Bolivia produce la droga muchas veces en combinación con organizaciones criminales de Perú. Antes de la pandemia el negocio ilegal movilizaba cerca de $us 2.500 millones por año, según estudios. Ven que el país no atrae inversiones.
Desde que se levantaron las restricciones derivadas de la pandemia de coronavirus el tráfico de cocaína a Europa prácticamente “se ha disparado”, indicó en varios de sus informes recientes la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc). Pero, la tendencia está generando otra dinámica en el flujo de recursos.
Para la criminóloga Gabriela Reyes, quien fue responsable del Observatorio Boliviano de Seguridad Ciudadana y Lucha Contra las Drogas, hay “síntomas” que hacen ver que los capitales ilegales generados por el narcotráfico ya no se quedan en el país, porque son controlados por cabecillas de bandas internacionales, especialmente afincados en Brasil y, recientemente, en Paraguay, desde donde se controlan “el negocio”.
“Este es un síntoma de la nueva dinámica del narcotráfico. Es que la plata se va, porque quienes manejan las grandes sumas de dinero no son bolivianos. Podríamos decir que se va a Brasil que es donde tiene su centro de operaciones el PCC (Primer Comando de la Capital)”, explicó Reyes, a tiempo de precisar que se trata de un fenómeno nuevo y en desarrollo.
Desde el punto de vista del análisis económico, el país atraviesa una crisis de confianza que está marcada por la especulación de dólares y la poca certidumbre para invertir los dólares en el país.
El economista y docente universitario Joshua Bellott recordó que la pandemia también marcó un punto de inflexión que gatilló las indicadores de inflación en todo el mundo. El país contuvo este fenómeno, pero el costo fue que se hizo poco atractivo “para las inversiones sean legales o ilegales”.
“Este es un proceso que está durando básicamente desde la pandemia. Al ser la tasa de interés internacional más elevada que la tasa de interés nacional, esto provoca una fuga de divisas porque el dinero es más rentable en el exterior y es por eso que muchos han optado por sacar sus divisas”, explicó el especialista. Además, mencionó que el país también enfrenta una proyección de “incertidumbre” que puede alentar “una fuga de dólares”, un fenómeno que no es nuevo el país.
“La especulación y la falta de confianza también aportó a este escenario. Para lícitos e ilícitos. No les conviene tener los dólares en el país. No es rentable tener los dólares en el país”, anotó Bellott.
El presidente del Banco Central de Bolivia (BCB), Edwin Rojas, en una entrevista con radio Panamericana, también lamentó que la especulación de dólares haya alentando la escasez de la divisa, pero aseguró que la tendencia se está reduciendo por la inyección directa de esos capitales. “Todos estos mecanismos han permitido que el BCB, al mes de junio, pueda proveer más de $us 728 millones al sistema financiero”, indicó y precisó que si en marzo la demanda fue $us 81 millones, ésta se redujo en abril a 28 millones; en mayo a 21 millones y para junio llegó a $us 11 millones. “Estamos en un proceso de regularización por la inyección de recursos”, dijo.
Sobre las perspectivas de crecimiento, señaló que para este semestre “hay un efecto positivo en la balanza comercial” del país.
Ahora bien, antes de la pandemia, las incautaciones de cocaína se aproximaban a las 20 toneladas anuales y sobre este indicador surgieron varios estudios. El economista Alejandro Banegas, quien fue director del BCB, presentó en 2022 un análisis con la Universidad Autónoma Gabriel Rene Moreno (Uagrm) que daba cuentas de un movimiento de hasta $us 2.500 millones por efecto de esta ilícita actividad. Esto representa cerca del 8% de Producto Interno Bruto (PIB).
Por su lado, el viceministro de Defensa Social, Jaime Mamani, aseguró que en el curso de los últimos 24 meses fueron “batidos récords” con la confiscación de 51,3 toneladas de cocaína en el país, lo que representa un alza del 20% de esos operativos con respecto a un periodo similar. Hay más incautaciones porque se produce más droga, según estas cifras.
Pero ¿a dónde van esos recursos? En su reporte especializado de este año, la Unodc, apuntó que “la cocaína procedente de Bolivia y Perú se transporta cada vez más a Paraguay, a través de la hidrovía Paraguay-Paraná. Los grupos delictivos, a menudo procedentes de Brasil, utilizan aviones para cruzar la frontera y luego barcos por el río hasta llegar al Atlántico”, donde están los centros de acopio.
Precisamente, sobre la base de este flujo, Reyes hizo notar que las autoridades de Brasil y Paraguay ejecutan operativos más contundentes, además que cuentan con una participación más activa de la Policía Europea (Europol).
Desde 2019, efectivos de esta fuerza multinacional realizaron tres megaoperativos en los que se confiscó cerca de 40 toneladas de cocaína producida en el país. El más reciente, que se conoció como la operación Hinterland, permitió detectar un tráfico de 17 toneladas del alcaloide que debía ser distribuido en varios países de Europa. Las autoridades de Paraguay calcularon que el negocio era de más de $us 700 millones y que estaba bajo el control del empresario Rodrigo Alvarenga, quien era el encargado de acopiar la cocaína boliviana en sus compañías para enviarla a mercados de Europa a través de puertos del sur de Brasil. También tenía nexos con firmas afincadas en Dubái.
Según la experta, estas condiciones promueven que “la gran torta que genera el narcotráfico se concentre en pocas manos”, mientras que los clanes bolivianos continúan “prestando servicios”, como es el caso del transporte a través de avionetas. Apuntó que a pesar de los controles, se ha incrementado el número de naves matriculadas en Bolivia que caen con cocaína en Paraguay.
En el vecino país, al menos 15 empresarios fueron afectados por la operación Hinterland. La Policía Federal de Brasil decomisó 173 vehículos y un avión. También congeló las cuentas bancarias de 147 personas y 66 empresas. A fines de 2022, la exdiputada Cinthya Tarragó fue detenida en Estados Unidos junto a su esposo bajo cargos de blanqueo de capitales del narcotráfico. Estos recursos estaban en empresas brasileñas y en bienes en Paraguay.