Usó un bisturí para cortar la panza de su amiga embarazada, matarla y robarse a la bebé: el horror detrás de un plan macabro.
Una mujer en Texas fue acusada de asesinar a su amiga embarazada y sacar al bebé del útero, provocando también la muerte del nonato el pasado fin de semana. El delito ocurrió en 2020; y hasta este 9 de noviembre la victimaria fue condenada a muerte.
Taylor Rene Parker, de 29 años, fue declarada culpable de asesinato capital por matar a Reagan Michelle Simmons-Hancock, de 21 años, y su hija pequeña en New Boston en octubre de 2020.
Es importante recordar que Parker fue arrestada en el estado de Oklahoma después de que intentó hacerse pasar como la madre del bebé, tan solo unas horas después de haber cometido el crimen.
Durante el juicio, la madre de Simmons-Hancock, Jessica Brooks, calificó a Parker de «malvada pedazo de demonio de carne… Mi bebé estaba viva y seguía luchando cuando la abriste y le arrancaste el bebé del estómago», dijo la desconsolada, según documentó el diario New York Post.
Mi amiga, mi víctima
El día anterior a morir asesinada, el jueves 8 de octubre del 2020, Reagan recibió de su amiga Taylor un regalo y un café de Starbucks. Se lo agradeció por Facebook. La mañana del viernes 9, Taylor miró con atención un video significativo: cómo era el examen físico de un recién nacido de 35 semanas.
Como el embarazo de Reagan estaba muy avanzado, tanto Homer como su madre, Jessica Brooks, estaban en permanente contacto con ella. Pero esa mañana ninguno pudo contactarla. Jessica la llamó varias veces, pero su hija no atendía. Marcó entonces el teléfono de la guardería y se enteró de que su nieta Kynlee Grace nunca había llegado. Jessica se alarmó.
¿Qué pasaba? Decidió ir hasta la casa de su hija. El auto nuevo de Reagan estaba en la puerta: una camioneta Nissan Rogue. Cuando quiso entrar observó sangre en el picaporte. Algo grave había pasado. Ingresó y encontró a su hija tirada boca abajo en el piso del living, en medio de un gigantesco baño de sangre.
“Por la cantidad de sangre enseguida me di cuenta de que estaba muerta. Creo que grité porque no sabía qué hacer. Caí de rodillas y llamé al 911″, declaró.
La policía llegó y encontró un cadáver abierto al medio y una bebé que no estaba. Chad Force, un experimentado investigador de la oficina del sheriff, llegó a la casa de Reagan, en la calle Austin, a las 10.30. Quedó shockeado: “Fue la escena más sangrienta que vi en toda mi vida laboral”.
Taylor salió de la escena y se subió a su auto. Manejó con la prematura ensangrentada sobre la falda. Llamó al 911 y dijo que estaba por dar a luz en el vehículo y que estaba circulando por la autopista 82 rumbo a Idabel. Un patrullero la interceptó poco después por exceso de velocidad. La hizo parar en la banquina en una calle De Kalb, en Texas. Eran las 9.37. Taylor había puesto el cordón umbilical dentro de su bombacha. Los policías se acercaron mientras veían a la joven haciendo señales desde la ventana del coche.
“Le preguntamos qué pasaba y pudimos ver en su falda a un recién nacido con cordón umbilical. Dijo que acababa de parir a la bebé y que estaba tratando de llegar al hospital en Idabel”, relataron. El lugar donde estaban era a solo 19 kilómetros de dónde Taylor había asesinado a su amiga.
La pequeña parecía no respirar. Los agentes llamaron a una ambulancia. Ambas, “madre e hija” hasta ese momento para ellos, fueron llevadas al Hospital McCurtain Memorial en Idabel, Oklahoma, donde Braxlynn fue declarada muerta. Había vivido muy poco.
A los médicos la negativa de Taylor a ser revisada les disparó las alarmas. Sentían que la joven estaba mintiendo y que nunca había estado embarazada.
Poco después, ese extraño hecho se unió a otro policial y horroroso ocurrido cerca de allí. A solo 74 kilómetros del Hospital de Idabel, una joven embarazada había sido encontrada asesinada y con la panza vacía. La bebé no estaba por ningún lado. A la policía no le costó nada unir las historias. Además, las jóvenes se conocían.