El bullying es un problema que no solo amarga la vida de las víctimas, sino que también puede dejar graves secuelas a largo plazo. En nuestro país, alrededor de 220.000 estudiantes sufren acoso escolar y más de 74.000 ejercen como acosadores, según datos del ‘I Estudio sobre el acoso escolar y el ciberacoso en España en la infancia y la adolescencia’ realizado por la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense de Madrid junto a la Fundación ColaCao
El bullying, además, no solo tiene un devastador impacto emocional, sino que también puede dejar huellas fisiológicas perdurables, como ha mostrado un nuevo estudio que ha analizado cómo afecta el acoso escolar al desarrollo del cerebro desde la adolescencia hasta la adultez temprana y ha encontrado que provoca alteraciones en ciertas áreas del cerebro, y que los cambios afectan de manera diferente a hombres y mujeres.
Los investigadores se basaron en un exhaustivo análisis de imágenes de resonancia magnética (IRM) de 2.094 participantes (1.009 mujeres) en tres momentos clave: a los 14, 19 y 22 años, lo que les permitió observar cambios específicos en al menos 49 regiones cerebrales implicadas en la memoria, el aprendizaje y los movimientos motores a lo largo del tiempo y proporcionó una visión más completa de cómo el bullying crónico puede afectar el desarrollo cerebral en la transición hacia la edad adulta. Además, evaluaron la intensidad del acoso mediante el Cuestionario de Olweus de Bullying y Víctima (OB/VQ) en cada etapa, para entender mejor su impacto.
Los resultados se han publicado en bioRxiv, un repositorio en el que se publican estudios que todavía no han sido revisados por pares (otros científicos no implicados en la investigación) para que puedan ser incluidos en una revista científica), y muestran que aquellos que sufrieron acoso presentaron un aumento en el volumen de ciertas áreas subcorticales del cerebro, como el putamen, el núcleo caudado, el accumbens, la amígdala y el hipocampo, mientras que se observó una disminución en áreas como el cerebelo, la corteza entorrinal y la ínsula.
Curiosamente, en las mujeres se registraron cambios más marcados en áreas relacionadas con el procesamiento emocional, mientras que en los hombres los cambios fueron más evidentes en regiones motoras y sensoriales. Estos hallazgos sugieren que el acoso escolar está relacionado con cambios significativos en el desarrollo cerebral, lo que podría ayudar a explicar los problemas emocionales y de comportamiento observados en las víctimas de bullying. Además, el estudio subraya la importancia de considerar las diferencias entre géneros en futuras investigaciones e intervenciones.
La adolescencia, una etapa crítica para el desarrollo del cerebro
Durante la infancia y la adolescencia, el bullying puede afectar negativamente a la salud mental y cognitiva de las víctimas, y estos efectos pueden persistir hasta la adultez, han explicado los autores en el artículo, y añaden que esto es especialmente preocupante en la adolescencia porque es una etapa crítica para el desarrollo del cerebro, que experimenta profundos cambios biológicos y psicológicos.
El cerebro en desarrollo es especialmente sensible a factores de estrés como el acoso, y la exposición constante a situaciones de bullying puede provocar alteraciones duraderas en su estructura y funcionamiento y aumentar el riesgo de problemas de salud mental. El bullying, además, no afecta a todos de la misma manera. Algunas personas sufren acoso crónico y severo, mientras que otras lo experimentan de forma ocasional o leve.