El ADN afectado por el tabaquismo pasivo, se asocian a enfermedades como el asma o el cáncer
El estudio califica la exposición al tabaco como un problema de salud pública y de desigualdad social
Fumar mata. Esta y otras advertencias similares es lo que rezan las cajetillas de tabaco desde hace más de 20 años. Que el tabaco es malo para la salud, lo saben todos, fumadores incluidos, por eso muchos espacios públicos son —o están en camino— a ser ‘espacios libres de humo‘. Lo que cada uno haga dentro de su casa es cosa suya, ¿pero qué ocurre con los fumadores pasivos, en especial, cuando son niños?
Ahora sabemos que los niños y niñas expuestos al humo del tabaco en el hogar son más propensos a mostrar determinados cambios en el epigenoma, los cuales pueden alterar la manera en que los genes se expresan. Así lo revela un estudio liderado por el Institut de Salut Global de Barcelona (ISGlobal), cuyos resultados se han publicado en Environment International, resaltan la necesidad de reducir la exposición al tabaquismo pasivo, especialmente en entornos infantiles.
¿Qué es el epigenoma? «Es uno de los mecanismos epigenéticos. […] Si la secuencia genética es el libro de instrucciones de la célula, la epigenética sería como la puntuación. Lo que nos ayuda a interpretar ese libro de instrucciones», ha explicado la investigadora de ISGlobal y autora principal de este estudio Marta Cosín, en Las mañanas de RNE.
Según un estudio del Institut de Salut Global de Barcelona, el humo del tabaco deja huella en el ADN de los niños
Convivir con el humo aumenta las posibilidades de tener cáncer y asma
Para el trabajo han recopilado los datos de 2.695 niños y niñas de entre 7 y 10 años, en ocho países europeos, entre ellos España. Después de analizar sus muestras de sangre, los investigadores concluyen que los niños que vivían en un entorno con uno, dos o más fumadores en casa, sufrieron cambios en la metilación de su ADN en 11 regiones del código genético, que se sabe están vinculadas al tabaquismo pasivo. Seis de estas regiones, se asocian a enfermedades como el asma o el cáncer. Esto podría alterar la susceptibilidad a que los niños, cuando crezcan, puedan desarrollarlas.
«En concreto, la metilación del ADN en realidad son modificaciones químicas en este ADN, que no alteran la secuencia genética, pero sí que permiten que esa zona del ADN, esté o más compacta o más abierta. Si está más compacta, esos genes están silenciados y si está más abierta, esos genes se están expresando», ha explicado Cosín.
Existen otros estudios que afirman que la exposición infantil al tabaco no solo incrementa el riesgo de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, sino que también puede afectar el desarrollo neurológico y la función inmunitaria. Según datos de la encuesta Edades, elaborada por el Ministerio de Sanidad, en diciembre de 2024 el 36’8% de la población de 15 a 64 años había consumido tabaco en el último año; el 33’9% en el último mes y el 25’8% a diario. Son datos que van a la baja cada año (en 1997 el porcentaje de consumo anual ascendía al 46’8%). A pesar de que el humo del tabaco está cada vez más fuera de los espacios públicos, en muchos hogares sigue estando presente.