Si bien de forma preliminar no existe una amenaza inmediata, la situación -por la que Ucrania y Rusia se acusan mutuamente- representa un peligro «alarmante» dadas las consecuencias que podría ocasionar un incidente nuclear en la central, la más grande de Europa.
«(La localidad de) Energodar y la central nuclear de Zaporiyia están nuevamente bajo el fuego de los militantes de (el presidente de Ucrania, Volodimir) Zelenski. Según testigos, en la ciudad se escuchan nuevamente explosiones», afirmó Vladimir Rogov, vocero de la administración regional designada por Moscú.
«Los proyectiles cayeron en el área de la ribera del Dnieper y de la central nuclear», añadió el dirigente prorruso en un mensaje subido a su canal de Telegram y reproducido por la agencia de noticias Sputnik.
Por su parte, el alcalde de Energodar, la localidad donde queda la planta, indicó que «se están produciendo nuevos bombardeos» y responsabilizó de la situación a las «provocaciones de los ocupantes», en referencia a las fuerzas rusas.
«Según el testimonio de los residentes locales, nuevamente se están produciendo bombardeos desde el área del parque en dirección a la central nuclear de Zaporiyia y el área industrial», denunció en Telegram.
Las tropas rusas tomaron el control de esta planta el 4 de marzo, poco después del inicio de la invasión de Ucrania el 24 de febrero.
Moscú y Kiev se vienen acusando mutuamente en los últimos días de bombardear las inmediaciones de la instalación, aunque ambos bandos coinciden en que los niveles de radiación continúan normales.
Esto último fue ratificado el jueves pasado por el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el argentino Rafael Grossi, que igualmente calificó de «alarmante» la situación.
Explicó que los expertos del organismo, agencia de la ONU encargada de las inspecciones nucleares, evaluaron que «de forma preliminar no existe una amenaza inmediata para la seguridad como resultado de los bombardeos u otras acciones militares recientes».
Sin embargo, urgió a que «ambas partes de este conflicto armado» permitan una misión de la OIEA a la central de Zaporiyia «lo antes posible».
Por su parte, Estados Unidos y la ONU instaron a crear «un perímetro de desmilitarización para garantizar la seguridad de la zona», lo que fue rechazado por el Kremlin.
Continúan los combates
Mientras siguen estos combates, el asesor de la Presidencia ucraniana, Mijail Podoliak, declaró este sábado que la guerra con Rusia «debe terminar con la liberación» de Crimea, la península que Moscú se anexó en 2014 y que esta semana fue escenario de una serie de explosiones en un aeródromo militar.
«Rusia comenzó la guerra contra Ucrania en 2014 al apoderarse de Crimea. Está claro que la guerra debe terminar con su liberación», indicó el consejero de Zelenski en su cuenta de Twitter.
Estas declaraciones de Podoliak, que reconoció además que las negociaciones de paz están atascadas, coinciden con las explosiones ocurridas esta semana en un aeródromo militar en la península.
El Kremlin descartó un ataque en el marco de la guerra con su país vecino, mientras que la Fuerza Aérea ucraniana afirmó que nueve aviones de combate rusos fueron destruidos por las detonaciones, sin confirmar si se trató de un ataque.
Esta guerra provocó sanciones y contra sanciones entre las potencias occidentales, aliadas de Kiev, y Moscú, con medidas contra distintas figuras políticas y represalias económicas.
En ese marco, Hungría volvió a diferenciarse del resto de la Unión Europea (UE) al informar que Rusia le suministrará hasta fin de mes unos 2,6 millones de metros cúbicos de gas adicionales por día.
El secretario de Estado de Exteriores húngaro, Tamás Menczer, comunicó quela firma estatal Gazprom comenzó ayer a enviar los volúmenes adicionales «y ya se está negociando el plan de suministro para septiembre».
El anuncio de Hungría llega cuatro días después de que comenzara a regir en la UE el acuerdo para reducir el consumo de gas ruso en un 15% y disminuir así su dependencia de cara al próximo invierno boreal.
El país liderado por el primer ministro Viktor Orban, cercano al presidente ruso Vladimir Putin, fue el único Estado miembro del bloque que votó en contra del convenio, que terminó por adoptarse por mayoría relativa.
El acuerdo que sí avanza de forma más aceitada es el que permite la exportación de granos ucranianos que estaban bloqueados por la guerra, firmado entre Ucrania y Rusia el mes pasado con la mediación de Turquía y la ONU.
El Ministerio de Defensa turco confirmó este sábado que desde el puerto ucraniano de Chornomorsk ya zarparon los buques Fulmar S, con bandera de Barbados y que transporta 12.000 toneladas de maíz, y el Thoe, de las Islas Marshall y con 3.000 toneladas de semillas de girasol a bordo.
Los buques cruzan el Mar Negro hacia el estrecho del Bósforo, en Turquía, y se detienen en el centro de coordinación conjunto establecido en Estambul, donde se examina la carga.
Asimismo, este centro es el encargado de examinar los navíos que entran a territorio ucraniano para garantizar que no lleven armas o material de combate a la zona de guerra.
Rusia y Ucrania son los principales proveedores de cereales del mundo, y además Moscú es un gran exportador de fertilizantes, por lo que el bloqueo de las exportaciones disparó el precio de los alimentos en todo el mundo.