Familiares dan el último adiós a Gary Prado Salmón, el militar que capturó al ‘Che’ Guevara

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En medio de un ambiente de conmoción y luto, familiares en Santa Cruz dieron el último adiós en el Cementerio General a Gary Prado Salmón, el militar que en octubre de 1967 capturó al guerrillero argentino-cubano Ernesto «Che» Guevara.

Durante las exequias no hubo honores de las Fuerzas Armadas, como usualmente suelen hacerse, solo participaron militares en servicio pasivo y ex camaradas quienes hicieron de guardia de honor en todo momento.

«Increíblemente nuestras Fuerzas Armadas no he han hecho un homenaje cayendo en incumplimiento de deberes. El Reglamento que tienen de Ceremonial y Protocolar establece con claridad cuando se deben rendir honores y cuando, no», cuestionó al respecto el abogado Omar Durán.

Pese a ello, lo actos de despedida, organizados por la familia de Prado, continuaron. La Gobernación de Santa Cruz incluso instaló una capilla ardiente en la Casa de Gobierno para que las personas que lo conocieron le den su último adiós.

Posteriormente, sus restos fueron trasladados a la Catedral Metropolitana, ubicada frente a la plaza 24 de Septiembre, para la celebración de una misa de cuerpo presente. Pasadas las 16.30, sus restos fueron enterrados en el Cementerio General de la capital cruceña.

Gary Prado Salmón murió a los 84 años de edad. Durante los últimos días se encontraba hospitalizado por complicaciones renales. En vida fue comandante del Colegio Militar tras el golpe de Estado de Luis García Meza, comandante de la Octava División del Ejército, diplomático, autor de varios libros, entre otros.

El 8 de octubre 1967 comandó un operativo en el suroeste del país que terminó con la captura del revolucionario izquierdista argentino Ernesto «Che» Guevara, quien entonces estaba herido y un día después fue ejecutado.

Ese mismo año, el Congreso de la República proclamó al general Prado Salmón como «héroe nacional». La distinción en ese entonces fue por defender lo que el gobierno del general René Barrientos consideró una «invasión extranjera subversiva».

A fines de la década de los 80, un disparo accidental de uno de sus camaradas impactó en su columna, lo que lo dejó en silla de ruedas.


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