En el mundo, en los últimos dos años, abrieron 477 millones de nuevas cuentas digitales utilizadas para el pago de prestaciones sociales, la cifra incluye 262 millones de cuentas para mujeres.
El Covid-19 también trajo oportunidades para impulsar una mayor igualdad, pues impulsó a millones de mujeres a abrir cuentas y estimuló invertir en infraestructura digital.
La pandemia aumentó la conciencia sobre el impacto de la exclusión financiera en la igualdad de género, estimuló la inversión en infraestructura y herramientas digitales, y provocó un aumento sin precedentes de los pagos digitales y de la apertura de nuevas cuentas, particularmente entre millones de mujeres. Al hacerlo, se han presentado nuevas y únicas oportunidades para lograr la plena inclusión financiera de las mujeres.
Las mujeres representan dos terceras partes de la población no bancarizada que aún hay en el mundo. A pesar de los avances significativos en la inclusión financiera en general, la brecha de género en la titularidad de cuentas se mantuvo constante durante la última década, llegando a 9 puntos porcentuales en los países en desarrollo, según Findex.
Sin embargo, la inclusión financiera de las mujeres tiene un efecto multiplicador que beneficia a sus hogares y sus comunidades.
Aproximadamente, 80 millones de mujeres abrieron su primera cuenta para recibir pagos durante la pandemia. Sólo en Brasil, 14 millones de mujeres utilizaron por primera vez una cuenta de ahorros digital para obtener tales pagos. Estas cuentas recién creadas representan una vía de acceso prometedora a los servicios financieros que pueden apoyar el ahorro y las inversiones productivas de las mujeres
La inclusión financiera de las mujeres es importante para desbloquear y distribuir de manera justa todo el potencial económico y social de las economías.
La Fundación Bill y Melinda Gates sintetizó estudios clave que demuestran el efecto multiplicador de la inclusión financiera de las mujeres.
A medida de que los Gobiernos buscan asegurar que sus transformaciones digitales sean sostenibles y estén preparadas para el crecimiento económico, generan la oportunidad de atraer a más mujeres a la economía digital formal y de cerrar las brechas en el acceso a los servicios digitales y su uso.
Los servicios financieros también ayudaron a las mujeres a generar ingresos. Por ejemplo, investigadores demostraron que la proximidad a los agentes móviles permitió a las mujeres pobres en Kenya ahorrar más dinero, enfrentar las tormentas financieras y escapar de la pobreza, y alentó a algunas de ellas a dejar la agricultura para dedicarse a emprendimientos.
Los servicios financieros también ayudan a las mujeres a aumentar el acceso de sus hogares a servicios esenciales. En Nepal, por ejemplo, las mujeres que abrieron cuentas de ahorro sin cargo incrementaron el gasto familiar en educación y alimentos nutritivos, y mantuvieron a sus hijas en la escuela.
Por último, los hogares se vuelven más resilientes cuando las mujeres utilizan los servicios financieros. En un estudio en Ghana se concluyó que la inclusión financiera mejora de manera considerable la resiliencia financiera de los hogares, y que las mujeres con acceso a servicios financieros contribuyen al bienestar de su hogar tanto como los hombres. Esta inclusión financiera tiene mayores impactos en las mujeres de las zonas rurales, particularmente en aquellas que reciben remesas en dinero móvil.
La pandemia también ha acelerado las inversiones en infraestructura y herramientas digitales, que están ayudando a crear economías digitales más dinámicas y sólidas. La utilización de los pagos digitales, de las plataformas de comercio electrónico y del intercambio digital de información y datos se disparó en los últimos tres años.