrir a la alimentación, uno de los pilares del tratamiento para la prevención de la diabetes, junto con el ejercicio físico y el control médico. Seguir una dieta saludable y equilibrada ayuda a mantener los niveles de glucosa en sangre dentro de los rangos normales, lo que reduce el riesgo de sufrir hiperglucemia (glucosa alta) o hipoglucemia (glucosa baja). Además, una buena alimentación contribuye a evitar el sobrepeso y la obesidad, que son factores de riesgo para desarrollar diabetes tipo 2.
Dieta
No existe una dieta única o específica para las personas con diabetes. Cada persona tiene unas necesidades nutricionales diferentes según su edad, peso, actividad física, medicación y otras condiciones de salud. Por eso, lo más recomendable es consultar con un dietista o un educador en diabetes que pueda elaborar un plan de alimentación personalizado y adaptado a cada caso.
Sin embargo, hay algunas pautas generales fijadas por la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición que pueden servir de orientación para seguir una dieta saludable para la diabetes. Estas son:
Comer una variedad de alimentos de todos los grupos: frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos, semillas, carnes magras, pescados, huevos y lácteos desnatados o bajos en grasa.
Controlar el tamaño de las porciones y distribuir los alimentos en varias comidas al día (entre 3 y 6), respetando los horarios y evitando saltarse o retrasar las ingestas.
Limitar el consumo de alimentos ricos en azúcares simples, como dulces, pasteles, galletas, refrescos, zumos industriales y mermeladas. Estos alimentos elevan rápidamente la glucosa en sangre y aportan pocas vitaminas y minerales.
Reducir el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas y trans, como embutidos, quesos curados, mantequilla, margarina, bollería industrial y comida rápida. Estas grasas aumentan el colesterol malo (LDL) y el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Preferir las grasas insaturadas, como el aceite de oliva virgen extra, el aguacate, los frutos secos y los pescados azules. Estas grasas mejoran el colesterol bueno (HDL) y protegen el corazón.
Moderar el consumo de sal y alimentos salados, como conservas, encurtidos, salsas y snacks. El exceso de sal puede elevar la presión arterial y dañar los riñones.
Beber suficiente agua y evitar el alcohol. El agua ayuda a hidratar el organismo y a eliminar toxinas. El alcohol aporta calorías vacías y puede interferir con la acción de la insulina o de algunos medicamentos para la diabetes.
Utilizar métodos de cocción sencillos y saludables, como el vapor, el horno, la plancha o el microondas. Evitar los fritos, los rebozados y las salsas grasas.
Leer las etiquetas nutricionales de los productos envasados y elegir aquellos que tengan menos azúcares añadidos, grasas saturadas y sodio.
Día a día con la diabetes
Además, en función de testimonios de pacientes y las recomendaciones de la Federación Española de Diabetes (FEDE) y para tener una idea más clara de cómo debe ser una dieta saludable para la diabetes, te mostramos un ejemplo de menú diario, compuesto a través del método del plato de la Universidad de Harvard que consiste en combinar vegetales, proteínas e hidratos de carbono en cada comida:
Desayuno: Un vaso de leche desnatada con café o té + dos rebanadas de pan integral con queso fresco y tomate + una pieza de fruta.
Media mañana: Un yogur natural desnatado + un puñado de frutos secos.
Comida: Ensalada de lechuga, tomate, zanahoria, atún y aceitunas + pollo al horno con patatas y verduras + una pieza de fruta.
Merienda: Un vaso de leche desnatada con cacao + unas galletas integrales.
Cena: Crema de calabacín + tortilla francesa con jamón york y queso + una pieza de fruta.
Se trata de seguir una dieta variada, equilibrada y apetitosa, que no implica renunciar al sabor ni al placer de comer. Lo importante es saber elegir los alimentos adecuados, en las cantidades correctas y en los momentos oportunos. Así lo ha compartido con OKSALUD una paciente que vive con diabetes tipo 2 y que responde a las iniciales R.R.G, afirmando que cuando recibió el diagnóstico, experimentó miedo y confusión. En ese momento, creía que tendría que renunciar a muchas de sus comidas favoritas y que todo cambiaría drásticamente. Sin embargo, ha logrado ajustar su dieta para incluir una amplia variedad de alimentos saludables, como frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, carnes magras, pescado y lácteos bajos en grasa.
Además, esta paciente ha mencionado que ha dejado de consumir alimentos ricos en azúcar y grasas, como postres, refrescos, bollería y comida rápida. También redujo su ingesta de sal y alcohol, y ahora sigue una rutina de cinco comidas diarias: desayuno, media mañana, almuerzo, merienda y cena. Se asegura de no saltarse ninguna de estas comidas ni de picar entre ellas. Subraya lo importante que es beber suficiente agua y cocinar con aceite de oliva para dar sabor a sus platos. Su historia muestra cómo es posible llevar una vida saludable y equilibrada a pesar de la diabetes, tomando decisiones conscientes en cuanto a la alimentación y el estilo de vida.
«Los pacientes diabéticos tienen un problema en cuanto a su azúcar en sangre, por bien resistencia a la insulina o por un déficit de la hormona segregada por el páncreas, por lo tanto, tienen que regular muy bien sus alimentos con azúcares, salvo que la administración de insulina en algunas ocasiones requiere que el paciente tome hidratos de carbono porque baje demasiado su azúcar de sangre al inyectarse insulina», así lo ha corroborado el profesional digestivo.
En cambio, la mayoría de los diabéticos no insulinodependientes son por obesidad. «Estos pacientes debieran evitar los hidratos de carbono y todo tipo de azúcares, pero también tendrían que mantener una cierta restricción en cuanto a otros alimentos, como por ejemplo los que sean las féculas ricas en almidón, siendo el caso de arroces, la patata, el boniato… Los arroces se recomienda tomarlos integrales, para no tener una restricción completa mismo y también deben evitar tomar grasas saturadas, intentando evitar todos los fritos y legumbres muy harinosas como pueda ser los judiones o incluso el garbanzo, la opción más sana es la lenteja por su alto contenido en hierro». ha añadido el Doctor Alfredo Alonso Poza.