El frío puede ayudar a alcanzar un envejecimiento saludable

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Investigadores del  Cluster of Excellence in Aging Research de la Universidad de Colonia (Alemania) han descubierto que el frío activa un proceso de limpieza celular que ayuda a descomponer los agregados de proteínas dañinas responsables de causar enfermedades relacionadas con el envejecimiento. Esta investigación, publicada estos días en Nature Aging, se suma a estudios previos realizados en diferentes organismos que han demostrado que la reducción de la temperatura corporal puede aumentar significativamente la esperanza de vida. Aunque todavía hay muchas preguntas sin responder al respecto, este equipo de investigación ha desbloqueado un mecanismo clave responsable del proceso.

Es conocido que las temperaturas extremadamente bajas pueden ser dañinas para los organismos, pero se ha descubierto que una reducción moderada de la temperatura corporal puede tener efectos muy beneficiosos. Este fenómeno ha sido observado en animales de sangre fría como gusanos, moscas y peces, cuya temperatura corporal varía según el ambiente. Sin embargo, también se aplica a mamíferos, que mantienen su temperatura corporal constante independientemente de la temperatura ambiente, tanto si su entorno es cálido como frío. Por ejemplo, un nematodo vive más tiempo a una temperatura de 15 grados centígrados que a 20 grados centígrados. En ratones, una reducción de solo 0.5 grados en la temperatura corporal puede extender significativamente su vida útil. Todo esto sugiere que la reducción de la temperatura corporal es un mecanismo evolutivo que juega un papel clave en la longevidad de los animales y está conservado en varias especies.

Se ha observado que la temperatura corporal en humanos también está relacionada con la esperanza de vida. Normalmente, la temperatura del cuerpo humano se encuentra en un rango de 36,5 a 37 grados centígrados, y fluctúa ligeramente durante el día, disminuyendo incluso a 36 grados durante el sueño. Aunque una caída brusca de la temperatura corporal por debajo de los 35 grados puede provocar hipotermia, un curioso estudio anterior apuntaba que una disminución gradual de 0,03 grados centígrados por década desde la Revolución Industrial podría estar vinculada al aumento progresivo de la esperanza de vida humana en los últimos 160 años.

Resultados del trabajo sobre el efecto del frío en la longevidad de los organismos

El Dr. David Vilchezy su equipo de trabajo emplearon un organismo modelo no vertebrado conocido como Caenorhabditis elegans, junto con el cultivo de células humanas que contenían los genes de dos enfermedades neurodegenerativas propias de la vejez: la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y la enfermedad de Huntington. Estas enfermedades se caracterizan por la acumulación de depósitos de proteínas perjudiciales y dañinas, también conocidas como agregaciones patológicas de proteínas. El uso de bajas temperaturas en ambos organismos modelos permitió la eliminación activa de los grupos de proteínas, lo que evitó la agregación patológica de proteínas que es común tanto en la ELA como en la enfermedad de Huntington.

Los científicos investigaron el efecto de las bajas temperaturas en la actividad de los proteasomas, que son los mecanismos celulares que se encargan de eliminar las proteínas dañadas de las células. Durante el estudio, se descubrió que el activador del proteasoma PA28γ/PSME3 disminuyó los déficits relacionados con el envejecimiento en el nematodo y las células humanas. Además, se comprobó que se puede aumentar la actividad del proteasoma mediante una disminución moderada de la temperatura en ambos organismos. El profesor Vilchez concluyó que estos resultados indican que el frío ha mantenido su capacidad de regular el proteasoma a lo largo de la evolución, lo que tiene implicaciones terapéuticas para el envejecimiento y las enfermedades asociadas al mismo.

El envejecimiento se ha identificado como un factor de riesgo importante para varias enfermedades neurodegenerativas que implican la agregación de proteínas, tales como el alzhéimer, el párkinson, la enfermedad de Huntington y la ELA. El profesor Vilchez indicó que: «Creemos que estos resultados pueden aplicarse a otras enfermedades neurodegenerativas relacionadas con la edad, así como a otras especies animales». Un hallazgo clave fue que la actividad del proteosoma puede incrementarse mediante la sobreexpresión genética del activador, lo que permite la eliminación de proteínas que causan enfermedades incluso a la temperatura corporal normal de 37 grados centígrados. Estos resultados ofrecen posibles objetivos terapéuticos para el envejecimiento y las enfermedades relacionadas con el mismo.


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