El papa Francisco ha denunciado las tragedias de inmigrantes en el Mediterráneo y la «vergüenza de una sociedad que ya no sabe llorar y empatizar» con el prójimo, en una carta escrita por el décimo aniversario de su primer viaje como pontífice a la isla italiana de Lampedusa (sur), símbolo de ese drama.
«En estos días estamos asistiendo a repetidas y graves tragedias en el Mediterráneo, nos vemos sacudidos por desastres silenciosos ante los que permanecemos inermes y atónitos», lamenta en la misiva.
Y agrega: «La muerte de inocentes, principalmente niños, en busca de una existencia más tranquila, lejos de guerras y violencia, es un grito doloroso y ensordecedor que no puede dejarnos indiferentes. Es la vergüenza de una sociedad que ya no sabe llorar ni empatizar con el prójimo».
La carta, datada el 20 de junio y dirigida al arzobispo de Agrigento (sur), Alessandro Damiano, recuerda el décimo aniversario del viaje que en julio de 2013 hizo a Lampedusa, el primero de su pontificado en un momento de grave crisis migratoria.
Una visita de alto valor simbólico que el papa, según explicó él mismo en la misiva, quiso emprender para «manifestar mi apoyo y mi paterna cercanía a quienes tras penosas peripecias en el mar llegaron a vuestras costas».
«Desgracias tan inhumanas deben absolutamente mover las conciencias. Dios aún nos pregunta: ‘Adán, ¿dónde estás? ¿Dónde está tu hermano?».
«¿Queremos perseverar en el error, pretender ponernos en el lugar del Creador, dominar para proteger nuestros propios intereses, romper la armonía constitutiva entre Él y nosotros?», cuestiona el papa.
Y se responde: «Hay que cambiar de actitud. El hermano que llama a la puerta es digno de amor, de acogida y de toda premura. Es un hermano que como nosotros ha sido puesto en la Tierra para gozar de lo que existe y compartirlo en comunión».
Francisco sostuvo que «todos estamos llamados a un renovado y profundo sentido de responsabilidad» y solidaridad con el inmigrante, también la Iglesia.
«Por lo tanto es necesario que la Iglesia, para ser profética, se afane en ponerse en el camino de los abandonados, saliendo de sí misma, aplicando el bálsamo de la hermandad y la caridad las llagas sangrantes que llevan marcadas en el cuerpo, las mismas heridas de Cristo», afirmó.
Por eso, el pontífice argentino pidió a quienes en Lampedusa y Agrigento recuerdan su visita apostólica que no permanezcan «encarcelados en el miedo y en las lógicas parciales» y acudir en ayuda de los inmigrantes que llegan por el mar.