Suiza comenzará a usar cápsulas de suicidio asistido creadas por el célebre «Doctor Muerte»

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Se trata de un invento de Philip Nitschke, un controvertido defensor de la eutanasia, que funciona reduciendo los niveles internos de oxígeno y que los usuarios pueden operar desde su interior.

En Suiza, el suicidio asistido es legal desde 1942 y el método que se utiliza para llevarlo a cabo es el consumo de un fármaco letal. Sin embargo, el país europeo podría implementar pronto una cápsula similar a un ataúd, creada por el doctor Philip Nitschke, un controvertido defensor de la eutanasia que fue apodado como el «Dr. Muerte» y «el Elon Musk del suicidio asistido».

En diálogo con el medio británico The Daily Mail, el médico explicó que en Suiza «están listos» para utilizar el nuevo método por primera vez y que están hablando con «varias personas que quieren ser las primeras en utilizarlo».

«Estuve en Suiza durante la última semana hablando con nuestros abogados solo para asegurarme de que no sean necesarios más requisitos suizos antes de su uso», explicó el doctor australiano.

Philip Nitschke
Philip Nitschke fue cuestionado en el pasado por sus opiniones públicas sobre la eutanasia.

Las cápsulas realizadas en 3D, llamadas «Sarco» como una abreviación de «sarcophagus» (en español: sarcófago), son dispositivos portátiles que funcionan reduciendo los niveles internos de oxígeno y que los usuarios pueden operar desde el interior.

Fueron desarrolladas por Exit International, una empresa sin fines de lucro encabezada por Nitschke, y su creación tuvo un costo de entre 4.000 y 8.000 dólares. En la actualidad, se encuentran en las etapas finales de preparación para su uso en Suiza.

Respecto a su funcionamiento, el especialista precisó: «La persona se subirá a la máquina, se le harán tres preguntas y responderá verbalmente: ‘¿Quién es usted?‘, ‘¿Dónde está?‘ y ‘¿Sabes qué pasa si presionas el botón?‘. Y si responden a esas preguntas verbalmente, el software enciende la alimentación para poder presionar el botón. Y si presionan el botón morirán muy rápidamente«.

«Cuando subes a Sarco, el nivel de oxígeno es del 21%, pero después de presionar el botón, el oxígeno tarda 30 segundos en bajar a menos del 1%«, añadió.

Cápsula Sarco
Según Nitschke, quien utilice las cápsulas Sarco tendrá una «muerte pacífica».

Para utilizar este método de suicidio asistido, el individuo debe ser miembro de Exit International, cuyo registro cuesta cien dólares. Sumado a esto, el individuo deberá demostrar que tiene la capacidad mental para intentar poner fin a su vida, algo que exige la ley suiza. «Utilizaremos el método tradicional de conseguir que un psiquiatra suizo básicamente hable con la persona y evalúe su capacidad mental, y lo haremos antes de que la persona pueda utilizar el dispositivo», explicó Nitschke.

Según el médico, el método vigente en Suiza, que consta en ingerir un fármaco, tiene sus fallas, por lo cual presenta su invención como una alternativa. «Para ingerir una pastilla hay que poder tragarla (algunas personas no pueden) y evitar cualquier posibilidad de vómito o no tener ninguna condición intestinal que interfiera con la absorción», sostuvo.

Sumado a esto, Nitschke consideró que su dispositivo ofrecerá a las personas «la opción de una muerte pacífica, estén enfermas o no». «Entendemos que la vida es un regalo precioso, pero ¿qué clase de regalo es si no puedes regalarlo?. El precioso regalo de la vida debe ser algo de lo que tengas la capacidad de disponer cuando sientas que es el momento adecuado», afirmó.

Las controversias respecto a las cápsulas Sacro

Mientras que Nitschke aseguró que su invención le brindará a la gente la posibilidad de terminar sus vidas en una manera «pacífica», grupos pro-vida advirtieron que las cápsulas «embellecen el suicidio». En ese sentido, James Mildred, director de participación de la agencia humanitaria internacional CARE, afirmó que «el dispositivo de Philip Nitschke ha sido condenado por una amplia gama de comentaristas».

Y agregó: «Muchas personas sienten que trivializa, e incluso embellece, el suicidio. Creemos que el suicidio es una tragedia que las buenas sociedades intentan prevenir en cualquier circunstancia. Hay formas éticas de ayudar a los seres humanos que no implican la destrucción de la vida».

En sintonía con sus declaraciones, el doctor Gordon Macdonald, director ejecutivo de la alianza Care Not Killing, consideró que se trata de un «nuevo punto bajo» en este tipo de métodos. «El desarrollo de las cámaras de gas personales marca un nuevo punto bajo en el debate sobre si matar o no a las personas mediante el suicidio asistido y la eutanasia», sentenció.

«Lo que es igualmente risible es la afirmación de que dará a las personas una muerte rápida y sin dolor, ya que esto fue exactamente lo que se dijo sobre el uso de drogas letales en el puñado de lugares que han introducido el suicidio asistido o la eutanasia», concluyó.

El otro proyecto de Nitschke: implantes de suicidio asistido para gente con demencia

Además de Sarco, Nitschke reveló que estaba trabajando en un concepto de implantes que ponen fin a la vida de personas con demencia, aunque todavía no existe un prototipo. Según el hombre, alguien que atraviesa las primeras etapas de la enfermedad de Alzheimer podría, en teoría, elegir tener el implante si quisiera terminar con su vida antes de que la condición se volviera demasiado grave.

En ese sentido, los usuarios tendrían que presionar un botón en el implante con regularidad, tal vez una vez al día, sugirió Nitschke, para evitar que se administre una dosis letal de veneno. Si la enfermedad progresaba hasta un punto en el que la persona no tenía la capacidad de presionar el botón, entonces el dispositivo acabaría con su vida.

«Cuando consigamos fabricar este dispositivo, tendré que probarlo yo mismo«, indicó Nitschke al Daily Mail, a la par que consideró que probablemente tendría que haber algún tipo de pitido para advertir a la persona que estaba a punto de activarse.

La sustancia química específica que usaría el dispositivo para administrar la muerte aún no fue definida, ya que su equipo está «teniendo muchos problemas al tratar de descubrir qué podemos usar». Una opción alternativa a la administración de veneno sería colocar un dispositivo eléctrico similar a un marcapasos cardíaco.


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