JERUSALÉN (AP) — Decenas de fieles cristianos ortodoxos se agolparon el sábado en la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén para celebrar la ceremonia del «Fuego Sagrado», un ritual antiguo y misterioso que este año desató tensiones con la policía israelí.
En la ceremonia anual que ha persistido durante más de un milenio, se usa una llama —encendida de forma milagrosa en el corazón de la tumba de Jesús— para encender las velas de los creyentes en las comunidades ortodoxas griegas.
Después de horas de anticipación frenética, un sacerdote metió la mano dentro de la tumba oscura y encendió su vela. Cada persona adyacente pasaba el fuego a otro y, poco a poco, la iglesia oscurecida se irradió con diminutos parches de luz, que acabaron por iluminar todo el lugar.
Entonces sonaron las campanas. «¡Cristo ha resucitado!», gritaron los adoradores en muchas lenguas. «¡Él ha resucitado!».
Muchos de los que intentaban llegar a la iglesia, construida en el sitio donde la tradición cristiana sostiene que Jesús fue crucificado y sepultado antes de resucitar, estaban encantados de celebrar el rito anterior a la Pascua en la ciudad donde todo comenzó. Sin embargo, por segundo año consecutivo, los estrictos límites de Israel a la gente autorizada para asistir al evento atenuaron parte de la exuberancia.
«Es triste para mí no poder llegar a la iglesia, donde mi corazón, mi fe, quiere que esté», expresó Jelena Novakovic, de 44 años, de Montenegro, quien, como miles de personas, quedó atrapada detrás de barricadas de metal. Usadas para sellar los callejones que conducen al Barrio Cristiano.
En algunos casos, los empujones se convirtieron en violencia. Las imágenes mostraron a la policía israelí arrastrando y golpeando a varios fieles, empujando a un sacerdote copto contra el muro de piedra y derribando a una mujer al suelo. Al menos un hombre mayor fue llevado, sangrando, a una ambulancia.
Israel ha limitado la participación en el ritual a 1.800 personas. La policía israelí dice que debe ser estricta porque es responsable de mantener la seguridad pública. En 1834, una estampida durante el ritual provocó cientos de muertos. Hace dos años, un atropello en un abarrotado lugar sagrado judío del norte del país mató a 45 personas. Las autoridades afirman que están decididas a evitar que se repitan tragedias.