A pesar de las evidencias que desaconsejan la fumigación de calles, aún se encuentran casos en los que se destinan recursos a estas medidas, generando una falsa sensación de seguridad en la población boliviana. Además, la aplicación excesiva de desinfectantes en el medio ambiente puede tener consecuencias negativas para la naturaleza urbana y la contaminación del agua, dicen los expertos.
Expertos médicos que han tratado a pacientes con diversas enfermedades virales han llegado a una contundente conclusión: la fumigación de calles y espacios públicos no representa una medida efectiva para prevenir la transmisión del virus.
Joel Gutiérrez, especialista en Terapia Intensiva, junto con el especialista Jhonny Camacho, exautoridad de salud y experto en enfermedades respiratorias, y Cesar Ríos, virólogo y actual jefe departamental de epidemiología, han coincidido en que la principal vía de transmisión del virus es a través del sistema respiratorio, de persona a persona.
“Ya no es necesario fumigar las calles, se ha demostrado que la transmisión del COVID-19 se produce principalmente a través de las vías respiratorias, de persona a persona”, afirmó Jhonny Camacho. Además, el médico advirtió que la fumigación no solo es innecesaria, sino que “podría inhibir los mecanismos naturales de defensa del sistema inmunológico ante los gérmenes”.
Camacho incluso sugiere que “estar en contacto con ciertos gérmenes podría contribuir a mantener actualizado nuestro sistema inmunológico y fortalecer las defensas naturales contra el virus”.
Por otro lado, Joel Gutiérrez resalta que “mantener limpias las calles es suficiente y que rociar desinfectantes sobre superficies no resulta efectivo para eliminar el virus”.
Estas afirmaciones están respaldadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que también ha declarado que las calles y aceras no representan reservorios significativos de infección por el virus de la COVID-19.
Además, la pulverización de desinfectantes, incluso al aire libre, puede resultar nociva para la salud de las personas, causando irritación o daños en los ojos, las vías respiratorias o la piel.
En este sentido, la OMS sostiene que esta práctica no es eficaz debido a que la suciedad presente en las superficies desactiva el desinfectante, dificultando la limpieza total de los espacios exteriores.
A pesar de las evidencias que desaconsejan la fumigación de calles, aún se encuentran casos en los que se destinan recursos a estas medidas, generando una falsa sensación de seguridad en la población.
Además, la aplicación excesiva de desinfectantes en el medio ambiente puede tener consecuencias negativas para la naturaleza urbana y la contaminación del agua.
En el contexto de la festividad de la Alasita en Sucre, se ha llevado a cabo la fumigación nocturna de las calles. El director municipal Gestión de Riesgos, Jorge Tanuz, explicó que se emplean diferentes químicos para estas acciones.
Para las motopulverizadoras, se utiliza Mediclean, mientras que para las calles se recurre al hipoclorito de sodio.
Sin embargo, expertos coinciden en que, en lugar de centrarse en estas acciones, es fundamental enfocarse en mantener buenas prácticas de higiene personal, como el lavado frecuente de manos.