Decenas de vehículos chutos salen de Iquique, Chile, rumbo a Bolivia casi todos los días de la semana (excepto el domingo). Al costo del motorizado, que puede ir desde los 3.200 hasta encima de los 10.000 dólares, se le suman unos 770 dólares, de los cuales 150 son para los choferes que se encargan de cruzar el carro por la frontera evadiendo los controles legales.
Los Tiempos evidenció ese procedimiento que le significa a Bolivia una pérdida de millones de dólares en impuestos y uso de combustible subvencionado, pero genera cuantiosas ganancias a grupos de extranjeros que operan en la zona franca de Iquique, aunque también se benefician connacionales que se dedican a esta actividad ilegal desde hace años.
“Si quieres hacer pasar tienes que buscarte un chofer, algunos parten de aquí mismo en la misma cigüeña (así le llaman al camión en el que se cargan hasta 10 vehículos). También los encuentras en la frontera, pero son vivos y si no los conoces te lo pueden hacer desaparecer tu auto”, comenta un conductor que acaba de servirse una brocheta de alitas de pollo con chorizo en la avenida Circunvalación de la zona franca de Iquique, al norte de la ciudad.
El sol ya se esconde, y es cuando los que se encargan de transportar los vehículos chutos comienzan su trabajo. Se reúnen aquí, donde ni bien oscurezca por completo comenzarán a cargar los motorizados en las cigüeñas para despacharlos hasta Colchane, población chilena fronteriza con Bolivia.
“Si quieres yo te lo ‘chofereo’ desde la frontera directamente, anotate mi número y me esperas allá. Todos los días cargan, menos los domingos”, añade otro conductor.
Ya cuando el sol se oculta, las tiendas y almacenes se cierran y la mayoría de los trabajadores abandonan la zona franca, que queda casi en penumbra, y las cigüeñas se forman sobre la avenida Circunvalación a la espera de que ingresen los coches chutos. Los Tiempos verificó, en 25 minutos, que dos de estos camiones cargaron hasta 10 vehículos cada uno, pero hay quienes afirman que en el transcurso de la noche se cargan más.
Precios y cantidades
Los vendedores de los motorizados antiguos que, en gran medida llegan desde Japón, son principalmente pakistaníes. Ofrecen modelos 2002 hasta 2016, que según la norma boliviana ya no pueden entrar al país. En 2015, el gobierno de Evo Morales prohibió por decreto el ingreso de coches con más de dos años de antigüedad.
El precio de los coches oscila entre los 3.200 dólares hasta encima de los 10.000. El cambio del lugar del volante (transformación) cuesta 500, los trámites para enviarlo a Colchane 40, el transporte en la cigüeña 80 y el pago para el chofer que atravesará la frontera 150 dólares, mínimo.
Una tramitadora explica que en Colchane salen después de la medianoche grupos de entre ocho y 10 “chuteros” liderados por un “loro”, así llaman a los guías.
“Nos mandas el dinero y nosotros te lo mandamos hasta la frontera. Tenemos choferes de confianza que te hacen llegar el carro, son choferes que están ‘chuteando’ hace 10 años y conocen el camino al derecho y al revés, todos son bolivianos”, cuenta la tramitadora.
A fines de 2019, la Cámara Automotor Boliviana estimó que, a través de la frontera chilena, ingresaban 25.000 vehículos chutos al año por un valor de 310 millones de dólares, según un reportaje de Connectas. Esto equivale a 68 vehículos por día.
Otras estimaciones hablan de sólo 10 coches por día desde Iquique. En la visita que hizo Los Tiempos a esta ciudad chilena se constató la carga de al menos 20 vehículos en menos de 30 minutos.
“¡Subiendo!, dale, dale, va libre, va libre, falta poco”, grita un hombre delgado que guía la carga de motorizados, una operación acompañada por el sonido de los motores, de las rampas metálicas aplastadas por los neumáticos y de los ganchos ajustados a las argollas.
Todos los camiones van a Colchane. De ahí saldrán los choferes con los coches chutos en la madrugada, muchos hasta Opoqueri, una población en Oruro a 111 kilómetros de la frontera con Chile. Si el destino es alejado, el costo sube de los 150 dólares hasta 200 o incluso 300.
“Me esperas en Opoqueri o si quieres vas en el auto, si no me conoces mejor que vengas con nosotros, ¿qué pasa si me pierdo con tu auto?”, bromea un chofer que ayuda en el embarque de vehículos.
Otros ofrecen cobrar mitad al partir y mitad al llegar a destino. “Nosotros vamos a ir dentro del carro desde acá, pero ya tienes que darnos con el tanque full de gasolina. Allá hay que hacer hora y esperar a la madrugada. Si te animas tienes que ir bien abrigado, porque hace frío”, explica otro.
Legalidad
Con los documentos con los que salen los vehículos chutos se legaliza la operación en territorio chileno hasta la frontera. Si por alguna razón la Policía de ese país los confisca en la frontera, la justicia usualmente devuelve lo confiscado a sus dueños, ya que técnicamente no se cometió ningún delito si es que no se cruzó la frontera, explicó una de las tramitadoras en la zona franca.
Cada día, decenas de chutos salen de esta región hacia el país. Esta actividad mueve millones de dólares, pero afecta al país en impuestos y el consumo de combustible.
En área rural el uso de chutos es común
Una vez en el país, los motorizados chutos son ofertados en distintas ferias para ser utilizados, principalmente, en el área rural, donde no hay controles por parte de las autoridades.
Esto afecta a los vendedores legales de estos productos, que sí pagan impuestos.