Al menos 30 personas murieron este domingo y más de 55 resultaron heridas en un ataque aéreo en la región etíope noroccidental de Amhara, tras semanas de combates entre Fano, una milicia rebelde de ese territorio, y el Ejército federal del país, confirmaron hoy fuentes hospitalarias.
Según declaró al diario Addis Standard este martes el director del hospital general de la ciudad de Finote Selam, Manaye Tenaw, el ataque ocurrió cerca de un hotel de esa urbe y la mayoría de las víctimas mortales llegaron sin vida al centro médico, mientras que sólo dos personas fallecieron por las heridas tras ser ingresadas.
«Oímos la explosión temprano por la mañana y, poco después, numerosas víctimas empezaron a llegar a nuestro hospital, alrededor de las 12:00 horas (09:00 GMT)», dijo el director, al detallar que todos los muertos estaban en la veintena de edad, a excepción de un niño de 15 años.
Manaye lamentó la escasez de suministros médicos y oxígeno que ha sufrido el centro a causa de un «bloqueo» de carreteras desde otras ciudades, incluida la capital regional, Bahir Dar.
Según declaró a EFE un testigo presencial, el ataque tuvo como objetivo vehículos pesados alineados en el centro de Finote Selam para transportar a militantes de Fano al frente de batalla en la cercana localidad de Bure.
«Pero los ataques aéreos tuvieron lugar veinte minutos después de que los vehículos que transportaban a los militantes se hubieran alejado del área. Como resultado, el ataque no dio en el blanco y golpeó a otro vehículo, matando a los civiles que estaban dentro y a los que estaban cerca”, explicó esa fuente.
Este testigo también aseguró que 28 personas murieron en el ataque del domingo.
EFE trató de contactar con un portavoz del Gobierno federal, pero no respondió de inmediato para dar su versión.
Este lunes, la Comisión de Derechos Humanos de Etiopía (EHRC, en inglés), organismo que opera de manera autónoma pero tiene un jefe designado por el Parlamento etíope, lamentó la muerte de un número indeterminado de civiles y ejecuciones extrajudiciales en Amhara.
El pasado viernes, el portavoz del Gobierno etíope, Legesse Tulu, admitió la muerte de civiles durante los enfrentamientos, así como el saqueo y la destrucción de propiedad, si bien no cuantificó los daños ni especificó el número de fallecidos.
Aunque los conflictos nacionalistas han marcado la historia de Etiopía, las tensiones entre Fano y el Gobierno federal aumentaron desde abril, cuando Adís Abeba decidió disolver las fuerzas paramilitares especiales de las regiones del país e integrarlas en el Ejército o la Policía, una medida que también afectaría a Fano.
Finalmente, la violencia estalló a finales de julio en varias zonas de Amhara, lo que llevó al Ejecutivo a declarar el estado de emergencia el pasado 4 de agosto, previsto durante seis meses.
El presidente de Amhara, Yelikal Kefale, ha pedido más ayuda a las autoridades centrales para resolver la creciente «inseguridad», distanciándose así de la milicia, exaliada de la región.
Fano colaboró con las tropas federales en la guerra que libraron durante dos años con la región norteña de Tigré -con la que Amhara mantiene una disputa territorial histórica-, hasta la firma de un acuerdo de paz en noviembre de 2022.
En el poder desde 2018, el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, que pertenece a la etnia mayoritaria oromo, ha recibido críticas por no solucionar las tensiones étnicas que históricamente han ocasionado olas de violencia en el país.