Con la llegada de la pandemia, la participación en este evento se ha visto enormemente afectada. En los dos últimos años, las autoridades se vieron obligadas a reducir drásticamente la cantidad de asistentes. En 2021, solo se permitió unas 60.000 personas en las celebraciones, mientras que solo pocos millares lo hicieron en 2020.
Entre el millón de musulmanes admitidos para esta ocasión se encuentran 850.000 extranjeros. «Es la primera vez que hago el hach. Mucha gente postuló, pero no tuvieron la oportunidad», comentó Maytof Ali, un marroquí de 65 años, sobre la lotería que organizan las autoridades para asignar los lugares.
Esta peregrinación también se traduce en una importante fuente de ingresos: cada persona tiene que pagar la suma de 5.000 dólares para participar. Por otro lado, las autoridades advirtieron que impondrán multas de 2.600 dólares a quienes intenten participar sin ninguna autorización.
Si bien en este 2022 se han suavizado las restricciones, solo los fieles con vacunación completa podrán asistir. Igualmente, el uso de la mascarilla no será obligatoria en la mayoría de espacios cerrados, con excepción de la Gran Mezquita.
Mujeres solas
Desde hace un año, la asistencia de mujeres sin la compañía de un familiar masculino es permitida en la peregrinación. “Estar aquí es lo mejor que ha pasado, no puedo esperar por el resto», comentó Naima Mohsen, de 42 años, quien llegó sola desde Egipto. Esta es una medida excepcional en un país constantemente cuestionado por las ONG debido sus violaciones de derechos humanos, principalmente cuando se trata de derechos de las mujeres y la comunidad LGTBI.
El “hach” o “hajj” consiste en una serie de rituales religiosos realizados durante cinco días en la ciudad de La Meca y sus alrededores, al oeste del país. Esta tradición se ha realizado desde hace 14 siglos y tiene lugar una vez al año en el inicio del mes lunar musulmán.
Los fieles que se dirigen a orar en la Gran Mezquita de La Meca donde realizan el “tawaf”, una circunvolución alrededor de una gran estructura cúbica al que los musulmanes se vuelven para orar.
El jueves, los peregrinos irán a Mina, a unos cinco kilómetros de la Gran Mezquita, antes del principal ritual en el Monte Arafat, donde se cree que el profeta Mahoma brindó su último sermón.