El presidente Luis Arce afirmó que la crisis del agua no es sólo un problema ambiental, sino también social y económico, ya que el acceso a este recurso y la capacidad de gestionarla de manera sustentable tiene directa relación con problemas de pobreza, desigualdad e injusticia.
El dignatario de Estado participó este miércoles en la II Conferencia de las Naciones Unidas (ONU) sobre el Agua, que se llevó a cabo en Nueva York, Estados Unidos, donde planteó que se declare el año 2024 como el “Año internacional del agua para la vida”.
“Debemos alertar a la humanidad en su conjunto que la crisis del agua no es sólo un problema ambiental, sino también social y económico, ya que el acceso al agua y la capacidad de gestionarla de manera sustentable tienen directa relación con problemas de pobreza, desigualdad e injusticia, que son las causas estructurales de una crisis sistémica y multidimensional del capitalismo. Y esto pone en peligro la vida entera en el planeta”, afirmó en su intervención.
Asimismo, la autoridad manifestó que el Estado Plurinacional reconoce la importancia del agua como un elemento indispensable no solamente para la vida de los seres humanos, sino también para la subsistencia de la Madre Tierra.
Para el año 2050, el planeta tendrá una población mundial de aproximadamente 10.000 millones de habitantes, lo que implicará una mayor demanda de alimentos en un 50%, de acuerdo a datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
“Bajo las tendencias actuales, para ese mismo año la demanda de agua también se habrá duplicado, considerando que más de un tercio de la población mundial vive en regiones con escasez de agua, y más de la mitad de la población mundial estará en riesgo debido al estrés hídrico. En consecuencia, cientos de millones de personas sufrirán la tragedia de ser desplazadas, con profundas pérdidas y daños que se causarán globalmente”, sostuvo.
Agregó que a pesar de los grandes esfuerzos que hacen los Estados, se estima que más de 800 millones de personas carecen de acceso a agua potable y más de 2.500 millones de personas no tienen acceso a saneamiento básico.
En consecuencia, miles de niñas y niños en diferentes partes del mundo mueren diariamente por enfermedades relacionadas con la falta de acceso a agua potable y saneamiento, entre otras graves consecuencias.
La crisis climática afecta a la disponibilidad y la demanda de agua, así como a la frecuencia e intensidad de las inundaciones y las sequías; la crisis de pérdida de biodiversidad afecta negativamente las funciones ecosistémicas relacionadas con el agua; y la crisis de contaminación tiene claras repercusiones sanitarias y socioeconómicas.
“Estas crisis no son accidentales; son producto de nuestras formas y sistemas irracionales de producción y consumo que, con urgencia, deben ser revisadas y cambiadas. Hay que construir la base material sobre las que las sociedades reproduzcan todas las formas de vida, pero ese desarrollo de las fuerzas productivas no puede poner en peligro de desaparición al planeta y la humanidad”, dijo.
Puntualizó que esta crisis climática también se traduce en los efectos niño y niña que no sólo afecta el ciclo agrícola, “sino que claramente evidencia lo urgente de tomar medidas para paliar la falta de agua en todas las regiones que enfrentan este problema”.